Capítulo 22

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Puedo decir con seguridad que no he visto a nadie más alucinado en mi vida que a Lily Luna Potter aquella mañana al vernos en el pasillo. Supongo que los otros también tenían la misma expresión, pero yo solo me fijé en ella arqueando una ceja en un claro "Tu hermano es un imbécil pero está sentado en mitad del pasillo conmigo como si fuésemos amigos". No sé si en algún momento de mi vida tuve el título de amiga de James Potter. Nunca lo hablamos, así que podéis estar tranquilos, no hubo momento friendzone (aunque con Diana y Adrián si lo hubo, supongo que querrían compensar).

Hugo Weasley ladeó la cabeza sin dejar de mirarnos fijamente, al igual que con Maddie, generalmente puedo ver cuando piensa ese chico, si lo escuchas bien puedes escuchar los engranajes de su cabeza moviéndose. Y en aquel momento se movían mucho.

A pesar de las miradas de Hugo y Lily Luna, fue la chica pelirroja la que habló:

-James, ¿qué haces ahí?

No fue hasta mucho más tiempo, cuando ya me empezaron a considerar parte de la familia, cuando dejaron de hacer como si yo no estuviera allí. Es algo que pasa a menudo cada vez que llega alguien nuevo. La familia siempre suele hablar, preguntar o tocar a otro Weasley (con excepciones de Longbottom o Scamander, claro) como si el extraño no estuviera.

James toqueteó una melodía pegadiza en la pared de piedra. Luego, su cerebro pareció registrar la pregunta de la chica y respondió acercándose y pasándome un brazo por encima de los hombros.

-Aquí, pasando el rato con la chica que no me quiere decir su segundo nombre.

Fue realmente agradable que no dijera mi primer nombre, ella se hubiese acordado de la mentira que se decía por los pasillos (y que James se había encargado de crear). De esa forma, ella solo se unió al club de Hugo de mirarnos ladeando la cabeza. Aunque de eso último yo tuve la culpa al volverme hacia él, provocando que su brazo que estaba asentado cómodamente en mis hombros se cayera de estos. (En realidad el hecho que hizo que me miraran así fue que al volverme, mi cabeza se había encontrado peligrosamente cerca de la suya, tanto que hasta había podido olerlo)(Y sí, olía bien, sé que os estáis preguntando eso). 

-De hecho  -agregué volviéndome otra vez hacia los chicos- yo estaba demostrando que soy excesivamente orgullosa y él, el imbécil.

Una sonrisa bailó por los labios de la chica. Lily fue menos discreta.

-¿Estáis saliendo?

Ahora que lo pienso, mucho menos discreta.

-Él está haciendo el imbécil y yo estoy haciéndome la orgullosa -repetí.

-No estoy haciendo el imbécil -protestó él- solo no estoy siendo educado.

Tenía una cara.

-De verdad -repetí- si no fuera por mi orgullo ahora estarías solo en este pasillo y yo en la otra punta del castillo.

-No puedes correr tanto-replicó él.

Tenía razón, por supuesto. Correr no estaba en la lista de las cosas que podía hacer en esos días, pero no le iba a dar la razón, delante estaba su familia.

-Eso no te quita lo imbécil.

-¿Que no puedas correr?

Quería matarlo. Otra vez.

-Que pienses que con chantajes puedes controlarme -dije refiriéndome a la mentira que había expandido por el colegio para que yo me quedara callada y quieta.

Estuve, además, a punto de añadir "¡Y soy Divergente, no puedo ser controlada!" pero dudaba que él pillara el chiste y la chica se me adelantó.

-¡Es Divergente, no puede ser controlada! -exclamó la pelirroja con un grito triunfal y movió la mano izquierda en el aire con energía.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora