Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)

Capítulo 53

Siempre me gustó ser metamorfomaga. Tenía los incovenientes de que podías mostrar tus emociones a cualquiera, pero podías ocultar ojeras y moretones. Un escritor dijo una vez: "Es de suma importancia guardar la apariencia. Todo va bien si parece bien". Como metamorfomaga yo podía poner la apariencia que quisiera. Pensé que todo iría bien si parecía que iba bien.

Durante muchos años lo llame el accidente. Era un buen nombre para mí. Explicaba que había pasado algo pero no daba detalles. Por supuesto yo sabía que era incorrecto pero no me importaba mucho, creo que es por la costumbre de evadir las cosas complicadas de mi vida hasta que se hacían inevitables.

Caí escalera abajo y los cristales rotos de las botellas se volvieron a clavar en mi piel. Estoy segura que mi padre me decía algo pero no escuchaba y empezaba a ver borroso. Intenté moverme pero me dolía todo el cuerpo y no por agujetas precisamente.

Luego estaba en una habitación. Mi habitación de Hogwarts precisamente. Fruncí el ceño, ¿cómo diablos había aparecido aquí?

Me di la vuelta lentamente y me paré sin poderlo creer enfrente de la cama de Diana. Mi hermana mayor Violet, muerta desde hacía años me miraba sonriente desde allí.

Se veía exactamente igual que la última vez que la ví. Los mismos vaqueros que ahora eran míos, la misma camiseta manchada, el mismo cabello castaño y la misma mirada amable y dulce. Era ella. Tenía hasta esa cicatriz en la mejilla que se había hecho por intentar defenderme.

-¿Estoy muerta?

Mi voz sonó rara en el silencio de la habitación.

-No. Casi. Es posible -habló ella con una pequeña sonrisa- todavía no, al menos. Pero cómo no salgas de allí tal vez esta vez no te salves.

Abrí la boca sin poder responder y la volví a cerrar cuando ella se levantó de la cama y empezó a dar vueltas por la habitación enumerando mis síntomas.

-Costillas rotas, un esguince en el tobillo izquierdo, otro en la muñeca derecha, heridas infectadas, moretones, . . .

-Es decir, el sueño de cualquier estudiante de medicina.

-Más bien la pesadilla -ella rió suavemente- sin ofender.

Para nada. Un poco más y sería Frankenstein.

-¿Dónde estoy? ¿Por qué estás tú aquí? -pregunté atropelladamente- no puedes ser Violet, ella murió y yo todavía no estoy muerta.

Violet abrió los ojos sorprendida y corrió a mirarse a un espejo.

-Oh, me veo como tu hermana muerta -rió encantada y se tocó la cara- no lo esperaba. Pensé que me vería como James.

Di un paso atrás entrecerrando los ojos. Eso no daba miedo para nada.

-¿Quién eres tú? -pregunté desconfiada.

Ella dejó de mirarse en el espejo y se volvió a mirarme risueña. Parecía que había estado esperando esa pregunta toda la vida.

-Soy tú -respondió simplemente.

Genial. Eso lo aclaraba todo, cómo no me di cuenta antes.

-No estás en situación de ponerte sarcástica -bien, otra como Lily- no, no soy legeremente. Soy tú. Literalmente. Una parte de tu mente, conciencia y subconciente que creó tu adorable amiga pelirroja.

-¿Lily?

-No tienes otra amiga pelirroja que se meta en las mentes de los demás.

Negué con la cabeza dando la vueltas pero sin parar de mirarla.