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Stiles. 


Dos meses después. 

La ultima vez que había visitado esta cabaña fue cuando descubrí el cuadro de los Hale, aquí me enteré que aquella familia de lobos habían adoptado a una Lawson, una niña perteneciente a la manada enemiga. Me sorprendí cuando Derek me dijo que ella ya no vivía junto a él, que su decisión había sido independizarse de él. Aunque confiaba plenamente en la teoría de que se sentía una tercera rueda en la relación que mantenía el lobo con mi prima. 

Scott comentó que habían unos mellizos a los que ella aceptó en su manada, decía que tenían al menos unos 14 años. Eran lobos de nacimiento, los cuales no habían tenido su primera transformación todavía. Aparqué el Jeep frente a la cabaña, baje de este y cuando estuve frente a la puerta di algunos toques vacilantes. La puerta abrió mostrando a una adolescente de cabello rojizo con grandes ojos azules, tenía dos coletas y usaba un camisón. 

— ¿Quién eres tú?—. Pregunta ladeando la cabeza analizándome, carraspeo algo incómodo. Alguien asoma su cabeza para averiguar quién llamaba, encontrándome con otro chico parecido a la adolescente, fue fácil deducir que él era su mellizo. Ella comenzó a mover su pie impaciente. — Eh, soy...—. Fui interrumpido por un castaño sin camiseta con una taza llena de cereal que hizo a un lado a la pelirroja. 

Thomas enarca sus cejas. —Stiles, pasa—. Indica volviendo a lo que parecía la cocina, me adentro a la cabaña, esta había sido remodelada, los cuadros seguían en su lugar sólo que habían agregado otros. Sonrío al ver una foto de la manada de Derek, y otra con la nueva manada de Audrey. El lugar se mantenía cálido como la última vez, unos muebles blancos en forma de L estaban en la sala junto a una pantalla plana. —Audrey sigue dormida, pero no creo que le moleste tu presencia—. Comenta Thomas con la boca llena. 

— A ella no le gusta que la despierten, sin excepción alguna—. Mi mirada se posa en el pelirrojo que tiene el ceño fruncido y los brazos cruzados. — También le molestará que hayas dejado pasar a este humano—. Añade la pelirroja mirándome con desprecio. 

Thomas comienza a reír, los mellizos lo miran confundidos. —Ya. Ashley, Charlotte. Él es Stiles Stilinski—. Los señala cuando los nombra, asegurándose de decir en tono divertido el nombre del pelirrojo.  —Créanme cuando les digo que a su Alfa no le molestará en absoluto que él la despierte. No les sorprenda que hasta se escuchen ruidos extraños—. Insinúa alzando sus cejas. Ruedo los ojos al tiempo que los mellizos hacen una mueca de asco. —Tu comentario estuvo fuera de lugar, idiota—. Espeto probablemente sonrojado, el se encoje de hombros con una expresión divertida. 

— Su habitación es la tercera a la izquierda—. Indica el pelirrojo ganándose una mirada incrédula de su hermana. — ¿Qué? Él es importante para Audrey, quiere decir que debemos tratarlo bien. Cuida de ella mucho antes que nosotros —. Los mellizos sin nombre desaparecen antes de que pueda agradecerles. 

Sigo las indicaciones del pelirrojo, abro la puerta de la habitación que está a oscuras. Era casi mediodía, entiendo cuando veo que sus cortinas están cerradas. Audrey se aferra al oso de peluche que era un poco más pequeño que ella, sonrío. Su expresión es relajada, su pecho sube y baja con suavidad, está enrollada entre sus cobijas creando una especie de capullo. Su cabello está despeinado y tiene la boca semi-abierta, se puede observar un hilo de baba saliendo de ella. Lo que daría por tener esa imagen todas las mañanas. Abro mis ojos sorprendido ante la osadía de mis pensamientos. Audrey murmura algo antes de cambiar de posición, esta vez me da la espalda en posición fetal.  

¡Oye, Stiles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora