Capítulo 31

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La primera vez que tuve una verdadera conversación con Alice Longbottom era Navidad.

Yo ya había intercambiado un par de palabras con ella; un hola, un adiós,... pero aquella fue la primera vez que hablamos más tiempo y sin que Albus estuviera allí. Albus. Qué maldición de niño de verdad. Recordaba haberle dicho que procurara no pasar las tardes en mi Sala Común con Alice porque Anne se ponía insoportable, así que el amable Slytherin pasaba allí también los fines de semana. Maldita serpiente.

El día que empezaban las vacaciones de Navidad era el mismo día que los alumnos se iban a casa con sus familias. Tanto Diana como yo nos quedábamos en el castillo disfrutando de un agradable clima lleno de tranquilidad, algo que en Hogwarts solía escasear.

Ese día, Anne había decidido que teníamos que bajar a despedirla, así que Diana y yo nos encontrábamos dormidas y apretujadas en uno de los sillones de la Sala Común que estaba más cerca del fuego ya que nuestra compañera de cuarto parecía haberse olvidado de nosotras. Todo un detalle debido a que habíamos tenido que levantarnos temprano.

-¿Sarah? ¿Sarah Streek?

No voy a mentir, por un momento pensé que estaba en mi cuarto hasta que me di cuenta de varias cosas que hacían imposible ese hecho:

1) Anne no me cantaba al oído.

2) Diana no gritaba y ni se quejaba.

3) Ninguna de mis compañeras de cuarto me llamaría tan suavemente (Julia no cuenta, ella ya no aparecía ni por la Sala Común).

4) No recordaba mi cama tan estrecha.

5) Tenía el pie de Diana en la boca.

Abrí los ojos rápidamente y me giré para ver quién me había despertado con tal mala suerte que acabé rodando por el suelo. 

Gracias alfombra, te debo mi vida (a ella y a los polvos flu)

Miré a mi mejor amiga que se había dado la vuelta y seguía durmiendo tan ricamente. Después alcé la cabeza y vi a Alice Longbottom.

Alice era bastante guapa. Tenía unos preciosos ojos azul oscuro y el cabello castaño tirando a rubio. La chica tenía puesto unos vaqueros y un jersey amarillo con una A enorme en el medio. Ah, y estaba en el suelo. Aunque eso último no me sorprende lo más mínimo, Alice siempre estaba en el suelo, era terriblemente torpe.

-¿Sarah, verdad? -preguntó Alice mientras se levantaba tambaleándose- Bueno sé que eres Sarah -aclaró rápidamente- pero no sabía como despertarte. ¿He hecho bien llamándote Sarah? Es que hay veces en que me llaman por el apellido y no sé si debo llamarte por el nombre o por el apellido o por el apodo de la familia. ¿Sabes que hay muchas apuestas sobre cuál es tu segundo nombre? Todo el mundo quiere sobornar a Lily para que lo diga... ¡eso no debía decírtelo! Quiero decir que no es correcto, ¿te ha molestado? Oh, ¿debo preguntarte esto?...

Alice se llevó las manos a la cara, avergonzada, y rió nerviosamente.

-Puedes llamarme Sarah -la tranquilicé.

Alice suspiró y sonrió levemente.

-Gracias -dijo- quiero decir... ¿debo decir gracias? ¡Agg! -Alice movió las manos nerviosa- Que me voy a casa por navidad y James me ha dicho que te enviará el regalo en unos días, ¿qué crees que te va a regalar? ¿has visto el pelo de Zabini? Esta muy brillante, ¿qué champú usa? ¿debo llamarla Zabini o Diana? -Alice paró el torrente de palabras nerviosas que salían de su boca, respiró profundamente y siguió- que... me ha dicho que te dé esto -y con una brillante sonrisa me pasó un pergamino con una nota- y... ¡Feliz Navidad! 

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora