Capítulo 43

4.2K 300 71
                                    


«Ha llegado la hora -dijo la Morsa-

de que hablemos de muchas cosas:

de barcos... lacres... y zapatos; de reyes... y repollos...

y de por qué hierve el mar tan caliente

y de si vuelan procaces los cerdos.»


A mi hermana le encanta ese poema. Maddie se lo sabe completo (aunque hay pocas cosas que no sabe esa chica) y estoy segura que Anne nos cantó la canción alguna mañana.

De todas formas, ha llegado la hora. La hora de que todo empiece a resolverse.

No supimos quiénes eran realmente el señor Mistery, su correspondiente y la falsa profesora hasta una semana después de averiguar qué hacían los tres observando como acosadores a los Potters.

Y lo averiguamos gracias a Adrián.

Sé que, probablemente, él no lea esto. No lo veo con ganas de pedírselo a nadie que lo tenga o incluso no creo que deba decirle porqué lo estoy haciendo. Aunque han pasado los años (unos cuantos, por cierto), todavía prefiero andar de puntillas sobre todo tema relacionado con los Weasley y los Potter y que no tenga relación con Lucy.

De todas formas, si lees esto, quiero darte las gracias.

Aunque en esa época, Adrián seguía sin hablarme. Lo peor es que a veces se acercaba a Diana y empezaba a hablar con ella como si yo no existiera. Mi amigo era un verdadero encanto.

¿Me mencionado alguna vez que las contraseñas para entrar en la Sala Común de Gryffindor son estúpidas?

La de aquel día era "Mandrágora mutante" y la conseguí gracias a Rose. Fue muy fácil. En realidad le pedí la contraseña, me la dio y siguió haciendo sus deberes. 

¿Cómo describiría la Sala Común de Gryffindor? Bueno, hay mucho rojo y dorado. Y muchos chicas y chicas vistiendo uniformes de rojo y dorado que me miraron al pasar. Agaché un poco la cabeza haciendo que mi pelo cayera en mi cara. No es que sintiera vergüenza pero... sentía vergüenza. Estaba invadiendo su Sala Común.

Al lado de una chimenea apagada, los Merodeadores estaban sentados en círculo y hablando en susurros rodeados de papeles y esquemas. Algo me decía que no estaban estudiando.

El primero en verme fue Fred que enseguida se puso en pie y me dio un gran abrazo. Otro que había ganado apuestas.

-Sarah Marilyn -dijo nada más dejarme en el suelo- nos encanta verte por aquí.

Sí, había ganado apuestas.

Los otros tres chicos se volvieron a verme y me dedicaron una sonrisa amable pero impaciente. Yo también me alegraba de verlos.

-Eh, Sirius -lo llamé- ¿puedo hablar contigo un momento? 

Le lancé a sus amigos una mirada que quiso decir <<a solas>> por si no había quedado claro. Louis se restregó la nariz con la mano y le puso a James su mano en su hombro reconfortándolo por algo.

-Cornamenta -dijo muy serio- esto suena a un "tenemos que hablar".

James frunció el ceño y me miró preocupado.

-No suena a eso -me negué y le envié una sonrisa tranquilizadora.

-Ante todo -empezó Fred dándome otro rápido abrazo y gesticulando graciosamente al hablar- tengo que decirte que no fue culpa suya. 

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora