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Capítulo 3:
Alessia.

El JW Marriott Chicago aparece ante mis ojos, luego de que todo el camino fuese totalmente incómodo para mí. Con un tipo como mi jefe al lado durante tanto tiempo, hasta respirar me costaba demasiado. Además del silencio sepulcral que él mismo sembró luego de mi entrada al auto y su protocolario saludo. El chófer —que ahora sé que su nombre, es Charlie— abre la puerta para que pueda bajar, en cuestión de segundos tengo al señor Bateman a mi lado. Tras susurrarle algo al chófer, éste regresa al auto para irse. Le sigo en su andar sin que me lo diga, sobre entiendo que debo hacerlo. Nos movilizamos por el lobby y él consigue entrar sin ningún problema al lugar donde supongo será la velada. En cambio a mí, me detiene el tipo de la puerta.

—Su nombre, por favor. —Lo que me faltaba.

—Vengo con el señor Bateman, soy su secretaria. —El mencionado no se ha dado cuenta de que llevo dos minutos sin estar tras de él. —Alessia Woods.

— ¿Su secretaria? No me lo parece. El señor no la ha anunciado. —Me cruzo de brazos, tiene que ser una broma. —La indicación que me dieron fue clara, pedir el nombre de quien se presente, si aparece entrará, sino, con la pena, pero tendrá que retirarse.

Paso el peso de un pie a otro. Las cosas que debo padecer por tener a un monumental idiota como jefe. Desde aquí le puedo ver saludar a una que otra persona de las que se encuentran dentro. ¿Este tipo qué? Nunca he rogado por nada, y hoy no será el día, si no me dejan entrar, pues me voy y ya.

— ¿Sabe qué? Me largo, no voy a caer en el juego de los presumidos. Dígale al señor Bateman, si es que en algún momento se entera de que no estoy. Que si me he ido, es por su culpa, la de él y la de usted. —Giro dramáticamente sobre mis talones y doy pasos lentos, en espera de que se arrepienta, pero no sucede nada.

¡A la mierda!

—Discúlpeme, señorita. —Una persona con la cual me he estrellado en mi arranque de rabia, se disculpa por haberme golpeado. Cuando la verdad es que la culpa ha sido toda mía. Al alzar la vista me encuentro con unos bonitos ojos azules, perteneciente a un señor de edad, las arrugas en el contorno de los ojos le delatan.

—En realidad yo estaba distraída, yo soy quien debe disculparse, lo siento.

Otra persona a quien denominaré su acompañante, me fulmina con una sola mirada, y ni qué decir del análisis completo que me he llevado de su parte. Algo en mí le molesta, ¿Qué será? Huelo bien y mi vestido no es tan caro como el suyo, pero no me hace pasar vergüenza.

—Incompetentes. —Masculla ella. —Las de servicio llevan uniforme, ¿No es así?

¡Ay, por favor!

—Shantal, la lengua te mata. —Dice él. —No creo que esta hermosa jovencita esté aquí por lo que dices. Solo debes verla, bien.

—Cariño, tú ves a una piedra mudada y ya te parece hermosa. —Me vuelve a lanzar su mirada despectiva. —Además, no creo que pueda comprar siquiera un brillo de la nueva colección.

¡Le compro toda la colección, doña! Estoy muy fastidiada como para soportar esto, pero decido callarme.

—Mamá, papá. —Vaya, al rey de Roma se le ha ocurrido aparecer. Y la señora odiosa no es más ni menos que su adorable madre, cien por ciento segura de que ha salido a ella. Porque su padre, al menos en apariencia es amable.

—Hijo mío. —Le saluda ella con excesiva alegría. —Qué bueno verte por aquí. Pensé que no vendrías. Ya que has venido, debes ver a la nueva modelo de la marca. No pude haber hecho una mejor elección.

Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora