Capítulo 5.

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·Narra Aira·

Como cada mañana, después de beberme una taza repleta de leche con cereales, me adentré en la ducha para despejarme. Me sentaba realmente bien colocarme bajo el agua y enjabonar todo mi cuerpo para empezar el día. Un día que sería aburrido como siempre... o quizás me depararía algo diferente.

Cuando salí y mis pies se clavaron en la alfombrilla, envolví una toalla alrededor de mi pelo y otra cubriendo desde mis pechos hasta mis muslos, dejando entrever mis rodillas. Pequeñas gotitas de agua resbalaron por mis hombros y algunas cayeron ligeramente por mis piernas desnudas.

Me dirigí a mi habitación donde decidí poner algo de música en la radio y esta sonó entrecortada debido a la mala señal. En este pueblo apenas llegaba nada del exterior, incluso algunas veces no había cobertura. No me gustaba eso... yo era una persona que se había criado en el campo y me había acostumbrado a él tanto como a respirar, pero algo dentro de mí se accionaba queriendo partir en busca de nuevos horizontes.

Nunca había salido de mi territorio, por eso me llamaba tanto la atención lo que había ahí afuera y nunca había respirado. Quería descubrir otros mundos, que por la televisión eran muy diferentes al mío, y envolverme de paisajes que me hicieran sentir en una película de Hollywood.

Mi sueño siempre había sido viajar a Nueva York o vivir en él. Era un lugar totalmente distinto al de donde yo provenía, por eso me moría de ganas por ir. Me gustaban las cosas diferentes, que siempre tenían algo que ofrecer y nos hacían aprender... Yo ya me conocía de memoria todo lo que había aquí (exceptuando el lago donde se conocieron papá y mamá, pero ni yo lo sabía) y la rutina se volvía muy aburrida porque nunca había ilusión por algo nuevo.

-¡Aira! –la voz de mi padre me llamó desde lo bajo de las escaleras-. ¿Puedes bajar un momento?

-¡Sí, papá!

Corrí hacia el baño para deshacerme de la toalla que secaba mi pelo y lo peiné un poco, dejando que cayera lleno de humedad a ambos lados de mi cara. Me miré al espejo admirando hasta dónde llegaban mis puntas y con una mano sujetando la toalla que envolvía mi cuerpo, caminé descalza hasta llegar a la planta de abajo.

No, ahí no estaba mi padre. Caminé con cuidado de no resbalarme hacia el comedor y tampoco había nadie sentado en el sofá. Qué extraño. Me di la vuelta con la intención de volver a mi habitación cuando me topé con alguien que frenó mis decididos pasos. Se me detuvo el corazón por unos instantes al ver de quién se trataba y agarré fuertemente la toalla que cubría mi desnudo cuerpo.

Justin se quedó totalmente parado y viajó con su mirada lentamente desde mis pies hasta subir por mis rodillas. Se quedó allí y noté cómo su nuez se movió para tragar saliva antes de continuar alzando su vista por mi toalla, hasta llegar a mi clavícula. Me sentí totalmente indefensa y mis pulsaciones se dispararon sin permiso alguno. Algo dentro de mí me producía un hormigueo que no conseguía deshacer y sentí estar a punto de temblar, pero traté de controlar los dichosos nervios que no podía entender.

La temperatura de mi cuerpo aumentó notablemente sin explicación cuando por fin Justin clavó sus pupilas en las mías. Parecía estar tan absorto en sus pensamientos como yo y por un momento quise saber lo que estaba pasando por su cabeza.

-¿Qué estás haciendo aquí? –espeté-. Primero te cuelas en mi jardín y ahora en mi casa, no entiendo qué confianzas son estas –comenté moviendo mi cabeza de un lado a otro y colocando mis manos bajo mis axilas para sujetar bien la tela que me protegía.

-Me estás hablando de confianza mientras me recibes semi-desnuda –repasó de nuevo mi cuerpo con sus ojos y sentí cómo mis mejillas comenzaban a arder y se tintaban de un color rojizo-. Que, por cierto, no me desagrada eso, eh –carcajeó.

Diferentes Estrellas #1 [Justin Bieber]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora