Capítulo 31.

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·Narra Aira·

Apenas había podido dormir en toda la noche. Sentía cómo mi cuerpo necesitaba descansar y cómo me pesaban hasta las pestañas, pero me resistía. Necesitaba tener la mente despejada para concebir el sueño, que ni siquiera se colaba a través de la ventana para visitarme de madrugada.

¿Qué hora era?
¿Cuánto tiempo llevaba despierta?

Había perdido hasta la noción del tiempo.

Bebí del café que sujetaba entre mis manos y disfruté de la sustancia que bajó despacio por mi garganta. Tenía que tranquilizarme, que encontrar algo de calma, por eso me había levantado hasta la cocina para prepararme la bebida. Así que minutos más tarde de desvelarme, me había dirigido al salón y allí me encontraba, tapada con una manta que me protegiera del fresco de la noche.

Mientras todos dormían, mi mente no dejaba de ser mi peor pesadilla hasta estando despierta. Los fantasmas que llevaban tiempo ocultándose en mi interior, salieron a la luz. No podía dejar de pensar en lo que había sucedido. Y, en parte, me sentía culpable. Culpable por todo.

Lancé un suspiro y me recosté en el sofá, arropándome con mis propios brazos. Echaba de menos a mi madre. Necesitaba su cariño, sus 'no te preocupes por nada, que va a salir bien', todo lo que solo la mujer que ha cuidado de ti durante toda tu vida puede darte. En este momento era en el que más notaba su ausencia y odiaba sentirme lejos de casa. Algo me ataba allí, a aquel pueblo, aunque ahora fuera más feliz.

-Mamá, te necesito... -hablé para mí misma, en un susurro.

Y confiaba en que ella me escucharía, porque si supiera lo mucho que me hacía falta, no dudaría en venir aquí y abrazarme hasta que me quedara dormida. Seguramente me preguntaría un '¿Qué es lo que te pasa, cielo?' y yo no sabría qué responderle, porque era así, un caos en toda regla que no tenía remedio.

Mordí mi labio con fuerza, intentando descargar la tormenta que se formaba en mi interior, cuando la lluvia empezó a aparecer por mis ojos. Pequeñas gotitas saladas resbalaron por mis mejillas y me sentí pequeña, tan diminuta como era yo años atrás. Pero ahora era más fuerte y sabía controlar mis emociones, a pesar de que nunca estaba mal llorar y expulsar todos los males que me comían por dentro. Y, aunque me quise convencer de lo contrario, seguía siendo débil.

-FLASHBACK-

Empezó a formarse un alboroto que provocó que todas las personas que estábamos cenando allí, miráramos curiosas hacia la zona donde se encontraban los servicios.

-¿No había ido Justin hacia allí? -Mikey se levantó enseguida, preocupado.

En cuanto escuché sus palabras y me di cuenta de que llevaba razón, el corazón me dio un vuelco.

-Mierda -maldije, esperándome lo peor.

-¡Vamos! -sentí cómo Bibi tiró de mi mano y empezamos a caminar hacia donde se formó la multitud.

Solo podía notar cómo mis pulsaciones se dispararon y comenzaba a faltarme el aire.

-Dejadme pasar, joder -gruñó Mikey, apartando a un grupo de chicas que expectantes contemplaban lo que ocurría entre esas cuatro paredes.

Me deshice del agarre de Bibi y corrí para ver qué pasaba. No recuerdo muy bien si empujé a la gente que había allí, pero conseguí adentrarme en el pasillo que llevaba a los baños y finalmente logré mi objetivo.

Mis ojos se abrieron mucho en cuanto vi a Justin sentado en el suelo, con el rostro descompuesto y una mirada asesina que se relajó en el instante en el que sus irises color miel chocaron con los míos. Al lado, a unos pocos metros, pude ver a Jacob tapando su boca mientras un chico secaba la sangre que goteaba por su cuello.

Diferentes Estrellas #1 [Justin Bieber]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora