Capítulo 21

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Hablar con Albus me había sentado de maravilla. Tanto, que al día siguiente me levanté de muy buen humor.

Aunque el hecho de que fuera sábado también ayudó, la verdad. Los sábados que no se iba a Hogsmeade era maravillosos. No te tenías que levantar temprano, Anne no te cantaba en la oreja y Diana no se levantaba de tan mal humor. Ese día, de hecho, ella seguía dormida cuando, con el uniforme, peinada y duchada, salí de la habitación y bajé a mi Sala Común. 

El plan del día era agradable; desayunar, hacer el vago, pasear (sobretodo por la mañana cuando Diana no estaba vigilándome) y leer.

Mis planes se fueron a la porra cuando ví a Julia salir de la Sala Común muy elegante.

Antes de nada, yo no soy cotilla. Por lo menos no más de lo que lo son todas las personas que conozco. Y es bastante comprensible que siguiera a Julia por el castillo por curiosidad. La chica había dado un cambio abismal desde que la conocía.

Pequeño spolier: Nunca me enteré de lo que pasó.

Al doblar la esquina me choqué (literalmente) con James.

-¡Chica que no me quiere decir su segundo nombre! -exclamó- ¡Te estaba buscando!

Su sonrisa podría hacerle competencia al mismo sol. Era tan brillante y alegre que me deslumbró.

-Por favor, deja de sonreír así -le pedí, desde el suelo- Te pareces peligrosamente a Katherine Sheperd.

-Seguro que yo soy más atractivo.

-Y más maleducado -repliqué y le indiqué con la cabeza al suelo.

James se metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros.

-He descubierto que cada vez que le ofreces la mano a una chica a la que acabas de tirar, ella se empeña en ignorarla y levantarse sola por muestra de orgullo -el chico me sonrió burlonamente- por eso prefiero evitar extender la mano.

-Sí, seguro que el esfuerzo te hernia -ironicé- ¿tú no decías que querías ser un caballero?

-Reconoce que lo que quieres es que te coja de las manos -James arqueó una ceja y, lamentablemente, no borró su alegre sonrisa. A ver me había levantado de buen humor, pero no tanto.

-Sirius, al igual que las otras chicas, soy lo suficientemente orgullosa de quedarme aquí sentada hasta que me des la mano y me ayudes a levantarme -dije- Así que saca la mano del bolsillo o lárgate pero, por favor, haz algo. Y quita esa sonrisa, por supuesto que eres más guapa que Katherine Sheperd.

Y James, con toda la cara del mundo, se sentó a mi lado.

No lo estrangulé porque no llegaba.

-¿Qué te cuentas de la vida, chica que no me quiere decir su segundo nombre?

Lo miré fijamente. James era un chico muy guapo. Su brillante sonrisa que había considerado irritante al principio se me estaba haciendo cada vez más bonita. Ventajas de estar bueno, supongo.

-Mucho menos que tú, Sirius, estoy segura de eso -me acomodé en el suelo, tenía la impresión (no equivocada, por cierto) de que iba a estar mucho rato ahí sentada. Lamenté no tener cerca una pared, posiblemente terminara como el Jorobado de Notredame pero sin cantar tan bien.

-¿Por qué lo dices?

Le dirigí mi mejor mirada irritada.

-Quemar libros, hacer que huyan de los Ravenclaws, la estatua de su fundadora de diferente color, las puertas pegajosas, duendecillos de Cornualles con café en su Sala Común -apreté los labios mientras negaba con la cabeza.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora