Capítulo 5

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Diana siguió creyendo que había sido una inconsciente durante la siguiente media hora.
Supongo que fue realmente bueno que Adrián estuviera allí y que Historia de la Magia fuera la clase más aburrida que existe.
Entre tanto Anne se había recoinciliado con Paul y se estaban declarando su amor mediante asquerosos besos al final de la clase. Seguramente Anne se quedaría con el pantalón.
-Estaba completamente seguro que no llegarían a Cuidado de Criaturas Mágicas sin que se hubieran recoinciliado -murmuró Adrián mirando a Anne y Paul.
-Con razón eres un Ravenclaw, Adri -contesté irónicamente- yo no tenía ni idea, no es como si hicieran eso todo el rato.
-Yo pensaba que iban a durar más -comentó Diana- parecían bastante enfadados.
-El día que estos dos se enfaden de verdad, me como el Sombrero Seleccionador -dije.
-Yo no creo que lo hagan.
-Yo creo que sí -la contradijo Adrián y se le pusieron las orejas rojas- algún día de enfadarán de verdad y te daré el Sombrero con pimienta.
-Ja, ja, ja -contesté marcando los jas- ¿te he dicho alguna vez que eres pésimo haciendo chistes?
-¿Te he dicho alguna vez que tienes que atender en esta clase? -contratacó.
-¿Quieres que atienda en esta clase? Cuando muera de aburrimiento supremo tendrás esa carga sobre tu conciencia.
-Estoy segura que lo superará -dijo Diana secamente- pero tiene razón...
-Yo siempre tengo razón.
- ... nadie atiende en esta clase -siguió ella sin hacerme caso y señaló a nuestros compañeros- los que lo intentan, mira como acaban.
Observamos a los alumnos de la primera fila. Estaban todos dormidos.
-Estoy segura que es más fácil sobrevivir a Voldemort que atender en Historia de la Magia -dije yo- aparte, tú no eres el más indicado para hablar.
Adrián suspiró pesadamente. Como todo Ravenclaw odia perder discusiones.
-¿Entonces cuál es el plan? -preguntó él al rato.
-¿Me he perdido algo? -pregunté- ¿el plan de qué?
-¿Nos hemos perdido nosotros algo? -preguntó Diana- ¿va todo bien?
Suspiré. Ya sabía de que era el plan.
-Ah ya, ese plan.
-No conocemos otro que tenga que ver contigo -dijo Adrián.
-Sí, bueno, el plan es fácil -dije yo- creamos una distracción, Adrián entra, Adrián sale con lo necesario y todos felices.
Mis dos amigos se miraron.
-Adri -dijo Diana- algo me dice que tendremos que perfeccionar el plan.
Sonreí mientras toqueteaba la canción de la Bella y la Bestia en el pupitre.
-Yo no veo ningún fallo, pero si queréis hacer un plan más complicado para acabar improvisando...
Dejé la frase en el aire.
-Ladrona, lo que vamos a hacer es difícil.
-Nos vamos a colar en el despacho de un profesor, no a matar a un basilisco -dije- además Adri, tu dices muchas veces que las cosas son más fáciles de lo que parecen.
Sonreí al acordarme que le había dicho eso mismo a James cuando casi explota la entrada del colegio.
-Hay cosas que son más fáciles de lo que parecen -dijo- pero hay otras cosas que no parecen difíciles, lo son.
Mis dedos siguieron toqueteando la canción.
-Alentador.
Diana me miró con preocupación.
-Sarah, esto es serio.
Suspiré. Eso ya lo sabía.
-¿O crees que no me di cuenta de tu mueca cuando te abracé ayer en el tren? -siguió ella.
Mis dedos de quedaron quietos.
Realmente tenía la esperanza de que no se habría dado cuenta.
-Tienes que dejar de pasar tiempo con Adri -dije intentando aliviar el ambiente- te estás volviendo demasiado observadora.
Adrián suspiró, negando con la cabeza. Era realmente frustrante la cantidad de suspiros que llevábamos ya, y eso que aún estábamos en la primera clase.
"Sí señor, alentador" pensé.
-Ojalá tuviéramos una capa de invisibilidad -se quejó mi amiga- todo sería mucho más fácil.
-Puedes probar a pedirsela a los Reyes en la próxima Navidad -sugerí- pero no creo que las vendan por Internet.
-¿Qué es el interior?¿Y por qué hay que pedirsela a la reina muggle?
Adrián esbozó una pequeña sonrisa.
-Es Internet -aclaró- una red muggle dónde se pueden hacer muchas cosas y lo de los Reyes es un cuento muggle de España para traer regalos a los niños.
-Es -aclaré yo- como un Santa Claus pero sin barriga, sin vestir de rojo, sin reírse raro, con barba más larga y por triplicado.
Diana sacudió la cabeza, seguramente intentando aclarar el cacao mental que le acababa de producir con la Navidad nada más empezar el curso.
-¿Podemos centrarnos? -preguntó Adrián exasperado.
Y como si hubiera dicho unas palabras mágicas, todos los que estaban dormidos se despertaron.
Ese hecho no tuvo nada que ver con que Adrián dijera lo que dijo; sólo era el cambio de clase.
-¿Qué nos toca? -pregunté a Diana saliendo de la clase.
Si observó su horario.
-Cuidado de Criaturas Mágicas -contestó- con Gryffindor.
-Genial, mi clase favorita -dije con ironía- ehh, vosotros, los de la esquina -les grité a Paul y a Anne- nos toca amaestrar criaturas salvajes caníbales con el profesor semigigante y la casa de los valientes ¿vais a seguir pegados todo el día?
-¿Qué te toca a ti? -preguntó Diana a su amor platónico.
-Herbología -gruñó- con Slytherin.
Estuve a punto de gritarle "Ja, pringao". Pero no soy tan mala.
-Valor amigo -le dije dándole una palmada en la espalda- demuestra que sirves bien a tu casa.
-Estoy en la casa de los inteligentes ¿recuerdas? -me contestó con una pequeña sonrisa.
-¡Ánimo! Después nos toca Defensa Contra las Artes Oscuras -lo consoló Diana y añadió con un toque de ironía- ¿Y a que no sabes con quién?
-Ravenclaw -contestó sin dudar.
-Bingo -contesté yo alzando el puño.
Sonreí mientras bajabamos hacia la cabaña del guardabosques.
Quién quiera que hiciera los horarios no se había complicado mucho la vida, casi siempre ponía a Slytherin y Gryffindor dando Pociones, Transformaciones, Defensa Contra las Artes Oscuras e Historia de la Magia. Por defecto esas mismas asignaturas las dábamos con Ravenclaw. Luego los Hufflepuff solíamos dar Cuidado de Criaturas Mágicas y Herbología con Gryffindor y Encantamientos y Adivinación con Slytherin.
Me gustaba ese horario, teníamos un montón de clases con Adrián. Aunque los profesores querían ver sangre al poner a Gryffindor y Slytherin tantas horas juntos, no me extraña que no se pudieran ni ver.
-Sarah, Sarah -me llamó Diana- te estoy hablando ¿has escuchado algo de lo que te he dicho?
No había escuchado nada.
-Claro -afirmé sonriendo.
-¿Qué he dicho? -preguntó suspirando.
-Lo mucho que te alegras de ser mi amiga y que le vas a declarar a Adrián tu amor en cuanto lo veas.
-No me has escuchado nada.
Las clases de Hagrid solían ser o muy aburridas o muy terroríficas. Pero la primera semana de cada mes era guay. Durante esa semana hacíamos pequeños grupos y nos metíamos en la parte menos peligrosa del Bosque Prohibido, teníamos que buscar diez criaturas mágicas, clasificarlas y definirlas. Por supuesto nadie hacia eso; sólo dábamos un paseo por el bosque y el día anterior a la entrega de los deberes, todos abríamos el libro de esa asignatura y copiábamos las primeras diez que veíamos.
Esta clase no fue una excepción.
Diana y yo encontramos un buen árbol y nos sentamos a hablar.
-¿Qué me estabas diciendo cuando veníamos para acá? -pregunté.
-¿Que qué es Bingo?
Arqueé una ceja. Y procedí a intentar explicarle cómo se juega al Bingo. Debí haber sabido que era misión imposible, Diana no comprendía a los muggles, le parecían lejanos a ella, para ella los muggles eran como una de las criaturas que hay que copiar a última hora para esa signatura. Algo lejano e incomprensible. No es que no le gusten los muggles, solo no los comprende.
-¿Y para qué gritas Bingo?
-Para que todos sepan que has ganado.
-¿Y para qué lo quieren saber?
-Para que te quedes tú el premio, si no dices se lo lleva otro.
Diana negó con la cabeza con ceño fruncido intentando comprender.
Decidí cambiar de tema.
-¿Qué tal vas con Adrián? -pregunté.
Ella se deslizó todavía más por el tronco con gesto abatido.
-Mal, él ni siquiera se fija en mi.
-Entonces necesitas unas gafas.
-Déjalo -suspiró- es imposible, nunca se va ha fijar en mí, es demasiado para mí.
-Por Merlín, no llevo tocando el violín cinco años para que me vengas con ese cuento.
-¿Qué cuento? -preguntó exaltada- es la verdad.
Me di una palmada en la cabeza.
-¿Sabes lo que leí una vez? -pregunté- que a veces cuando te das un golpe en la cabeza te vuelves tonto y que hace falta otro golpe en la cabeza para volverlo normal. ¿Tú crees que si probamos ese método contigo dejarás de ser tan idiota en este tema o es un caso perdido?
Una de las muchas virtudes que tiene Diana es que sabe sacar de un texto largo, la idea principal.
-Pero él es demasiado para mí -repitió.
-Por Merlín ¿dónde está la pistola?
-¿Qué es una pistola?
Estuve a punto de darme un cabezazo contra el árbol pero no quería probar yo el método del golpe y quedarme tonta de por vida. Suficiente tenía ya.
Entonces, mientras hacía el estúpido intento de explicarle lo que es una pistola a mi amiga, noté que me observaban.
Miré a los lados incómoda, sin dejar de hablar. Y lo localicé.
James me miraba desde su grupo, en uno de los árboles más lejanos. Me miraba con cierta curiosidad, como si yo fuera una nueva criatura mágica recién descubierta.
En cuanto vió que lo había descubierto, me dedicó su típica sonrisa arrogante y movió los labios para decirme algo. No lo entendí, pero seguramente llevaba la palabra 'preciosa'.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora