Capítulo 48.

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·Narra Aira·

Escondí mi cabeza bajo la suave almohada y pasé mis brazos por encima de ella, abrazándola con fuerza. Odiaba los despertares, esa sensación de cansancio que te golpea aunque hayas dormido más de diez horas. Así que gruñí bajito, quejándome de la situación como cada mañana, y extendí mis piernas para que se quedaran rectas debajo de las sábanas.

Cerré mis ojos e intenté perderme en un nuevo sueño, intentando que me venciera, pero no fue posible. Minutos más tarde tuve que salir de mi escondite y dejé que mi rostro se enfrentara a los rayos de sol que se colaban en aquella preciosa habitación.

La casa que había alquilado Justin era estupenda. Guardaba detalles rústicos que me encantaban y otros algo más modernos, que le daban un aspecto limpio y radiante. La verdad era que me gustaba el diseño en general. Los muebles eran antiguos pero estaban perfectamente conservados, las paredes estaban tintadas de un color crema y habían muchísimos espejos en los que poder mirarte con bordes de madera de diferentes tamaños.

Sin duda, había elegido bien. No sabía cómo lo hacía, pero pocas veces se equivocaba conmigo —por no decir que todavía no lo había hecho—.

Me giré con la esperanza de encontrarle a mi lado descansando para aferrarme a su cuerpo y notar el calor que desprendía, pero allí no había nadie. Me quedé un rato mirando el hueco que todavía conservaba partes de su silueta y pasé la yema de mis dedos por aquella zona vacía.

¿Dónde estaría?

De golpe, como si el destino quisiera estar diciéndome algo, un fuerte olor a pan tostado llegó a mi olfato. Tragué saliva y me perdí en aquella delicia que empezaba a revolver mi estómago, sacudiéndolo para que me advirtiera de las tremendas ganas que me habían entrado de desayunar.

Bajé de la cama y enterré mis pies en unas sandalias para no caminar descalza. Mi cuerpo también estaba desprotegido, así que después me puse el pijama de seda que Justin se había encargado de quitarme la noche anterior. Ni siquiera me detuve en ponerme algo de ropa interior bajo él, había dormido como mi madre me trajo al mundo y solo buscaba una tela que cubriera mi cuerpo.

Me dirigí hacia el baño y lavé mi cara para sentirla limpia. Tenía la costumbre de formar una piscina de agua fría en mis manos para estamparla en mi rostro y así despejarme. Y, de verdad, eso funcionaba. Al terminar, lavé mis dientes y peiné un poco mi pelo, intentando deshacer los nudos que se habían formado en mi melena.

Tras asearme un poco, mis pies me llevaron hasta la cocina donde nada más entrar distinguí la figura de Justin de espaldas. Iba sin camiseta y unos simples pantalones de chandal largos caían bajo de su pronunciado trasero. Por tanto, lo primero que vi fueron los tatuajes que marcaban su piel.

-Buenos días, cocinero -dije apoyándome en el marco de la puerta.

Al parecer, estaba preparando algo que tenía muy buena pinta si me guiaba por el sentido del olfato.

Al escucharme, se giró de inmediato con una sonrisa sujeta en sus labios. Dejó el recipiente que estaba usando y un gran cucharón de madera justo a su lado.

-Buenos días, dormilona -soltó su frase de siempre.

Yo agité mi cabeza y aproveché para acercarme a él mientras sentí su atenta mirada sobre mi cuerpo. Sus ojos cayeron en mis piernas desnudas y fueron subiendo lentamente hasta detenerse en mi cintura. Mojó sus labios y, a continuación, los mordió con delicadeza para continuar con su peculiar escáner.

Cuando tan solo nos separaba un metro, su mirada subió hacia mis pechos y después recorrió mi cuello para llegar a mis ojos.

-Tienes la manía de despertarte antes que yo -protesté, colocando una mano sobre mi cintura.

Diferentes Estrellas #1 [Justin Bieber]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora