Capítulo 55

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La regañina de Diana se oyó en toda la Madriguera, estoy segura.

Y Albus me lo dijo.

-Eh, cuñada -me saludó asomando su cabeza por la puerta una vez que mis amigos se hubieron ido- ¿te han dicho alguna vez que. . .?

-¿Que mis amigos parecen mis padres? -terminé yo arqueando una ceja- más veces de las que me gustaría, créeme.

Albus pareció que se encogió de hombros y entró en la habitación completamente.

-¿Has visto a Rose? -me preguntó metiéndose las manos en los bolsillos.

-No me puedo mover de esta cama y la puerta está siempre cerrada -señalé irritada.

-Y yo veo que eso te tiene de un humor estupendo. ¿No la has visto entonces?

Suspiré y cambié de postura. Llevaba varios interminables días acostada y no veía la hora de levantarme. Pero Victoire decía que todavía estaba muy débil. Seguro que seguía resentida por haber perdido dinero con la apuesta de mi nombre.

-Estará leyendo -sugerí vagamente y quise tener un libro en ese momento.

-Es Rose -replicó él rodando los ojos- claro que estará leyendo pero ¿dónde. . .? Bah, da igual, que se encargue su hermano. ¿Qué estabas haciendo?

Volví a cambiar de postura.

-¿Sabes que la pared de enfrente tiene distintos tonos de marrón? -pregunté mirándola mientras ladeaba la cabeza- ¿qué pasó? ¿se equivocaron con la pintura o qué?

Albus miró a la pared y luego me miró preocupado.

-No está pintada.

Ahhhh. Eso explicaba muchas cosas.

-¿Sabes? -dijo él sentándose en mi cama- nunca entendí a las personas que dicen: "Sí, ¿o qué?". No tiene sentido, ¿para qué lo dicen? Por ejemplo, vas de compras y dices: "Voy de compras" y la otra persona responde "Sí, ¿o qué?". ¡Pues sí! ¡Voy de compras! Lo he dicho antes.

Lo miré curiosa.

-No es que no me interese tu interesante aportación en la filosofía del lenguaje, ¿pero a qué viene esto?

-Te aburrías, yo también. Se llama dar conversación. Por cierto, tengo algo para tí.

Albus sonrió y sacó un pequeño papelito del bolsillo. Lo cogí, era una carta.

Hola Sarah,

lo sé todo.

Si quieres saberlo, ven a hablar conmigo.

Maddie

Y había unos números y un montón de puntos en el resto de la hoja.

Miré a Albus, seguramente tenía un signo de interrogación en la cara.

-¿Puedo? -preguntó él y cogió el papel cuando asentí.

Albus lo leyó, alzó el papel y lo volvió a leer mirando al techo. Cuando me volvió a mirar, sonreía y sus ojos brillaban.

-Bien, es brillante. Brillante, ¿no crees? No le digas nunca que he dicho eso, Cooper puede interpretarlo cómo una pedida de mano. Aunque que sea ella explica porqué me llegó a mí la carta.

Asentí dudosa.

-¿Qué es brillante? -pregunté- ¿qué son esos puntos? ¿y los números?

-Bueno, te dirá lo que sea en el tejado, está noche -explicó él devolviéndome la hoja.

Tras el Andén 9 y 3/4 (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora