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Scott. 


El sheriff cierra la puerta de su oficina y se gira a mirarme. —De acuerdo. Escucharon una voz a través de la radio y ahora están convencidos de que es la voz de...—. Lo interrumpo. —Stiles. Tu hijo. 

El sheriff asiente. —¿Y si tal vez es un cruce de señal aleatoria?—. Saco rápidamente las llaves de mi bolsillo. —Peter nos dio las llaves del jeep y encendió de inmediato. El jeep de Claudia—. Indico esperanzado en que me crea. 

— Oh, espera, espera. Entonces, ¿ahora se supone que confíe en Peter Hale?—. Pregunta incrédulo. —Quiero que confíes en mí. Escuché a Stiles en la radio, estoy seguro de ello—. Contesto, para luego proseguir. —Si tu lo hubieras escuchado...—. El sheriff me interrumpe. —Pero no lo hice. 

— Sí. Pero si lo hubieras hecho...—. Nuevamente soy interrumpido, pero esta vez el hombre está alterado. — ¡Es suficiente, Scott!—. Me regresa las llaves, las guardo y salgo del lugar. 


Lydia. 


Malia me mira. —¿Viste un carrusel?—. Me pregunta. —Y un gran letrero que ponía "Canaan", también la gente desapareció en una nube de humo —. Termino por decir. 

— ¿Alguna vez has tenido lindos sueños?—. Me pregunta. — Tenemos que ir a Canaan—. Le digo. — Sería de ayuda si supiéramos algo del lugar. Sigo llamando al número del ayuntamiento y nadie responde. El único mapa que pude encontrar fue de hace 30 años. Hasta ahora, lo único que sé sobre Canaan es dónde está—. La miro incrédula. 

— Es todo lo que necesitamos saber—. Indico, tomando el mapa y poniéndome de pie. 


Audrey.


Al abrir los ojos, me encuentro a Malia manejando y Lydia de copiloto. — ¿Ya llegamos?—. Cuestiono confundida. —Sí, intentamos despertarte de tu hibernación pero es más fácil despertar a un oso. Estamos en Canaan, según el GPS —. Dice Malia rodando los ojos.

Nos bajamos del auto para recorrer el lugar. —Esto me recuerda en cierta parte a la mansión Hale—. Reconozco adormilada. —¿Por qué?—. Pregunta Malia. —Se refiere a que Canaan es un pueblo fantasma—. Indica Lydia. 

— No escucho ni un sólo latido de corazón en este lugar—. Comenta Scott mientras caminamos. —No capturo ninguna esencia—. Comenta Malia. —Me pregunto porqué Stiles nos enviaría aquí—. Dice Scott.

Las luces del poste prenden y vuelven a apagarse, nos miramos entre nosotros. —Beacon Hills no es el único pueblo extraño—. Murmuro. Lydia se detiene y mira un trozo de papel colgado. — Este es el lugar que vi a través del espejo—. Indica. 

El chillido del carrusel por falta de aceite llama nuestra atención. Nos acercamos a este, y antes de que Scott se suba, este se enciende asustándonos.  

Scott entra en la casa de número 216. Me distraigo unos segundos con las numerosas casas idénticas, verdaderamente su creador sólo fue un copiar y pegar, y para hacerlo más diferenciada una con otra les cambió los colores. Cuando poso mi mirada en la casa número 216, frente a mí, está Derek. 

¡Oye, Stiles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora