Al mismo tiempo se abrió la puerta del departamento C. La mujer guapa, que llevaba una bata de color rosa pálido, miró al revisor con cara enfadada.
-¿Por qué ha llamado?
-Perdone, señora- dijo el revisor-, pero habiamos oído una fuerte discusión y estábamos preocupados por si pasaba algo.
-Ocúpese de sus propios asustos- dijo la mujer, dándole con la puerta en las narices.
A Tom le impresionó la rudeza de la mujer. Observó la cara avergonzada del revisor y sintió lástima de él.
La anciana comentó:
-Espero que no tengamos un viaje desagradable.
-No, señora- dijo el revisor-. De resultar necesario, ya me ocuparía yo de esa pareja. Estoy seguro de que no la molestarán, no se preocupe.
Tom dejó las maletas en la puerta del departamento, y ya se marchaba con Dietmar, cuando les llamó la señora:
-Esperad un momento.
Tom se volvio y vio que la señora abría el bolso, buscaba algo dentro y sacó dos monedas de cinco centavos.
-Aquí tenéis- dijo, dándoles una moneda a cada uno-. Gracias por vuestra ayuda.
Dietmar se quedó mirando ma moneda, incapaz de disimular su disgusto, y luego me dijo descaradamente a la señora:
-Prefiero unas chocolatinas.
-Nada de eso. Es malo para los dientes. Dietmar, refunfuñando algo por lo bajo, se alejó con cara de pocos amigos.
-¡Qué chico más mal educado!- dijo la señora-. Este tren está lleno de gente sin educación.
Tom la miró, sonriendo.
-Gracias por la moneda, señora. Que tenga buen viaje.
El rostro de la señora se animó.
-Aquí tienes un pequeño obsequio, joven. Le dio una chocolatina y Tom se alejó feliz. Se metió en su litera, observó durante un rato el bullicio del andén y al rato cayó en un sueño profundo.
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Asesinato En El Canadian Express
Teen FictionTom usten, un muchacho canadiense que acaba de terminar el curso escolar, viaja en este ferrocaril, el de mayor recorrido del mundo sale diariamente de montreal y emplea tres dias en llegar a su destino, vancuver