Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)

Capítulo 26

Si hay algo que odié son los TIMOS. 

Es decir, ¿qué necesidad hay de torturarnos de esa manera? 

Me senté inquieta en la silla del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Solo de pensar en los TIMOS, mi ánimo caía tan bajo como si cogiera un ascensor hacia el infierno. El ánimo de Diana no estaba mucho mejor y no solamente por los TIMOS.

-Soñaaar es deseaar la diicha, de nueestro poorveniir, loo quee el corazóon anhelaaa... -canturreó Anne detrás nuestro.

Deseé que se reconciliara ya con Paul, por si no era suficiente escucharla al despertarse también había que escucharla en las clases. Le lancé una mirada mortal a Diana por haber desatado el repertorio de Cenicienta. Mi amiga apoyó su cabeza en la mesa, desesperada.

-Mis príncipes y princesas -exclamo la profesora al entrar en la clase- ¿qué tal estáis hoy?

Vamos a ver, sin contar con que casi no he dormido, que me ha despertado Anne Blofis cantando, que tengo que averiguar quién le saca fotos a los Potter y que tengo que sacarme los TIMOS, las cosas me van muy bien. Además, si me fueran mal tampoco se lo contaría.

-Muy bien señorita -soltamos todos en un tono cansino que indicaba todo menos que estábamos de acuerdo con lo que habíamos dicho.

-Louse -nos corrigió- me gusta que alumnos y profesores sean cercanos, sobre todo porque todos formamos una gran familia.

-Si es como la mía -me susurró Diana- más vale que sigamos manteniendo las distancias con los profesores.

Me encogí de hombros.

-Mientras no sea como la mía -aporté- seré feliz.

-Chss -nos chistó Adrián desde delante.

-A ver, príncipes y princesas -empezó Louse dando un golpe de varita que escribió el tema en la pizarra- ¿Algún valiente o valienta puede decirme algo sobre Azkaban?

Bien, creo que se refería a algo más que decirle que ella tendría que estar dentro. Sin contar con que el tema era una chorrada que dimos en nuestro tercer curso, deberían prohibir a la gente hablar así.

Adrián soltó un suspiro cansado y al ver que todos los Ravenclaw habían levantado la mano para responder, sacó un libro y se puso a leerlo. El libro en cuestión era el de las familias de sangre pura, Adrián lo había visto por nuestra Sala Común (ups) y como yo ya no lo iba a necesitar más y él tenía curiosidad se lo estaba leyendo. Lo bueno es que así lo devolvía él a la biblioteca. Yupi.

Me puse la mano delante de la boca para que nadie me viera el bostezo y me froté los ojos. Estaba realmente cansada.

-Para esta clase deberíamos habernos quedado durmiendo -me susurró Diana simulando que tomaba notas.

Me encogí de hombros sin ánimo de contestar.

-Nos hubiéramos perdido la pérdida de la magia de hadas a princesas -comenté. Que no tuviera ánimo de contestar no significa que no lo hiciera- aunque también podemos ser princesas con poderes de hadas o ¡mejor! ¡princesas de las hadas! ¡como Barbie! Adri amaba Barbie.

Robin nos chistó. Lo ignoré. Para la mierda de clase de dábamos...

-¿Quién es Barbie?

Mi intención de responder se vio truncada por la aparición de Louse delante de nosotras proyectando su sombra en nuestra mesa. Adrián había escondido el libro y, muy prudentemente, tenía sacados unos apuntes antiguos para dar a entender que estaba prestando atención. Tramposo.