— ¡Oh por Dios! — dijo cubriéndose la boca con la mano derecha — él es malo, él significa problemas.
— ¿Que? — pregunte alarmada.
— ¡Es él, es é!l —comento asustada — Pero...¿quien habrá contado la leyenda?
Me puse nerviosa.
— Yo no se que... — me interrumpió.
— ¡Debo decirle a los chicos! — dijo — Para que me ayuden a buscar ese libro — dijo comenzando a avanzar.
— Escucha Areli, todo estará bien, el chico que vino parecía inofensivo — dije poniéndome enfrente de ella — Debes de tranquilizarte, no va a pasar nada ¿de acuerdo? Además ¿no crees que si es él, el chico malo que dices nos hubiera hecho daño?
— Pero es que... — la interrumpí.
— Tranquila no va a pasar nada.
— ¡Ailim, es él, van a pasar muchas cosas!
— Oye, sabes que — todo esto me estaba empezando a dar miedo, todo ese temor de los habitantes no era normal — no hay que decir nada de esto hasta que estemos completamente seguras de que es él, no hay que alarmar a todos.
— Pero debemos prevenirlos — dijo mirándome con suplica.
— Mira Areli, si lo decimos lo mas probable es que se haga un alboroto en el pueblo — suspire — lo que tenemos que hacer es estar tranquilas, si pasa algo nosotras tomaremos cartas en el asunto y avisaremos a todos.
— ¿Crees que sea correcto? — preguntó.
— ¡Si! no hay que alarmar a los habitantes hasta que estemos seguras, ni siquiera Alan y Freddy deben saberlo.
— Pero entonces, debemos encontrar ese libro, también contiene la manera de que él se vaya, en todo caso de que si sea — dijo.
— De acuerdo, de acuerdo te ayudaré a buscarlo — dije comenzando a caminar para buscar entre los libros.
(...)
Areli y yo caminábamos por las calles húmedas, bueno solo yo caminaba ya que ella no podía, sin embargo yo la ayudaba con su silla de ruedas.
— Areli, ¿te puedo preguntar algo? — dije, las calles ya estaba solitarias por lo mismo de que ya era algo tarde.
— Si claro.
— Espero que no sea indiscreta pero ¿por que estas en una silla de ruedas? — pregunte.
Hubo un pequeño silencio seguido de un suspiro por parte de Areli.
— Cuando tenia 10 años solía patinar en hielo — dijo neutra — era muy buena, iba a competencias del pueblo y ganaba, aveces hasta representaba al estado — suspiro — un día, mientras practicaba, algo no salió bien, las navajas de mis patines estaban tan desgastadas que al momento de patinar me rompí una pierna — hizo una pausa — me llevaron al médico y el dijo que ya era demasiado tarde, el daño que le había hecho a mi pierna no tenía remedio — dijo con la voz temblorosa — asistí a muchas terapias para poder volver a ser como antes pero fue en vano, jamás pude volver a caminar y aquí estoy, postrada en una maldita silla de ruedas — detuve la silla de ruedas y me agache para observarla — ya no soy mas que una inútil.
— No digas eso Areli, no por tener una discapacidad eres una inútil, las personas así son magnificas y fuertes, tu eres fuerte, viviste muchas cosas que no fueron del todo agradables y estas aquí, por que aunque no lo creas, cada día de tu vida es una lucha y creeme te has ganado mi respeto y mi admiración por que eres demasiado autónoma — le toque la mano — y debes saber que no eres una inútil nunca te digas esas cosas ¿vale? — ella me sonrió.
— Gracias por tus palabras Ailim — le sonrei de vuelta — Tienes razón.
— ¡Eso es todo! Ahora dejame llevarte a casa que ya es muy tarde — comencé a avanzar con ella.
— Gira a la derecha, y es la primera casa — me dijo Areli.
— De acuerdo — y así lo hice.
— Estaremos en contacto ya anote tu número de teléfono para llamarte por si sucede algo extraño — asentí.
— Yo igual ya tengo el tuyo — dije parándome en la entrada de la casa.
— De acuerdo, entonces estamos en contacto.
— Claro.
— Nos vemos mañana y suerte en la uni — me dijo y se despidió con un beso en la mejilla.
— Chao, cuidate — observe como entraba a su casa, entonces yo decidí volver a la mía, no quedaba muy lejos.
La mochila que llevaba en los hombros me estaba comenzando a pesar mas de la cuenta, lo que me hizo detenerme y quitarla de mi espalda, ¿por que pesara tanto? No llevó mas que dos libretas y una pluma. La abrí y note que en efecto solo llevaba eso, volví a cerrarla y me la coloque nuevamente en los hombros, el aire golpeaba mi rostro y el frío se intensificaba. Fue hasta que alguien se paro frente a mi. Levante la vista y observe a la persona que se había puesto en mi camino.
Él esbozo una sonrisa, pero no crean que fue una sonrisa agradable si no una que daba a entender que habría problemas.
— Interesante — dijo curvando la comisura de su boca. Me le quede viendo e inconscientemente retrocedí unos pasos — Creo que no eres precisamente de este pueblo, ¿verdad? —dio unos pasos al frente y yo retrocedí mas.
— ¿Por que lo dices? — hable con un poco de pánico en la voz, él se percató de eso y sonrió.
— Por que sabrías que a estas horas ya no se acostumbra salir en este lugar — dicho esto me observó de arriba a bajo — Y, ¿con quien tengo él gusto? No me gustaría llamarte solo "Bibliotecaria" — su voz era muy linda para ser sincera, tenía un tono suave y dulce.
— Debo irme — comencé a caminar pero el me detuvo.
— ¿Te vas tan rápido?.
— Si, debo llegar a casa,ya es tarde — el hizo una mueca de tristeza fingida.
— Hay, es una pena, Ailim — abrí los ojos ¿no que no sabia mi nombre?
— ¿Que? Pero, com... —me interrumpió.
— Yo siempre se el nombre de las personas que tienen que ver con mi regreso.
-Dalia
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Hijo de la Luna |Alonso Villalpando| [FINALIZADA]
FanfictionLa leyenda que nadie quiere contar. La vida de Ailim Basteri es sumamente normal, la típica vida de una chica de 19 años que sólo busca ser alguien en la vida, ella ha decidido estudiar en la Universidad la carrera de Filosofía. Todo iba bien hasta...