Capítulo 41

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Alice se resbaló con el único y pequeño charco de agua que había en todo el ancho pasillo cuando corría hacia nosotras. Y, como no podía ser de otra manera, se cayó de culo.

A mi lado, Diana desvió la vista para disimular la carcajada que amenazaba con salir.

-¿Estás bien, Allie? -pregunté agachándome un poco preocupada.

Alice asintió con la cabeza aparatando sus cabellos castaños rubios.

-Perfectamente -contestó y al fijarse en Diana agregó rápidamente- tampoco perfectamente perfectamente, me duele un poco el culo pero digo perfectamente porque es de buena educación no porque quiera hacerme la valiente... tu pelo se ve muy bonito hoy, ¿sigues con el mismo champú?

Esta vez Diana no pudo evitar reírse mientras Alice se levantaba roja de vergüenza. Pero como era Alice, al levantarse volvió a caer de nuevo.

Suspirando la ayudé a levantarse y las tres nos encaminamos al Gran Comedor.

-¿Y Albus? -pregunté al rato.

-Creo que intenta sacar a Rose de la biblioteca -respondió dudosa- o a Maddie del tejado.

-También puede suicidarse de paso -sugirió Diana- así se ahorra tantas responsabilidades.

Alice frunció el ceño.

-Ese es un pensamiento horrible -exclamó abriendo mucho los ojos.

-A ver, amable Longbottom, -empezó Diana- ¿nunca has tenido un pensamiento malo hacia nadie?

-¿Por qué debería?

Me reí mientras Diana abría los ojos asombrada.

-¡Porque el mundo es cruel! -gritó provocando que el resto del pasillo se volviera hacia nosotras.

-Di, -le susurré- no hace falta que el mundo se entere.

Mi amiga entrecerró los ojos en mi dirección.

-No creo que seas la más apropiada para hacer bromas sobre eso.

La sonrisa se borró de mi rostro y la fulminé con la mirada. Luego me volví hacia Alice que nos miraba sin comprender.

-¿Pasa algo? -preguntó preocupada.

Negamos con la cabeza.

-Eres demasiado mona e inocente, Alice -le dijo Diana con una pequeña sonrisa- cuando seas mayor lo comprenderás.

Alice frunció el ceño.

-¿Qué...? -empezó a preguntar.

-A mí me dice lo mismo, tranquila -la tranquilicé- no hay quién pueda con ella cuando se pone mamá osa.

Alice soltó una risita mientras entrábamos en el comedor. Miré de reojo a Adrián, estaba sentado en la mesa de Ravenclaw hablando con alguien de su casa y al lado de Lucy. Eso de no hablarme lo estaba haciendo más social. Afortunadamente seguía hablando con Diana, me hubiera sentido culpable y no lo hubiera perdonado de lo contrario.

No vi a James. No me extrañó, si era difícil localizarlo en un día normal, en su cumpleaños ni te cuento.

-Sarah -me llamó Alice- ¿en qué piensas?

Partí un trozo de carne de mi plato y me lo llevé a la boca.

-En James -contesté sin pensar.

-Qué novedad -bufó Diana.

Alice la reprendió con la mirada y luego me miró comprensivamente.

-¿No lo has visto en todo el día, verdad?

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora