Capítulo 2

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-Entonces, en Hufflepuff ¿no? -preguntó él señalando mi túnica.
-Entonces, en Gryffinfor ¿no? - repliqué yo señalando la suya.
James me dedicó otra sonrisa arrogante y asintió con entusiasmo mientras simulaba que tenía una espada en la mano.
-Sí, dónde están los valientes de corazón.
Sonreí con mi típica sonrisa.
-He oído que es una casa fantástica -dije- desgraciadamente sólo se lo he oído a los Gryffinfor así que no puedo comparar.
-Gryffinfor es una casa fantástica -afirmó con rotundidad.
Asentí con cortesía.
-Realmente -añadí-te llevaría la contraria pero pasaríamos todo el camino discutiendo y, la verdad, no me apetece.
James se paró y me miró.
-¿Pasa algo? -pregunté extrañada.
James se revolvió el pelo con la mano derecha mientras me observaba.
-Hay algo en ti que no me cuadra, no sé el que, ni como lo noto -murmuró pensativo- Eres una chica extraña, Sarah Streek -resolvió sin más.
-Y exactamente -repliqué yo-¿dónde está la gracia en ser normal, James Sirius Potter?
James pareció pensar la respuesta.
-Y exactamente -dijo él volviendo a caminar- ¿dónde está la gracia en caminar sin tener una animada charla por la mejor casa?
Alzé los brazos con una sonrisa.
-Soy Hufflepuff, no Ravenclaw, no lo sé todo -respondí.
James volvió a devolverse el pelo y a poner su típica sonrisa arrogante.
-Aún así, Gryffinfor sigue siendo mejor que todas ellas.
No respondí pero tampoco pude ocultar una sonrisa.
-¿Por qué no has podido coger los carruajes, Sarah? -me preguntó después de un rato.
Sopesé el libro con la mano derecha y se lo mostré.
-Adrián se lo había dejado en el vagón -dije simplemente.
-¿Quién es Adrián? ¿Y por qué no iba él a buscarlo?
-Adrián es mi mejor amigo, es mestizo y pertenece a la casa de Ravenclaw -expliqué- yo quería que pasará un rato a solas con mi mejor amiga, lleva enamorado de ella desde que se conocieron.
-Y querías forzar la situación -terminó James.
Rodé los ojos.
-Algo de eso, podríamos decir que sí -dije- y tú, ¿por qué perdiste los carruajes?
-Tenía que coger una cosa -contestó y me enseñó brevemente un simple y común pergamino.
-Ya veo-dije- ¿qué es?
James se volvió a meter el pergamino en el bolsillo.
-En realidad, no tiene demasiada importancia. Lo llevo por puro sentimentalismo.
-No sabía que el gran James Potter fuera sentimental -comenté rodando los ojos.
-No sabes muchas cosas de mí.
-Tú de mi tampoco -repliqué.
James alzó una ceja.
-¿Es que acaso hay algo que debería de saber? -preguntó.
-Creo que yo podría preguntarte lo mismo.
- Touché -dijo alzando las manos.
Sonreí.
James Potter parecía justo la clase de persona por la que no te tienes que reforzar para hacerla sonreír. Se movía con movimientos rápidos y desenvueltos, con seguridad. Como si lo tuviera todo planeado.
-Entonces -dijo después de un rato- Has oído hablar de mí.
-¿Qué?
-Antes -aclaró- cuando has dicho lo de los sentimentalismos, parecía que tenía una reputación.
-Tienes una reputación -corregí- tendría que estar sorda para no oír hablar de James Sirius Porter y los merodeandores.
-Ya veo que mi reputación me precede -hizo un mueca y luego volvió a sonreír- y ¿qué es lo que se dice de mí, preciosa?
-Hay dos versiones; ¿cuál quieres escuchar primero? ¿La primera o la segunda?
-¿Cuál me va a gustar más? -preguntó.
-Eso depende de tus gustos.
-Empieza.
-Dicen -empecé- que eres uno de los chicos más guapos de Hogwarts. Que eres leal con tus amigos y que siempre que te metes en problemas. Y también dicen que besas bien, las chicas -aclaré- Dicen que eres un egocéntrico, engreído y estúpido, que tienes mucha suerte en todo porque tu padre fue "El Elegido" y que siempre te aprovechas de eso. También dicen que eres un mujeriego y que tienes una lista de chicas conquistadas que es sólo comparable con la de castigos. Eso es lo general, luego están los rumores de cada semana, esos sí que paso de escucharlos, lo siento.
James me miró fijamente mientras caminábamos. Era un poco incómodo.
-¿Qué versión crees? -me preguntó.
-¿Te interesa? -pregunté sorprendida.
-Si te pregunto es porque me interesa -dijo con obviedad.
-Touché -dije alzando las manos mientras sonreía.
-Vamos, di, ¿cuál crees?
Lo miré a los ojos.
-Las dos.
-No puedes creer las dos -dijo negando con la cabeza.
-¿Por qué no? Una cosa no quita la otra.
Llegamos a las puertas.
Intenté abrirlas pero había un candado. Como no, ya sabía yo que Hogwarts te recibía con las puertas abiertas siempre y cuando no llegases tarde.
-Déjame a mí -dijo él sacando la varita-Bombarda max...
Saqué inmediatamente la varita y grité:
-Paladae.
James no terminó el hechizo. Me miró con el ceño fruncido.
-Perdón -dijo- no quería que destrozaras la cancela. ¿Sabes? Si algo he aprendido de que mi mejor amigo sea un Ravenclaw es que las cosas a veces son más sencillas de lo que parecen -y apunté con mi varita a la cancela- Alohomora.
La verja se abrió con un 'cric'.
Entramos.
-Mummum, ¿mumunun? -farfulló.
-Perdón -agité mi varita- Fimite encantaten.
-El hechizo ese -dijo cuando pudo volver a hablar- ¿cómo es?
-Es paladae, muy útil, del Manual de los 100 Hechizos Básicos, el mejor libro de hechizos básicos, Adrián nos lo obligó a aprendernoslo en nuestro primer año.
Me miró con admiración.
-¿Sabes? El próximo sábado hay excursión en Hogsmade.
-Lo sé -dije.
-¿Quieres venir conmigo?
-No suelo aceptar citas de chicos desconocidos.
-No somos desconocidos.
-¿No? Si nos hemos hablado hoy ha sido por una casualidad, de lo contrario nos hubiésemos graduado sin que tú conocieras mi nombre -repliqué- no lo niegues, sé que es verdad. A parte tú no sabes nada de mí.
-Tú tampoco sabes nada de mí así que estamos empatados, podemos conocernos.
Me puse sería.
-No quiero -dije.
Él me miró fijamente.
-¿Qué te conozca o conocerme?
Me estremecí.
-¿Qué importa? Igualmente es un no.
James me miró con seriedad, luego volvió a esa sonrisa arrogante.
-Touché -dijo y la tensión se rompió.
Sonreí y le di la mano.
-Un placer haberte conocido, James Sirius Potter.
Me la estrechó con curiosidad.
-¿No vienes al gran comedor? -me preguntó.
-No -contesté mientras me daba la vuelta- la ceremonia de Selección habrá terminado y la sala común de Hufflepuff esta al lado de las cocinas, cenaré allí algo.
Noté como asentía.
-¿Nos volveremos a ver?
Me di la vuelta antes de doblar la esquina.
-Obviamente, vamos al mismo curso y estamos en el mismo colegio, Sirius -comenté con una sonrisa.
-La gente me llama James -dijo él- excepto mi madre cuando se enfada que me llama por el nombre completo, pero todos me llaman James o Potter.
-Y exactamente ¿dónde está la gracia en llamarte como lo hace todo el mundo, Sirius?
Y doblé la esquina antes de que respondiera.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora