Capítulo 10.

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·Narra Aira·

Me inundó una sensación de calor que hizo que todo mi cuerpo comenzara a sudar. Estaba prácticamente temblando y con la incertidumbre de quién era esa persona a la que le gustaba mantener oculta su identidad.

-Shhh... -escuché un susurró, casi inaudible.

Me puse más nerviosa y me envolvió una sensación de incertidumbre que me hizo reaccionar. Comencé a moverme desconcertada y con el corazón latiendo rápidamente bajo mi pecho hasta que esa persona ejerció fuerza sobre mí.

Sus manos sujetaron mis muñecas a ambos lados de mi cara y en el intento de oponerme, presionó toda su fuerza contra ellas para que no pudiera escapar de allí.

-Justin, si esto es un juego, no me gusta nada... -advertí casi temblando.

Quizás para él podía ser divertido, pero para mí estaba siendo justo lo contrario. No me gustaba estar sola a las tantas de la mañana, ni los callejones desiertos, ni la oscuridad de la noche.

Únicamente podía ver la figura de un hombre y el corte de su pelo. Su silueta era algo robusta y eso me hacía dudar.

-Por favor, déjame verte –supliqué- o tan solo di algo...

Necesitaba escuchar su voz más que nunca. Justin podía calmarme.

-Tranquila, belleza –su voz llegó a mis oídos de la manera más repugnante que podía imaginar.

Oh, no... No podía ser verdad...

-¿Q-quién eres? –pregunté con la voz temblorosa. Merecía una respuesta que liberara la presión que estaba sintiendo en el pecho, pero algo dentro de mí me decía que no iba a ser así.

-Todavía no sabes mi nombre –su amargo aliento chocó contra mis labios, transmitiéndome malas vibraciones-. Pero si quieres, podemos conocernos más...

Sentí unas manos rozar bruscamente la parte inferior de mi muslo y sacudí todo mi cuerpo, buscando que me soltase. Pero no lo conseguí. Al contrario, se pegó más a mí y consiguió atraparme contra la pared.

Estaba jodida.

-¿Nunca te han dicho que las chicas guapas no pueden ir solas por la calle? –una sensación de repugnancia incrementó en mis venas al escuchar aquello.

-No, pero yo solita tengo la habilidad de detectar a gilipollas como tú a más de un kilómetro a la redonda.

No sé cómo conseguí decir todo aquello sin que me temblara un poco la voz.

-Así que sigues con ese carácter... -noté su cálido y agonizante aliento muy cerca de mí-. Me gusta, eres una chica difícil.

Sus brazos me rodearon y funcionaron como una muralla, dentro de la cual me encontraba yo. Era imposible escapar de allí. Mi respiración cada vez era más agitada y el dolor de cabeza estaba comenzando a atormentarme. Aunque eso no era lo peor.

Sus manos me agarraron con fuerza y su nariz chocó con la mía, así que giré la cara, consiguiendo que se estampara contra mis mejillas repletas de pequeñas gotas de sufrimiento.

-¿Qué estás haciendo? –espeté, asustada. Mi voz había salido de mi garganta con fuerza, haciendo que retumbara a lo largo del callejón.

-Silencio –ordenó, cubriendo mi boca-. Si quieres gritar, puedes hacerlo más tarde –rió de nuevo, en mitad de la oscuridad.

Tenía que hacer algo, ese hombre no tenía buenas intenciones conmigo. Alguna manera existiría para huir, para escapar, para que finalizara la pesadilla que se reproducía constantemente en mi cabeza y era real.

Diferentes Estrellas #1 [Justin Bieber]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora