Volvió la cabeza, sintiendo unos intensos latidos, y vio a la señora Ruggles caída de espaldas. Se sentó, con todo el cuerpo dolorido, y se arrastró hacia ella con la esperanza de encontrar el revólver. Pero la mujer abrió los ojos y sujetó su brazo. En aquel momento pasó junto a ellos el último vagón del tren y sus luces se perdieron en la profundidad del túnel.
Luego sólo hubo silencio y oscuridad.
Tom trató de zafarse de la mano de la mujer, pero le tenía sujeto con fuerza. Oía el ruido de su respiración, pero no dijo nada.
-Tengo el revólver –murmuró la señora Ruggles-. Dame el más mínimo motivo y no dudaré en matarte.
Tom permaneció callado, para que su voz no delatara el miedo que sentía. La fuerza con que le agarraba el puño de aquella mujer le hacía daño, y las piedras del suelo del túnel se clavaban en sus rodillas; pero sólo pensaba en huir de aquel aire frío y húmedo que le sofocaba.
-Ayúdame a incorporarme –dijo la señora Ruggles.
La seda de su viejo vestido crujió al levantarse, apoyándose con fuerza en los hombros de Tom, y luego él tiró de ella para que se incorporara.
-Todo ha sido por tu culpa –dijo la mujer con voz enfadada-. Cuando salgamos de este túnel voy a librarme de ti para siempre.
Tom escuchó el eco de aquellas amenazadoras palabras, sabiendo que tenía que actuar rápido para salvar su vida. Sin pensarlo más, le pegó una patada en la pierna. La mujer dio un grito de dolor y aflojó el puño con el que sujetaba el brazo de Tom; con un movimiento rápido esto se soltó de ella, dio la vuelta y echó a correr.
- ¡Vuelve! –gritó la señora Ruggles.
Hubo un destello rojizo, se oyó un estampido y una bala se estrelló contra la pared del túnel. Tom se detuvo, pensando que ella había disparado hacia el lugar de donde venía el ruido de sus pisadas, y se quedó quieto, aguardando con temor. Solo silencio en la oscuridad mientras transcurrían unos segundos interminables.
Luego, oyó unas pisadas.
La señora Ruggles se acercaba lentamente en dirección suya. Tom distinguía sus pisadas cautelosas, que se dirigían hacia él en la oscuridad. Con el corazón latiéndole aceleradamente, se agachó, cogió una piedra y la lanzó en dirección a la mujer.
Durante un momento no oyó nada, pero enseguida escuchó el choque de la piedra contra la pared del túnel. La señora Ruggles dio un grito de sorpresa y disparó hacia el lugar de donde había venido el ruido, agrandándose el destello y el estampido del revólver en el interior del túnel. De nuevo se hizo el silencio en la oscuridad. Tom escuchaba, pendiente de cualquier movimiento, y, finalmente, percibió las pisadas cautelosas de la mujer. Se fue acercando, crujiendo las piedras bajo sus pies, hasta que Tom pudo oír su fuerte respiración.
Sus músculos estaban tensos por el miedo cuando ella pasó junto a él. Las pisadas continuaron en la oscuridad, hasta que se detuvieron de repente.
De las vías del tren venía un ligero temblor. Tom volvió la cabeza hacia atrás, escuchando el creciente sonido que producían las vías del temblar. Enseguida oyó un traqueteo lejano. El ruido se hizo más fuerte, y una luz lejana empezó a divisarse en la oscuridad del túnel. Allá lejos, en el túnel, acercándose, había una luz cuyos rayos iban desvaneciendo poco a poco la oscuridad que rodeaba a Tom y a la señora Ruggles. Poco después ella vio dónde estaba Tom y disparó.
Tom se agachó y cogió una piedra en cada mano. Miro hacia la oscuridad, donde había oído últimamente las pisadas, echo hacia atrás un brazo y lanzo una piedra.
La piedra se estrelló contra la pared del túnel y el revólver volvió a disparar.
Tom lanzó la segunda piedra, con toda su energía, hacía el lugar donde había visto el destello del disparo. Esta vez oyó un grito de dolor; Tom se dio la vuelta y echó a correr en dirección a la luz que se veía a lo lejos, y en ese momento oyó otro estampido y el silbido de una bala.
Tom agachó la cabeza y aceleró la carrera.
La luz estaba ya cercana, reluciendo en la oscuridad frente a él, y oyó el ruido de un motor. Unos segundos después, un foco lanzó sobre él su luz.
Respirando entrecortadamente, Tom se lanzó hacia adelante. Cuando el foco se hizo mayor, levantó los brazos para llamar la atención y escuchó el chirrido del acero al aplicar los frenos.
- ¿Quién es usted? –gritó un hombre-
Tom se protegió los ojos de la luz del foco y corrió hacia la voz. Cuando pasó de la zona de deslumbramiento, vio a dos hombres sentados en una vagoneta de reparaciones, cargada de herramientas. Feliz al verlos, Tom señaló con una mano el interior del túnel.
- ¡Ayúdame, por favor! –dijo -. Ahí dentro hay una mujer con un revólver.
Los hombres se miraron uno a otro.
-Ya te dije que eran disparos –dijo uno de ellos.
El otro se agachó hacia Tom.
-Suba –dijo, ayudándole a subir.
-Tengan cuidado, que volverá a disparar –advirtió Tom.
La vagoneta se puso en marcha, iluminando con su foco los raíles. Al principio no vieron ni rastro de la señora Ruggles, pero enseguida Tom distinguió una figura lejana corriendo.
- ¡Allí está! –gritó.
La vagoneta redujo la velocidad. A Tom le retumbaba en los oídos el ruido del motor.
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Asesinato En El Canadian Express
Fiksi RemajaTom usten, un muchacho canadiense que acaba de terminar el curso escolar, viaja en este ferrocaril, el de mayor recorrido del mundo sale diariamente de montreal y emplea tres dias en llegar a su destino, vancuver