Capítulo 35 "Nadie Es Culpable"

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Los abuelos de Ailim estaban sumamente preocupados, debían encontrar esa sangre para salvar a su nieta.

— ¿Que podemos hacer? — preguntó la señora Marcela a su esposo.

— Tendrás que llamar a tu hijo Marcela, no creo que se niegue tratándose de su hija — comento él abuelo un tanto serio.

— ¡Pero Adolfo, sabes que él es un hombre ocupado! — hablo preocupada.

— Solo hazlo, Marcela, se que él no es mi hijo, pero a Ailim la veo como mi nieta aunque no sea de sangre, la amo y no quiero que le pase nada — dijo seriamente — Lo siento mucho pero ahora es cuando Ailim necesita más a su padre.

Marcela asintió, sabia que su marido tenia razón, era hora de que su hijo se hiciera responsable de su hija tan solo una vez, y mas cuando sabe que la vida de aquella chica inocente estaba en riesgo.

— Llamare a Mikey, tenlo por seguro — comentó.

De pronto un chico pelinegro se acercó a ellos un tanto curioso.

— Hola, ¿ustedes son los abuelos de Ailim? — preguntó.

Los señores le sonrieron, se alegraron al saber que había un chico que se interesaba por su nieta.

— Así es joven  ¿con quien tenemos el gusto? — preguntó Adolfo.

— Soy Jos Canela — les extendió la mano — Amigo de Ailim.

— Eso es genial, ¿de donde conoces a mi nieta? — Jos/Alonso abrió los ojos a mas no poder ya que lo agarraron desprevenido para poder responder esa pregunta.

— Aaah, ella, la conozco por que... asistimos a la misma universidad y la volví a encontrar en su trabajo, en la biblioteca — dijo un tanto más seguro de si mismo.

— Oh, me alegro mucho que haga amigos, de por si mi nieta es muy huraña, no es fácil para ella hacer amigos — hablo Marcela.

— Si, esta bien — comentó Alonso/Jos restándole importancia a ese tema— ¿Como esta? Supe que tuvo un accidente.

— Hay chico, estamos muy preocupados perdió mucha sangre y — el abuelo quien respondía la pregunta hizo una pausa — sera muy difícil de conseguirla. Trataremos de contactar a su padre, para saber si él puede puede ser donador.

Alonso sintió que se le caía el mundo al escuchar eso, tenia miedo de que Ailim no sobreviviera.

— ¿Puedo pasar a verla? — preguntó el pelinegro.

— Si, adelante — respondió la señora que aun tenía la expresión de angustia.

Alonso asintió en forma de agradecimiento y se acercó a la habitación de Ailim.

Al abrir la puerta, lo primero que vio fue el delicado cuerpo de la chica que le había robado el corazón, apretó los párpados, entro y cerro la puerta tras de él.

— Esto es mi culpa — susurro mientras se acercaba a la cama.

El cuerpo de Ailim estaba cubierto por vendas, menos su rostro en el cual solo se encontraban unos pequeños rasguños, sus largas y negras pestañas resaltaban en su rostro, sus labios estaban blancos por falta de sangre, al igual que no tenia color en las mejillas.

— Perdoname, Ailim — Alonso tomo la mano que descansaba al constado del cuerpo de aquella linda chica.

Ailim apretó la mano de Alonso y comenzó a abrir los ojos.

— ¿Alonso? — preguntó débilmente.

Alonso miro a Ailim asombrado.

— ¡Despertaste! — habló sonriendo.

Ella sonrió de igual forma, pero a diferencia de la sonrisa de Jos/Alonso la de ella era mas débil.

— No podía perderme tu visita — hablo mientras respiraba con dificultad.

— ¿Como sabes que soy Alonso? se supone que soy Jos —  Ailim negó con la cabeza.

— Tienes algo que... — tomo aire — te hace diferente a cualquier chico, no importa si ahora tienes el cuerpo de Jos.

— En verdad lamento lo que te paso es mi culpa.

— No digas eso... — dijo debilmente — Nadie es culpable — sonrió — Alonso...

— ¿Dime?

— Me voy a morir ¿verdad? — al escuchar esas palabras, se le heló la sangre.

— ¡No, claro que no! ¿por que dices eso? — dijo serio y a la vez nervioso.

— Lo presiento — Alonso negó con la cabeza.

— No Ailim, vas a estar bien, te lo juro, al igual juró que siempre te voy a proteger, perdoname por irme de tú lado, si no me hubiera ido no te hubiera pasado esto, sigo insistiendo que es mi culpa — Alonso miro a Ailim y se dio cuenta que ella había cerrado los ojos.

Estaba demasiado débil como para resistir estar despierta.

-Dalia.

Hijo de la Luna |Alonso Villalpando| [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora