Capítulo 9

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-Es la última cita que tengo contigo, Sirius -le dije en cuanto lo vi aquel sábado.
No sabía cuanto me equivocaba.
-¿Y eso preciosa?
Suspiré. Había pasado una semana terrible, creo que cada chica de mi casa se había acercado para recordarme la magnífica reputación de James.
Busqué alrededor para ver si encontraba a Diana. La había mandado a buscar a Adrián mientras preparaba a James para las miradas furigundas de mi amiga. Ese momento debía de estar tramando un plan para asesinar a mi cita y no dejar rastro.
-Tengo una buena noticia para ti -dije- tienes una pésima reputación.
-¿Por qué eso sería una buena noticia para mí?
Le miré como si fuese tonto.
-Bueno -respondí con obviedad- es una buena noticia porque tienes la reputación que te has trabajado y eso es bueno, ¿te ha costado mucho?
Me miró extrañado.
-¿Es una pregunta trampa? -preguntó confundido.
Le miré sin entender.
-No -respondí- pero en serio, como al final del día no me hayas besado o me hayas roto el corazón, me decepcionaré.
Busqué entre la multitud.
-Además me han dicho que besas muy bien -continúe- mira, ahí están.
Diana y Adrián nos esperaban al lado de un carruaje. Diana tenía el entrecejo fruncido en dirección a mi acompañante y daba pequeños golpes con el pie en el suelo como si marcara el ritmo. No creo que marcara que el ritmo. Adrián tenía una postura más relajada y vigilaba a mi amiga por el rabillo del ojo.
-Ya estáis aquí, menos mal -exclamó ella en cuanto nos acercamos.
La ignoré completamente.
-Buenos días Adri ¿qué tal has dormido? -pregunté.
-Bien ¿por qué no habéis venido a desayunar? -nos preguntó mientras subía al carruaje y ayudaba a Diana.
-Di no se quería despertar y hemos tenido que hacer visita Express por las cocinas -respondí subiendo.
James subió detrás mía.
-Ellos son Adrián Spir y Diane Zabini -les presenté- ya sabéis quién es él.
-¿Zabini? -preguntó levantado una ceja.
Diana frunció más el ceño.
-Sí, Zabini -respondió brusca- un solo comentario sobre mi nombre y te enviaré de una patada a...
No terminó la frase. En ese momento el carruaje arrancó y dos personas más de subieron precipitadamente.
-Hola a todos -saludó Anne- por favor, tirad a este imbécil del carruaje por mí.
-No os molesteis por favor.
Anne se sentó a mi lado mientras que Paul en frente suya, al lado de Diana.
-Habéis roto de nuevo -dijo con exasperación Adrián.
-Porque es un verdadero imbécil, ...
-Engreído -interrumpí yo.
-Estúpido -siguió Diana.
-Y egocéntrico -terminó Adrián.
Anne nos fulminó con la mirada.
-Quince galeones a que al final del día vuelven a estar juntos -les dije.
-No somos imbéciles -contestó Adrián.
-Y apreciamos nuestro dinero.
Me volví hacia James.
-¿Qué me dices?
-¿Corro el riesgo de perder mi dinero? -preguntó observandolos.
-Sí -contesté- pero lo perderás por mí.
-Mejor que no -respondió- no me gusta perder apuestas.
-Hablando de apuestas -apostilló Adrián mirándome fijamente- tú aún me debes una que perdiste.
Suspiré recostandone en el asiento.
-Sabes mejor que yo que no tengo dinero para pagarte -dije- pero te libré del castigo con el profesor Lupin.
-Eso no tiene ningún valor -protestó.
-Bueno, te haré los deberes de Encantamientos hasta Navidad.
Diana, Anne y Paul me miraron con cierta esperanza.
-Yo soy bueno en Encantamientos.
-Pero yo soy mejor.
-Ahí tiene razón -concordó Paul- eres la mejor de nuestra clase.
-Y de paso nos puedes hacer los deberes a nosotros también -añadió su exnovia.
-Tengo una idea -exclamé- le hago los deberes a Diana y ella le da un beso a Adrián, y todos felices.
Ambos se pusieron rojos a la vez que Paul y Anne (que supongo que volverían a recoinciliarse al rato) estallaban en carcajadas.
-¡Dejad de decir eso! -protestó mi mejor amiga- sólo somos amigos.
-Ay Adri -comentó Paul- te acaban de enviar a la
friendzone de una patada.
Adrián se puso todavía más rojo.
-¿Podemos dejar de hablar de nuestra vida sentimental, que no tenemos, para hablar de otro tema más importante para mí? -preguntó Diana en un patético intento de desviar la atención.
-¿Cómo de la importancia de los preservativos? -dijo Anne todavía riéndose- ay, picarona.
Adrián se volvió hacia Diana con gesto preocupado.
-¿Qué tema es?
Lo supe antes de que contestara.
-No -grité- por favor, llevas toda la semana preguntándome lo mismo. Adri, haz el favor de explicarle a Diana lo que es Disney.
Me volví hacia Sirius desesperada.
-Descubrí hace mucho tiempo que explicarle cosas muggles a Diana es como pretender que Sam deje a Frodo -le susurré.
-¿Quién es Frodo? ¿Y quién es Sam? -preguntó frunciendo el entrecejo.
-Los personajes de un libro.
James se acercó a mí y me susurró:
-¿Sois siempre así?
Me puse repentinamente nerviosa cuando noté su aliento en mi oreja.
-No, generalmente es peor -respondí mientras miraba nerviosa como Adrián le explicaban a Diana quién fue Walt Disney y Anne y Paul se metían con ellos- por cierto, te recomiendo que si quieres celebrar algún día el Día del Padre no invadas mi espacio personal estando Diana cerca.
James miró a mi amiga y se alejó un poco.
-¿No le caigo bien, no?
-No -respondí con sinceridad- creo que te odia.
Asintió mirándome.
-¿Por qué?
-No lo sé, nunca le he preguntado.
-¿Por qué no le preguntas? -inquirió.
Dejé de sonreír en el acto y  miré mis dedos incómoda.
-Es una especie de trato -intenté explicar- una especie de trato que tenemos.
Arqueó las cejas curioso.
-¿De qué va el trato?
Me removí más incómoda todavía. James hacía muchas preguntas.
-Yo no pregunto, tú no preguntas -respondí.
Volvió a abrir la boca pero entonces el carruaje paró.
-Hemos llegado, salten y canten -cantó Anne saltando del carruaje.
Me levanté deprisa y la seguí mientras recomponía mi sonrisa.
-¿Es de 'Cantando Bajo la Lluvia' ? -preguntó Adrián.
-Sí -respondió contenta- ¿has visto esa película?
Adrián ensanchó su sonrisa.
-Claro que sí, es muy buena.
Diana carraspeó.
Una palabra: celosa.
-¿Vamos al salón de Madame Tupipé? -preguntó Paul a Anne.
Vi que Anne estaba a punto de aceptar cuando se dió cuenta que seguía siendo su exnovio. Se dió la vuelta con porte digno y se fue de allí con la cabeza alta.
-Ya nos veremos -se despidió Paul y la siguió deprisa.
Me volví hacia mis amigos.
-¿En serio que no queréis apostar? -les pregunté.
Adrián negó con la cabeza sonriendo y Diana le dirigió otra mirada ceñuda a James.
-¿Vamos a las Tres Escobas? -preguntó James.
-Esta bien -aceptó Di a regañadientes- pero solo...
-Solo una cerveza de mantequilla -terminé yo con fastidio- lo sé, ya me lo has dicho.
-¿Vamos, pues? -preguntó Adrián.
-¿Podemos ir antes a Sortilegios Weasley? -pregunté a James.
Él asintió con alegría.
-Adelantaos -les dije a mis amigos- ahora iremos.
Diana nos miró dubitativa.
Miré a Adrián.
-Vamos -dijo él cogiendole la mano y sonrojandose.
Observé como se alejaban.
Luego sonreí a James y empecé a caminar.
-Esto... Sortilegios Weasley esta por allí -me señaló él.
-Es que yo no quiero ir allí.
Me miró extrañado.
-Pero...
-Era para que estuvieran los dos solos -lo corté- esa, de hecho, era la idea principal de la cita doble, que mis amigos acaben juntos.
-Pero -preguntó él confundido- tú...
-Me encantaría ir a Sortilegios Weasley pero no tengo dinero para comprar nada.
James me miró, seguramente asimilando mis palabras.
-Todo lo has hecho por tus amigos -afirmó.
Rodé los ojos divertida.
-¿Por quién si no? -pregunté- están tan enamorados y son tan patéticos.
-Pero eres tú a la que no le gusta tener citas con extraños.
-¿Qué tengo que ver yo con todo esto? -pregunté extrañada.
James abrió la boca y la volvió a cerrar. De un salto de puso a mi lado y sonrió con fanfarronería.
-Bien, ¿qué quieres hacer? -me preguntó.
-Lo dejo a tu elección -respondí encogiéndome de hombros- de Hogsmeade solo conozco Las Tres Escobas y la calle principal.
Me miró con picardía.
-Y dime, preciosa, ¿has estado alguna vez en la Casa de lo Gritos?

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora