Capítulo 32

4K 313 398
                                    

Las vacaciones pasaron demasiado rápido.

Demasiado, demasiado rápido.

En cuanto me quería dar cuenta ya estaba de nuevo en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras con las princesa de las hadas dándonos clase.

No había visto a James ningún día así que me había sido imposible agradecerle el regalo o devolverle el mapa del Merodeador.

Todo seguía yendo normal.

-Y mañana, mis príncipes y princesas, daremos la primera clase de duelo -nos dijo Louse amablemente- tenemos que estar preparados para los TIMOS.

Los TIMOS. Otra cosa que se me estaba olvidando, no podía con tanto estrés.

-Sarah, hadita preciosa, ¿puedes quedarte un momentito? 

Les dirigí una mirada de socorro a mis amigos pero estos me dedicaron una sonrisa y se dirigieron a Transformaciones.

Suspiré y, resignada, andé hasta la mesa de la profesora.

-¿Si, profesora?

-Louse -me corrigió al instante. 

Impaciente, esperé a que la profesora hablara pero esta observaba a los alumnos marcharse de su clase hasta que quedamos las dos solas. Espeluznante. Louse se sentó en su silla y con paciencia empezó a escribir algo al tiempo que hablaba.

-Te he estado observando, mi adorada doncella.

Eso no sonaba acosador para nada.

Pero desgraciadamente era verdad, de vez en cuando las profesora me dirigía miradas de compasión y me miraba la barriga. Era realmente incómodo.

-El caso es que sea lo que sea la poción que te estés tomando para ocultar al niño seguro que no es buena para tu salud -Suspiré, muy cansada para llevarle la contraria- Entiendo que te sientas sola -siguió hablando- pero quiero que sepas que tienes una amiga en mí y que tus verdaderos amigos no te juzgarán -Louse dejó de escribir y me miró fijamente- y si necesitas ayuda puedo hablar con James, él es un poco traviesillo pero...

Louse se paró en seco y volvió a sonreír con entusiasmo.

-¡Eres metamórfomaga! -exclamó con alegría- Como yo.

No hizo falta que dijera nada más, me llevé la mano al pelo y maldecí al coger un mechón pelirrojo. Chasqueé la lengua con irritación y me concentré en volverlo a mi estado natural (aunque si hubiera sabido lo que venía después no me hubiera molestado).

-Por eso puedes ocultar al bebé -siguió hablando una muy emocionada profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras- ya puedes marcharte a tu siguiente clase. Si te preguntan diles que has estado hablando conmigo -y me guiñó un ojo, cómplice.

Diug. 

Me esforcé en mostrar una amable sonrisa antes de salir lo más deprisa que pude de su clase. Lo último que quería era que se pusiera a aconsejarme sobre dónde comprar ropa de bebé.

Con un poco de suerte el profesor Lupin no me diría nada. Es decir, ese profesor es caótico. ¿Cómo llegó a profesor? Bueno, todo el mundo sabía la historia. El profesor Lupin había optado por el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras por años pero siempre se negaban a dárselo porque según mucha gente el puesto seguía "maldito" y nadie duraba más de un año. Deseé que fuese así, de forma no tendría que aguantar a Louse y sus consejos de madre del año por mucho tiempo.

De todas formas, las clases de Transformaciones solían ser divertidas. El profesor era joven, lo cuál siempre gusta (en el sentido de divertido no de ligárselo, claro), y en general, se podía decir que aprendíamos bastante. Aunque las clases eran muy ruidosas y caóticas. En general, el profesor Lupin enseñaba un hechizo y luego nos dejaba que lo practicáramos a nuestra bola, si teníamos dudas se las podíamos consultar y una vez a la semana había que entregar un trabajo sobre un campo del área de la Transformación que nos interesara. Era un chollo.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora