Capítulo 11

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En un tronco tumbado y mohoso,  cerca de una casa falsamente encantada, James me contó una historia de amistad y de traición.
En curioso como pasan las cosas, como ocurre ese fenómeno al que llaman efecto mariposa; si yo no hubiera saltado sobre Adrián para coger la rama de chocolate y luego lo hubiera obligado a él a coger su libro, yo no habría estado enfrente de la Casa de los Gritos esa mañana, dispuesta a vivir una de las muchas aventuras que te podían caer en Hogwarts.
Pero en ese momento yo lo sabía. Solo era una chica con una sentido del humor enfermizo y una sonrisa falsa que se estaba enamorando del merodeador sin darse cuenta. Irónico ya que había sido advertida, creo que siempre fui pésima en Adivinación.
-Lunático murió el 2 de Mayo en la batalla de Hogwarts con su mujer -terminó de explicar- dejó a su hijo huérfano con unos meses con su abuela Andrómeda y su padrino, que es mi padre.
Asentí.
-Entonces, el profesor Lupin -pregunté- ¿es el hijo de Lunático, el hombre lobo? -asintió- eso explica muchas cosas -rió levemente- pero ¿no es licántropo? ¿o sí? No es que tenga algo en contra de los hombres lobo -añadí rápidamente- pero...
-No -interrumpió- no es licántropo, los genes de su madre fueron más fuertes.
-Es metamorfogo -musité- como yo.
James me miró sorprendido.
-¿Eres metamórfaga? -preguntó con sorpresa.
Cerré los ojos y me concentré para poner mi pelo verde.
Cuando los abrí James me miraba sonriente y con cierta admiración.
-Guau -exclamó- ¡qué chulada!
Sonreí agradecida.
-Gracias por tu valoración.
Sus ojos me miraban fijamente poniéndome nerviosa. Volví a cerrar los ojos para poner mi pelo normal pero cuando los abrí, él seguía mirándome.
Aparte la mirada de sus ojos chocolate y miré con aparente interés la cancela de hierro oxidada.
-¿Se puede entrar? -pregunté
James frunció el ceño cuando miró la casa.
-No lo sé -respondió- nunca he entrado.
Me levanté y me dirigí a la verja. Toqué el candado oxidado manchándome los dedos.
-Parece que no -susurró a mi lado.
Observé el candado con interés. El pasar tiempo con Adrián esos cinco años empezó a hacer efecto.
-Lo parece -musité- pero no. Es un hechizo ilusitorio.
-¿Un hechizo qué? -preguntó con el ceño fruncido.
Me reprendí mentalmente cuando pensé que se veía muy guapo con el ceño fruncido.
-Mira el candado fijamente -le dije- ¿no lo ves un poco borroso?
Lo miró sin pestañear.
-Ajá.
-Tócalo -ordené- cuando lo haces se ve todavía más borroso.
-No tiene sentido -comentó mientras lo tocaba- no creo que nadie tenga demasiado interés en encantar un candado de una casa deshabitada.
-Al contrario -le contradije- tiene mucho sentido; si esta encantado para que parezca cerrado...
-Significa que hay alguien dentro que no quiere que se sepa que esta aquí -continuó él- pero, ¿qué interés tiene alguien en estar aquí sin que nadie lo sepa? También puede dormir en el hostal, nadie preguntaría.
-Esa es una buena pregunta.
-Vamos.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora