Capítulo 21.

3K 173 470
                                    

·Narra Aira·

Dos semanas después de la propuesta de Bibi, nos mudábamos a la ciudad. Tras mucho insistir, mis padres habían terminado aceptando que solo aquí encontraría trabajo y algo de futuro. Me había costado muchísimo convencerlos, pero lo había conseguido.

Tan solo me encontraba a dos horas del pueblo, así que cuando dispusiera de días libres mi obligación era volver a casa y estar allí con mi familia. Sin duda, los echaría de menos a pesar de todas las discusiones que sin pensarlo se habían convertido en rutina. Detestaba aquello, así que quizás estar una temporada alejada de ellos nos vendría bien a todos.

La difícil situación económica en la que nos encontrábamos era el mayor motivo por el cual se vieron obligados a escucharme.

A mi padre le habían detectado problemas de corazón y debía dejar de trabajar. El campo era algo que le quitaba años de vida y no podía hacer movimientos exagerados ni cargar con mucho peso. Le estaban haciendo numerosas pruebas para detectar exactamente qué padecía, pero no conseguían acertar con algo concreto. Tenía que ir todos los días al médico y eso le ponía de mal humor, pero era lo correcto porque la salud siempre es lo primero.

Mi madre había empezado a limpiar casas de las vecinas para poder llegar a fin de mes. Ese sería el único ingreso que recibiríamos junto con otros pequeños trabajos que se encargaba de mantener. Ninguno de ellos era algo estable, así que el peso de que mi familia pudiera seguir adelante era mío.

Gracias a Jacob me había asegurado ganar algo de dinero. Cuidaría a sus primos pequeños y tendría un buen jornal (mejor que al que hubiera podido aspirar en cualquier tienda de venta de cualquier producto). Al parecer, su familia tenía una gran fortuna, aunque era algo que se veía a simple vista por su forma de vestir. Su tía estaba buscando a una persona de confianza para que estuviera con sus hijos y él había hablado con ella para decirle que yo me adaptaba perfectamente a las características que buscaba.

En realidad, Jacob nos había ayudado mucho. Mi percepción sobre él cambiaba y ya no le veía como ese chico que trataba de engañarme detrás de una fachada. Me arrepentía de haberme equivocado con él. A veces juzgamos a las personas demasiado pronto.

-¿Estás segura de que llevas todo lo necesario? –la voz de mi madre sonó desde la otra línea telefónica.

-Sí, mamá –rodé mis ojos.

-Lo importante es que lleves lo imprescindible –insistió-, que no te falte de nada.

-He revisado como unas cien veces la lista que me hiciste –hice una mueca frente al espejo del ascensor y me quedé mirando fijamente a mis labios. Los había pintado de un color granate mate y me veía algo rara.

-Sabía que te serviría de ayuda –comentó en un volumen más bajito-. Te acabas de ir y ya te echamos de menos, cielo.

-Tampoco es para tanto... -lancé un suspiro.

-Para nosotros es duro que nuestra hija se vaya a vivir lejos de casa...

-Solo nos separan un par de horas en coche –eché mi pelo hacia atrás mientras sostenía el móvil contra mi oreja-. ¿Por qué nunca antes me habíais traído aquí?

Era una pregunta que siempre me había hecho. La mayoría de jóvenes del pueblo hacían cierta vida en la ciudad y yo la había pisado por segunda vez. Era extraño.

-Ya sabes que a tu padre y a mí no nos gustan esas cosas... -fue su explicación.

-Pero que no os guste a vosotros no significa que no pueda gustarme a mí. Siempre habéis intentado alejarme de aquí -la puerta se abrió y me agaché para coger una de las cajas de cartón.

Diferentes Estrellas #1 [Justin Bieber]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora