Capítulo 20 "Te Quemarían Viva"

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La llamada telefónica entre Jos y yo término unos minutos después, quedamos de vernos el el Café "El Caldero" a las 10:30p.m después de mi trabajo, no he ido ahí pero supongo que es un lugar acogedor.

Camine al comedor ya que Blanca me había servido una sopa de verduras.

— Blanca — la llame, ella era una mujer que ha vivido durante muchos años aquí y tal vez sepa algo que yo no ignore.

— ¿En que puedo ayudarla? — se acerco al comedor

— ¿Puedes acompañarme a comer? detestó comer sola — dije, ella me miro con una expresión extraña, pero en cierta parte lo que le había dicho era verdad, toda mi vida había comido junto con mi madre o con mis abuelos y hacerlo de pronto sola era algo nostálgico y algo deprimente.

— Claro señorita — le dedique una sonrisa amable.

— ¡Gracias! — tome la cuchara y la sumergí en la sopa que humeaba — sabes. A veces creo esta casa da miedo — Blanca sonrió — es demasiado tétrica, yo solía vivir en un pequeño departamento y vivir aquí es algo totalmente nuevo para mi.

— Ya se acostumbrara señorita, la casa es demasiado vieja lo se, pero eso es lo que la hace interesante — la mire.

— ¿Cuanto tiempo lleva trabajando para mis abuelos? —pregunte mientras metía un cucharada de sopa a mi boca.

— Desde siempre, yo vi a su padre y a los hermanos de él crecer, Alejandro y Sergio — agache la mirada — eran tiempos muy difíciles, tanto para su familia como para el pueblo.

— ¿Por que para el pueblo? — frunci el ceño.

— La gente aquí es muy extraña señorita. En esos tiempos estaban asesinando mujeres — la cara de horror que puse decía mucho.

— ¿Que? ¡Pero eso es horrible, una aberración! — exclame.

— Lo sé...

— ¿Por que lo hacían?

— Creían que eran seguidoras del diablo — levante una ceja — todos creemos que el diablo tiene cuernos, cola y que es horrible — asentí — pero él es todo lo contrario y no es nada mas y nada menos que Alonso Villalpando — abrí los ojos a mas no poder.

— Sabes su nombre...—  susurré.

— ¿Por que no saberlo? — fruncio el ceño — él es el dueño de este pueblo.

— No entiendo — dije — Alonso él... — no podía decir el nombre — no lo creo, él no pude ser.

— ¿Como puede estar segura? — me pregunto — ¡No lo conoce! — dijo con desprecio — es el ser mas malo que puedas conocer, le hace daño a todos y él puede regresar en cualquier momento. Escuche cuando usted le decía a sus abuelos que un chico la había espantando hace poco — era cierto, fue aquella noche cuando rompió las tazas de café — por suerte no fue él, si no ahorita no viviera para contarlo.

No me ha hecho nada malo, no ha causado nada en el pueblo mas que el incendio de la granja de el papá de Areli, pero eso es todo, comienzo a pensar que todos los habitantes exageran.

— Debo decir, Blanca, que él ya ha regresado — la mujer abrió los ojos — y no ha hecho nada fuera de lo normal, !o ha intentado hacerme daño, por que me lo en encontrado varias veces por el pueblo y hasta me ha hablando.

— ¿Sabes lo que te harían los habitantes si se enteran de lo que estas haciendo? — negué con la cabeza

— Te quemarían viva — trague saliva ruidosamente.

No es que estuviera defendiendo a Alonso, pero era algo tonto decir que él era el diablo. No ha hecho algo grave, no ha quitado vidas, bueno a Jos casi se la quita pero de igual forma no lo hizo, pudo haberme matado cuando lo encontré la primera vez, pero sin embargo no lo hizo.

— Puede confiar que no diré nada de lo que ha dicho señorita Basteri, aunque es algo grave, procure que nadie se entere si no quiere tener problemas. Le debo respeto a usted y a su familia por lo tanto considere que de mi no saldrá ni una palabra.

El hambre que traía se había quitado, ahora mi estómago era un nudo de tensión.

(...)

Las calles empedradas y húmedas hacían que la suela de mis de zapatos resbalara, haciéndome pensar que era bueno tomar en cuenta comprarme otros zapatos.

El Caldero no estaba muy lejos por lo que me habían dicho Areli y Alan en el trabajo, seguía sus instrucciones por lo cual no he de estar muy lejos, llevaba cinco minutos de retraso, esperó que Jos no piense que soy una irresponsable por llegar tarde, aunque quería evitar decirle lo que tengo que decirle es mas que obvio que lo de llegar tarde no era buena idea, solo perjudicaría mi imagen ante las personas.

El gorro de lana que llevaba puesto se había resbalado un poco, y ahora casi se encontraba frente a mis ojos, decidí quitármelo y echar mi cabello hacia atrás.

Fue cuando descubri un enorme anunció que decía "El Caldero" y junto a las letras una taza de café dibujada.

Entre, el lugar parecía una madriguera, estaba todos oscuro salvo por las velas que adornaban la cafetería, las mesas eran pequeñas y hechas de madera, los sillones donde la gente se sentaba por lo que las velas me ofrecían de luz parecían ser blancos, me recordó a esas cantinas de épocas medievales, al fondo había una persona tocando el piano y por la melodía que tocaban supe que era una persona que no le tenia miedo a Alonso, era la misma melodía que había escuchado en la representación de teatro de mi universidad, solo que esta era versión en piano, la gente se me quedó viendo cuando se dieron cuenta que me había quedado parada como tonta.

Agache la cabeza y camine entre las mesas buscando al pelinegro, el cual me iba a costar trabajo encontrar con tan poca luz.

Una mano tomo mi muñeca delicadamente, baje la vista y me encontré con Jos, quien ya se encontraba sentado.

— ¡Que bueno que llegaste! Comenzaba a sentirme incómodo — habló, le sonrei — sientate — tome el siento de enfrente para verlo a la cara, debo decir que el asiento era cómodo, las velas nos daban la luz suficiente para poder mirarlo bien, creo que todo depende de la altura de donde observes a las personas o quizá mi vista ya se había acostumbrado a la oscuridad.

— Lamento la pequeña tardanza, ya sabes, soy nueva aquí, encontrar los lugares es un reto, mas cuando las calles son tan padecidas — me disculpe.

El chico de ojos bonitos asintió con una sonrisa amable.

Una mesera se acercó a nosotros y nos dejo unas cartas con letras color neón, lo que hacia la lectura mas fácil en la oscuridad.

— ¡Impresionante! —dije

— ¿Te gusta? — preguntó Jos.

— ¡Si, demasiado! nunca había visto algo parecido.

— Es un lugar muy peculiar ¿Que te gustaría ordenar?.

— Ammm — eche un vistazo a la carta y sus extrañas letras — creo que me vendría bien un café moka oreo.

— Pediré otro —comentó Jos cerrando la carta.

La mesera llegó.

— ¿Puedo tomar su orden?

— Claro, dos café moka oreo grandes — hablo Jos.

— Enseguida — la mesera se retiró.

— ¿Y bien?, ¿para que querías verme? — dijo y puso sus manos sobre la mesa, pude notar que tenia raspones en sus nudillos y algunos dedos morados.

Solté un suspiro, aquí viene la parte difícil.

-Dalia

Hijo de la Luna |Alonso Villalpando| [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora