Capítulo 17

4.7K 331 49
                                    

- ¿Los Sagrados Veintiocho? -preguntó Diana, arqueando una ceja al ver el capítulo del libro que tenía abierto- ¿Desde cuándo te interesa eso?

Me encogí de hombros para evitar responder. James y yo habíamos pensado que entre los Sagrados Veintiocho debía de haber alguien viejo, vivo y purista. Así que había decidido sacar el libro ya que no me fiaba del chico Potter y la bibliotecaria nos miraba con sospecha (¡qué maruja, por favor!). Eso pasó antes de que Adrián volviera (posiblemente para ver si seguía viva y vestida) con una excusa penosa pero que había funcionado. ¡Qué sobreprotector!

-Podrías haberme preguntado a mí -siguió Diana mientras caminábamos al comedor- Pertenezco a ellos por la mi familia materna, mi padre no, la parte italiana lo impidió.

-Quería tener otra opinión más objetiva -contesté- Tú odias a tu familia desde que se pudieron en modo de "Vamos a hacer que estamos muy orgullosos de que nuestra única hija esté en Hufflepuff y su mejor amiga tenga padres muggles".

Diana asintió con el ceño fruncido.

-Son odiosos -protestó- Pero no me hacen ni caso en casa, soy magníficamente ignorada, lo cuál supongo que es bueno; además para hijo perfecto ya tienen a Tommy.

Le sonreí. Diana y su hermano no se llevaban muy bien, de hecho se llevaban muy mal y se Hogwarts hacían como que no se conocían, lo cual era muy fácil, él estaba en Slytherin.

-Tranquila -dije- Tommy no tiene al lado las cocinas, si quiere comer tiene que cruzar medio castillo y hay más riesgo de que le pillen.

Diana negó levemente con la cabeza.

-No creo que eso le importe mucho.

-¿Y a quién le importa lo que a él le importe?

Diana soltó una risita y me sonrió para luego embozar una sonrisa maléfica.

-Mira -me susurró.

Me di la vuelta. Albus Potter se acercaba por el pasillo, pero no iba solo. Maddie estaba corriendo alrededor de él, como una mariposa hiperactiva verde y plateada.

-¡Cooper! ¡Haz el favor de dejarme en paz! ¡Te lo he dicho mil veces, no soy tu amor eterno, ni el hombre de tu vida! -exclamaba Albus con tono cansino mientras aceleraba el paso sin poder librarse de ella.

-Vamos, Sevy-Sev, sé perfectamente que ese no es un sí, además claro que no eres mi amor eterno, eres mi amor en esta vida y en la siguiente -decía ella con una gran sonrisa de niña pequeña pintada en la cara.

-¡Eso es exactamente lo mismo! ¿No le ves? -preguntó Albus, exasperado.

-Eres tú el que no ve que estamos hechos el uno para el otro -finalizó Maddie.

Albus soltó un bufido y frenó en seco para evitar tropezarse con nosotras en el pasillo. Su rostro pasó de una expresión de disculpa a una de reconocimiento a una de asco para volverse neutral y dar un paso para atrás. Obligando a Maddie a dar un traspiés que casi la tira al suelo. La sonrisa de Maddie era casi tan alegre como la de Katherine.

-Hola -saludé, alegremente.

Albus asintió como respuesta, mirándome con sospecha. Fue entonces cuando recordé que puede que él creyera que me había acostado con su hermano y le había vomitado encima. Posiblemente lo creía.

-¿Os conocéis? -preguntó Maddie, con alegría, rompiendo el incómodo silencio que se empezaba a formar y mirando alternativamente del chico Potter a mí.

Diana me miró con sospecha. Otra mirada más para la colección.

-Sí -contesté yo- Teníamos problemas comunes, aunque los de él parecían más difíciles de resolver por algo relacionado con los apellidos o así -dije vagamente.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora