Capítulo 19

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-¿Estas segura que estas bien?

-Adri, tengo la regla, no el SIDA.

-¿Qué es el SIDA?

Solté un pequeño suspiro acompañado de una mirada irritada a Adrián. Por si no estaba siendo lo suficientemente pesado con mi salud, encima tendría que explicarle a Diana lo que era el SIDA.

Robin soltó una pequeña risita al verme. Le fulminé con la mirada.

-Colas de salamandra -me susurró.

-¿Qué?

-Se te ha olvidado echarle las colas de salamandra.

Le sonreí, agradecida, Pociones no se me daba muy bien. Ni a mí, ni a Diana. Sobretodo desde que Adrián y Robin se sentaban delante de nosotras, la presencia del primero la desconcentraba mucho. Y no esta de más informar que él se llevaba sentando delante de nosotras durante todos los años en Hogwarts, eso explicaba sus notas en Pociones.

-Dale tres vueltas en el sentido de las agujas del reloj.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente al volverme y ver a James Potter mirándome y apoyado en la mesa de atrás. La chicas que estaban allí no parecían tener ningún problema con eso.

-¿Qué haces aquí? -susurré y miré a los lados para ver si Adrián o Diana lo habían visto. Afortunadamente, Diana estaba mirando a Adrián como si fuera la séptima maravilla y esté estaba de espadas.

-No le hagas caso, es un asco en Pociones -al lado de su primo, el pelirrojo Fred Weasley me miraba con una gran y burlona sonrisa (marca de familia parece ser) y parecía francamente divertido de ver mi cara de sorpresa- Son tres vueltas en el sentido contrario de las agujas del reloj.

-Canuto, tú también eres un asco en Pociones -le recordó James- Yo, por los menos, apruebo.

-Tú haces trampas, Cornamenta, posiblemente soy el merodeador que tiene la conciencia más limpia sobre la idea de copiarse en los exámenes.

Ya, claro.

En aquel tiempo, todavía no conocía mucho a Fred Weasley. No sabía que llegaría un día que bromearía con él. Ni que él me pediría consejo. Tampoco sabía que ayudaría a la chica que estaba enamorada de él. Ni que me convertiría en una de sus principales confidentes. Pero, aunque no sabía todo eso, sabía que Fred no tenía, tiene o tendrá la conciencia limpia sobre copiarse en los exámenes.

No me di cuenta de que había arqueado una ceja hasta que James se volvió a mirarme.

-¿Qué hacéis aquí? -le pregunté, justo en el momento en que su mejor amigo se ponía a coquetear con las chicas de atrás.

-¿Tanto me aborreces?

Asentí con la cabeza divertida. ¿Cómo nadie se daba cuenta que ellos estaban allí? Meses más tarde, comprendí que ellos tenían a veces la costumbre de saltarse clases y colarse en otras.

-Te quería mucho más cuando no habías enviado mi dignidad a los baños públicos.

Eché las colas de salamandra y me pregunté en qué sentido había que darle vueltas.

-Bueno, ¿a qué has venido? -pregunté, después de un rato de silencio- Porque supongo que no habrás venido a admirar mi excelentes dotes de pocionista.

James todavía tardó un rato en contestar.

-¿Por qué?

Fruncí el ceño. Me dolía todo el cuerpo y había visto comida putrefacta que tenía mejor pinta que mi poción, no quería jugar a las adivinanzas.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora