32

819 44 12
                                    


Scott. 


—Una interacción química podría causar un tinte—. Dice la mujer observando el pedazo de vidrio entre sus manos. —¿Y el destello del cañón de un arma? ¿Podría ser azul o verde?—. Cuestioné. 

— El destello de un cañón es creado por gases sobrecalentados que salen del arma. Es posible que el gas pudiera incluir cobre, bario, cesio. Esos se queman en azul y verde—. Explica. — ¿Podría eso tintar el cristal?—. Pregunto enarcando mis cejas. 

— ¿Crees que esto lo hizo una pistola?—. Mi respuesta es inmediata. — Tal vez—. Contesto. 

-o-

— ¿39?—. Pregunta Stiles mientras caminamos hasta la salida. — 39—. Afirmo, cerramos la puerta tras nosotros. Sin embargo, la madre de Lydia nos sorprende fuera del instituto. — Ninguno de ustedes va a algún sitio—. Nos habla en voz amenazante. 

Su mirada se posa en mí. —38 clases, Scott. Tuve que suplicarle al superintendente—. Me reprocha. —Sra Martin, Scott es el protector de Beacon Hills—. Le dice Stiles en mi defensa, ella se detiene pero no dejamos de caminar. —Puede protegerlo a las 3:30 p.m. 

— No vamos a esperar hasta las 3:30 p.m—. Asegura Stiles en voz baja. 

El reloj indica que faltan cinco minutos para las 3, Stiles y yo nos miramos para luego volver a posar nuestra vista en el reloj que parece burlarse de nosotros. —Destrozando el objetivo noventa minutos antes de la hora H. Equipos de combate, cada uno con un horario, continuaron su desembarque en barcas de asalto. Habría muy poco tiempo para la primera ola de asalto y la segunda...—. Narra el hombre de la película aburrida que ha puesto la profesora. 

Finalmente, la campana de salida suena. 

Bajamos del jeep al llegar hasta la casa. —Esto no es para nada escalofriante—. Dice Stiles notoriamente decepcionado. —Quizás por dentro lo sea—. Asegura Audrey sorprendiéndonos. Aunque Stiles no parece sorprendido. —¿Dejaste que viniera?—. Le pregunto. 

— ¿Cómo que "dejaste que viniera"? Creí que no había secreto entre nosotros—. Interroga Audrey. Rodé los ojos para luego señalarla amenazante. —Bien, pero te mantendrás callada, ¿de acuerdo?—. Audrey me sonríe extendiéndome la linterna. 

La puerta hace un chillido cuando la abrimos, dando a entender que no ha sido abierta en mucho tiempo. Enciendo la linterna comenzando a recorrer la casa. —¿Quieren que nos separemos?—. Les pregunto. —Ni hablar—. Responden al unísono. 

Caminamos hasta las escaleras las cuales rechinan bajo nuestros pies. Cruzamos el pasillo pasando las habitaciones que están completamente vacías. —Quizás Alex dio una dirección errónea—. Comenta Stiles. —O mintió—. Añade. 

— ¿Por qué mentiría?—. Cuestiono. Al final del pasillo hay una última puerta que curiosamente es la única que está cerrada. Compartimos una mirada dubitativa, Stiles se acerca con pasos exageradamente lentos. Audrey lo hace a un lado harta del suspenso y abre la puerta de golpe. — No mintió—. Nos comenta cuando posa su mirada en la habitación común y corriente. 

— ¿Por qué la policía no dijo nada sobre esto?—. Pregunto. — Porque no lo saben—. Responde Stiles mirándome. — No pueden entrar aquí sin una orden, mucho menos sin un propietario a quién entregársela—. Agrega.  

 — La única razón por la cual entraría seria si existiera un peligro dentro de la propiedad—. Dice Audrey observando las fotos pegadas detrás de la puerta. Un ruido en la planta baja llama mi atención. — ¿Qué?—. Pregunta Stiles, fijo mi mirada en Audrey quien tiene una expresión sorprendida. Confirmo que también lo ha oído. Me apresuro en salir de la habitación. 

¡Oye, Stiles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora