Gracias de nuevo –dijo Tom, subiendo la escalerilla con las piernas temblorosas, contento de hallarse a salvo en el tren, en lugar de estar abandonado en un pueblo de la montaña.
Ya dentro del coche cama, se detuvo frente el departamento A y llamó con fuerza a la puerta. En realidad, tenía miedo del señor Faith, pero también estaba enfadado, y eso le daba algo de valor. No hubo respuesta, y volvió a llamar de nuevo; miró luego arriba y abajo por el pasillo, preguntándose dónde se habría escondido aquel hombre.
Acaso en el vagón-mirador... Al dirigirse hacia él, apareció en el pasillo el hombre bajo y gordo. Tom siguió andando, pero el pasillo era estrecho y aquel hombre se aproximaba como un elefante, dispuesto a aplastarle si no se apartaba de su camino. En el último instante, vio un departamento con la puerta abierta y entró en él, mientras el hombre pasaba resoplando.
- ¡Hola! ¿Has venido a verme?
¡Oh, no! ¡Qué mala suerte!
Tom se dio cuenta de que se había metido en el departamento de la señora Ruggles. Recordó su promesa de ir a ver a la anciana para contarle unos chistes y tomar unos dulces, y la forma en que la había desairado en el vagón-restaurante, y cerró los ojos con resignación. No podía desairarla otra vez.
- ¿Por qué tiró Bobito el reloj por la ventana?
Tom se volvió lentamente, haciendo un esfuerzo para sonreír.
La señora Ruggles estaba sentada y tenía un libro en su regazo.
-Porque quería ver volar el tiempo.
Tom logró soltar una carcajada con gran esfuerzo. Estas cosas no les sucedían a los hermanos Hardy, pero no podía volver a herir los sentimientos de la anciana.
-Ahora te toca a ti –dijo ella, echándose el chal alrededor de los hombros-. Cierra la puerta y ven aquí.
Venciendo el deseo de salir corriendo del departamento y continuar la búsqueda del señor Faith, Tom cerró de mala gana la puerta y se volvió hacia la señora Ruggles, que sonrió anticipadamente a su chiste.
-Vamos a ver –dijo Tom-. Un chico fue a la peluquería y el peluquero le preguntó si quería que le cortara el pelo. <<No>>, dijo el chico. <<Quiero que me corte todos>>.
La señora Ruggles no captó el sentido del chiste y sonrió vagamente.
-Muy gracioso –dijo un poco confundida.
Sintiendo peno por la poca agudeza mental de la anciana y por su soledad, Tom se resignó a perder media hora con ella antes de buscar al señor Faith. Se sentó frente a la señora Ruggles y pensó en algún chiste que ella pudiera entender.
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Asesinato En El Canadian Express
Teen FictionTom usten, un muchacho canadiense que acaba de terminar el curso escolar, viaja en este ferrocaril, el de mayor recorrido del mundo sale diariamente de montreal y emplea tres dias en llegar a su destino, vancuver