|Prefacio|

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«Lo siento mucho» le escuché decir al hombre uniformado que hablaba con Andrew en la sala. Mi hermano se sostenía de la puerta mientras tomaba aire, le podía ver agitado y nervioso, ellos no se habían percatado de mi presencia, seguí mi camino a la cocina para servirme un poco de agua. Tras unos minutos de pláticas que no entendí muy bien, el señor se marchó, no sin antes dedicarle unas cuantas palabras a mi hermano. «Mucha fortaleza», fue lo último que dijo. El chico de la casa cayó de rodillas al suelo, él siempre había sido fuerte, nunca lloraba, lo admiraba por su fortaleza ante los problemas, ¿Por qué llora ahora? Me quedé observándole, no podía entender qué le ocurría.

«No puede estar pasando, prometieron volver. Prometieron volver». Repetía la misma frase una y otra vez. El timbre de casa sonó, Andrew se levantó para abrir. Los tíos estaban en la puerta, ellos también lloraban, ¿Habrán visto una buena película triste? De esas en las que chillas todo el tiempo. Andrew se dejó abrazar por la tía Regina, a él no le cae bien ella, ¿Por qué se deja? Algo no estaba bien, no sabía que era, pero podía sentirlo.

«Lo supimos por las noticias, es una verdadera tragedia». Apareció la voz de mi tío Oliver, él tiene la apariencia de un hombre malo, no le gustan los niños, y grita mucho. Papá siempre decía que gritar no es comunicarse, pero él lo hace frecuentemente. No sé qué hacen en casa. «Mi hermano, ¡Oh por Dios! Ojala fuese mentira, es terrible y doloroso. Joshua, no puede ser».

« ¿Qué le ocurrió a papá?» Intervine después de unos minutos, repetían lo mismo, y empezaba a preocuparme por sus lamentaciones. Mis padres dijeron que volverían hoy, pero vienen un poco retrasados, es eso. Un pálpito leve en mi corazón, anunciaba que algo no iba del todo bien, no. «Mis padres vuelven hoy, se han retrasado en su vuelo. Es eso, ¿Verdad?». Ninguno de los tres me respondía, ellos no decían nada, mis ojos se aguaron y pronto las lágrimas hicieron fiesta en mis mejillas, resbalando una tras otra sin parar.

Lo siento mucho. —Murmuró la tía Regina.

Mi mente me decía que el policía había traído malas noticias, pero mi corazón se negaba a creerlo. Mis padres van a regresar como otras veces, ellos nos traerán regalos de recuerdo, lo hacen todas las veces que regresan de sus viajes. En unas horas aparecerán por el umbral de la puerta, para mostrarnos sus obsequios traídos de París, cuando una vez más se habían ido a celebrar lo mucho que se amaban, y el maravilloso matrimonio que tenían. Mi hermano me miraba y elevaba la mirada al cielo, como buscando una señal, fuerzas, ganas, qué sé yo. Apretaba sus manos en puños, sus nudillos se volvieron blanquecinos, a paso lento fue acercándose, por algún motivo, no quería que lo hiciera, no le quería cerca. Abría y cerraba su boca, intentando gesticular algo, pero no podía, le vi tomar algo de aire, hasta llenar sus pulmones. «Alessia», arrastraba las palabras, el dolor inundaba cada una de ellas. «Nuestros padres han muerto... » Recuerdo haber alzado mi mano, me negaba de forma rotunda a escucharlo. «No es cierto, ellos volverán». Usaba mis dedos para cubrir mis oídos y tarareaba un suave "la la la la" hasta que la fuerza abandonó mis piernas y caí al suelo, con mi hermano acompañando la acción. Sus brazos me apretaban contra su pecho, muchas lágrimas y dolor, un dolor inmenso que amenazaba con acabar con nosotros.

Yo voy a cuidar de ti, hermanita. Nunca nada malo va a pasarte, lo prometo.

Ay, no. No, no, no. —Dos pares de brazos se nos unieron, más sollozos llegaron. — ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Chisst —siseaba Andrew, acariciando mi pelo—, Chisst.

La vida aún no acababa, el tiempo simplemente se había detenido. La luz regresaría mañana, el sol iluminará como siempre, y yo intentaría seguir. El dolor no podía vencerme, me convertiría en alguien fuerte. Entonces comprendí que en esta vida no hay nada seguro, excepto la muerte, esa que un día llega sin anunciarse, sin hacer demasiado preámbulo, ni ruido. Fue ahí, donde decidí, que disfrutar de cada día iba a ser lo mejor. Aprendería a volar sin alas, a soñar como pocos, a reír como tantos y a ser más de lo que otros esperan.











Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora