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Slight angst, Slice of life

Butler!au

Advertencias: menciones de esclavitud y de violación

1377 palabras

Chanyeol se levantó, como todos los días.

Se lavó la cara y se adecentó, vistiéndose con la ropa que tenía asignada para aquel día. Trabajó como todos los días, adecentando la gran casa junto a los otros empleados, preparando las cosas para la fiesta de aquella noche. Apenas acababa de terminar de colocar los cubiertos en la mesa cuando su collarín se iluminó en rojo, lanzando un pitido agudo que ya ni siquiera lo hacía encogerse.

Tomó el pequeño ascensor de personal que habían instalado para hacer su trabajo más eficientemente, y subió a la última planta de aquella mansión. Se dirigió a las robustas puertas dobles y tocó dos veces, tal y como debía.

- Adelante -dijo una voz helada y femenina.

Chanyeol hizo como se le ordenaba y entró. La mujer tirada en la cama, su ama como le gustaba ser llamada, le sonreía y lo llamaba con el dedo. Cuando el hombre estuvo junto al lecho, ella se incorporó.

- Quiero que me traigas algo de comer -le ordenó, aún sonriendo-. Y luego quiero que me complazcas con tu cuerpo, Chanyeol, antes de la fiesta. Ya van dos veces que no respondes, y si esta vez tampoco lo haces, tendré que empezar a pensar en castigarte en serio.

Un latigazo de pánico lo recorrió, pero no dejó que se mostrara en su cara y se inclinó, antes de girarse para irse. Sin embargo, su ama lo rodeó con sus brazos, como una niña pequeña que no quiere que la dejen sola. A Chanyeol le repugnaba que lo hiciera, pero aguantó, estoico, y esperó.

- No me mires así, Chanyeolie, sabes que tienes que obedecerme -le hizo un puchero, tratando de verse mona a sus ojos-. Papá lo quiso así.

El hombre tan sólo asintió y salió de la habitación, aún sin dejar aflorar sus sentimientos. Había sido comprado de pequeño, sus padres lo habían vendido al mejor postor, quien no pagó mucho, para librarse del yugo de criar a un hijo. Sin embargo, y al contrario que en los cuentos de hadas, su comprador no había sido bondadoso. Esclavitud era la palabra que más se acercaba a lo que Chanyeol estaba sometido, forzado a trabajar desde muy temprano para pagar el dinero que costaba y había costado; y sufriendo severos castigos cuando no lo cumplía.

Cuando el hombre murió, dejó toda su fortuna y sus esclavos a su única heredera, una chica mimada y caprichosa que no conocía otra vida que no fueran las fiestas y los desfases, amantes de una noche desfilando por su cama mientras le iban dejando caros regalos con los que contentarla.

Para ella, Chanyeol tan sólo era un juguete que utilizar cuando no tenía un amante a mano, independientemente de que él quisiera o no. Las violaciones masculinas no eran algo muy común, y el hombre hasta dudaba que ella supiera que lo estaba violando. Le producía tal repulsión que en las últimas ocasiones, su cuerpo se había negado a responder y ella lo había castigado duramente. Tanto, que su cuerpo sentía escalofríos de pensar a qué podría referirse cuando hablaba de castigarlo 'en serio'.

Sin embargo, alguien estaba de su parte, pues apenas había terminado el cocinero de hacerle el desayuno a la mujer cuando tocaron a la puerta principal. Chanyeol fue a abrir, como era su papel. Al abrir, su respiración se cortó y su corazón, que normalmente parecía inexistente, comenzó a latir con rapidez, pues era Byun Baekhyun quien estaba en la puerta, dedicándole la más brillante de sus sonrisas y saludándolo como si fueran viejos amigos.

Byun Baekhyun era un artista amigo de su ama, que a menudo iba por allí. Al principio, el hombre había comenzado a ir porque la mujer había decidido que quería decorar una de las muchas salas de la mansión con un cuadro del artista. Pero la relación no se cortó después de eso y, aunque el pintor era abiertamente gay, habían entablado una relación de amistad. Solía ir a visitarlos, aunque a Baekhyun le gustaba especialmente llegar cuando ella aún dormía para poder rascar algunos minutos hablando con Chanyeol.

El esclavo atesoraba aquellos momentos como si fueran piedras preciosas, apoyándose en el recuerdo de las conversaciones y el rostro del artista para poder seguir viviendo. Muchas veces imaginó que era él con quien yacía, o que era él quien lo abrazaba o besaba. Porque, en su interior, Chanyeol anhelaba a Baekhyun.

El alto mandó a una criada a que le subiera el desayuno y le indicara que sus invitados comenzaban a llegar. Acompañó a Baekhyun hasta la sala donde se celebraría la recepción, preguntándole si deseaba algo de beber. El joven declinó, sonriéndole de aquella manera especial que lo hacía llenar de felicidad.

- Chanyeol, ¿sabes de qué es la fiesta hoy? -el mentado negó y Baekhyun le indicó que se acercara, como para contarle un secreto-. Va a vender algunas posesiones preciadas hoy y el cuadro que le pinté está en el lote -rió por lo bajo-. Sabía que no le gustó, pero no pensaba que lo odiaría tanto.

Chanyeol le sonrió, dedicándole una sonrisa de verdad, una que guardaba sólo para que la viera él.

- Hasta van a venir un notario y un tasador para que nadie pague menos.

- Espero que al menos te lo compense -le dijo. Algo brilló entonces en los ojos del otro, confundiendo a Chanyeol.

- Lo hará, no te preocupes.

Chanyeol se retiró entonces puesto que volvían a llamar a la puerta. Pasó el resto de la noche yendo y viniendo de la puerta a la cocina y a la sala de recepción primero, haciendo pasar a todos al comedor después. Cuando la cena acabó, sin embargo, y tal y como Baekhyun le había dicho, dos personas más aparecieron en la puerta y fue cuando su ama le pidió que llamara a otro de los criados para que los acompañara a todos a su despacho mientras él y las criadas terminaban de recoger todo. Fingiendo que no le dolía no poder ver más a Baekhyun, Chanyeol asintió y se dedicó a lo que le había sido ordenado.

Ambas salas llevaban un buen rato limpias como si fueran nuevas cuando las puertas del despacho se abrieron y los invitados salieron, murmurando entre sí. No vio ni a Baekhyun ni a su ama, sin embargo, así que se dedicó a cumplir su papel y acompañó a todos los invitados hasta la puerta, deseándoles un buen viaje de vuelta.

Su collar se iluminó de nuevo, esta vez de color verde, el pitido nublando sus sentidos una vez más, y se dirigió al único sitio que correspondía con aquel color. Las puertas del despacho estaban abiertas esta vez, así que entró y se quedó en la puerta, observando cómo su ama lo miraba con enfado mientras Baekhyun sonreía a su lado.

- Chanyeol, has sido muy rápido -comentó Baekhyun.

- ¿En qué puedo ayudar? -contestó de manera automática.

- Verás, tu ama -puso énfasis en la palabra, y por primera vez Chanyeol vio el desprecio en los ojos del más bajo dirigidos hacia la mujer-, está más arruinada de lo que pensábamos, esa rutina de fiestas, alcohol y chulos sin un trabajo que lo mantenga ha minado la fortuna que le legó papá.

- Bastardo mal nacido -murmuró ella entre dientes, mirándolo con los ojos rojos de ira.

- Por eso tenía que vender hoy -continuó el otro, como si no la hubiera oído-, y al final, para cubrir sus deudas, ha tenido que vender algo que no contaba con vender.

- Me has usado todo este tiempo -lo acusó la mujer, señalándolo con el dedo, pero parecía rota y nada poderosa, no como normalmente era.

- Sí -confesó el artista, tomando un papel que había sobre la mesa y sonriendo-, ¿por qué si no iba a relacionarme con alguien como tú? Tú no pensaste que alguien finalmente tendría el poder de pararte los pies.

Chanyeol estaba muy confuso, ¿por qué le contaban todo aquello? Baekhyun se acercó a él finalmente, mostrándole el papel y mirándolo a los ojos con seguridad.

- Chanyeol -lo llamó, y esa vez, su nombre pronunciado por aquellos labios los hizo estremecer-, te he comprado a ti.

ChanBaek 3.6.5 - Drabble Project #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora