Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)

Epílogo

Hay un cuaderno azul sobre una mesa en un dormitorio. Al lado de la mesa, y mirándose en un espejo, una mujer de pelo rojo y un bonito vestido azul se observa a sí mismas. Sus ojos azules, del mismo tono del vestido, le devuelven la mirada alegre.

La mujer se observa de perfil y de frente, y se toca el vientre con expresión pensativa. Sin moverse ni un ápice, por el reflejo del espejo, observa cómo su marido, con gafas manchadas, la túnica arrugada, el pelo revuelto y la corbata en la mano, se apoya en el marco de la puerta y cambia el ceño fruncido con el que llegó a la habitación por una sonrisa.

-Marilyn -llama James Potter y su novia arquea una ceja- ¿te acuerdas de cómo se ponía la corbata?

Sarah frunce levamente el ceño mientras niega con la cabeza.

-¿Frank no os dió unas clases de cómo hacerlo?

-Es posible -asintió dudando- pero creo que me las salté.

Sarah rueda los ojos sin dudar ni un momento de lo que ha dicho James.

-Estas preciosa -dice James con una sonrisa mirándola de arriba a abajo.

-No lo vamos a llamar Benjamin.

-Lo digo en serio -protesta él.

-Yo también. Ni si quiera sabemos si es niño.

James abre la boca para replicar pero, en ese momento, una persona acaba de entrar por la chimenea de abajo y se ha golpeado con una silla al subir la escalera corriendo. Instantes después, Fred Weasley aparece por la puerta.

-Deberíais quitar la silla del final de la escalera -aconseja el pelirrojo también con una corbata en la mano- algún día os vais a matar y yo iré a vuestras tumbas a decir "¡Os lo dije!". Por cierto, Sarah Marilyn, ¿sabes cómo poner la corbata?

La pareja se mira cómplice. Ellos saben perfectamente que el único que se tropieza con esa silla al subir la escalera es Fred, y por lo tanto, no la quieren quitar para saber cuando él está en su casa. Fred suele ir mucho por su casa.

-¿Tú tampoco fuiste a las clases de Frank de cómo ponerla? -pregunta volviéndose.

Fred frunce el ceño.

-¿Había clases?

Con el filo de la corbata, James se limpia las gafas y entra completamente en la habitación.

-Las había -afirma- ¿por qué no te la pone tu novia? Seguro que sabe.

-Porque ha sido raptada por mi hermana, mi madre y el resto de las chicas de la familia. La última vez que intenté entrar para ver a una novia me arrojaron un maniquí a la cabeza. Ni siquiera sé qué hacían con un maniquí.

-El vestido de novia estaba ahí colocado -explica Sarah y se acerca a su amigo.

Cogiendo dudosa la varita, Sarah duda si hacer un hechizo para poner la corbata que aprendió hace tiempo. El problema es que ella no está segura si ese hechizo es para poner la corbata o para estrangular a alguien con una corbata.

-¿Viene Albus, no? -pregunta Fred mientras dejaba que Sarah observara la corbata y James se sentaba en la silla giratoria al lado del escritorio.

Ella asiente.

-No creo que se atreva a lo contrario -murmura James risueño- aunque la pregunta es si llegará a tiempo.

-¿Dónde está ahora? -pregunta Fred curioso.

-Creo que estuvo en Japón hace poco -comenta Sarah y le devuelve la corbata al pelirrojo.

-Ahora está en el Himalaya -dice James alzando los brazos para dar énfasis- lo dijo en la última carta.