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Capítulo 20:
Alessia.

Observo las calles durante todo el trayecto, puesto que Chase conduce en silencio, se puede escuchar la música que emite la radio pero en un volumen bajo. Nos adentramos a una de a zona de casas que nunca he visitado en la vida, en especial porque no tendría nada que hacer aquí. Él se desplaza por el camino de una de las casa, hasta abrir el garaje y adentrarse en el mismo. Me sorprende su habilidad para colocarse en su sitio, pues la luz es bastante escasa. 

—Espera un momento en el auto —me dice y de inmediato baja por su lado. Da unos cuantos pasos y el sitio se ilumina un poco más. —Ya puedes bajar sin temor a llevarte un golpe. 

Rodea el auto, y me abre la puerta, tras ayudarme a salir, cierra la puerta. Me pide que le siga, y una vez que hemos subido los escasos dos escalones que llevan a no sé donde, el sitio vuelve a quedar a oscuras. Entramos directo a la sala, bastante cerca de las escaleras que llevan al segundo piso. 

— ¿Quién vive aquí? —le pregunto con curiosidad, observando la simplicidad de su diseño, hasta me recuerda a su oficina. 

—Yo, esta es mi casa. —Responde con simpleza. Deja su chaqueta colgada del perchero y se pone a cambiar la temperatura. 

Hace algo de frío afuera, pero aquí empieza a sentirse un ambiente calientito y agradable. 

— ¿Vives aquí solo? —inquiero nuevamente. 

—Si. —Termina lo que estaba haciendo, y se gira para verme al fin. —Tampoco es que pase demasiado tiempo aquí. Ah, y la señora Hathaway viene tres veces por semana. 

—Pensé que vivías en algún apartamento o algo así,  ¿Qué te llevó a comprar un sitio así?

—Supones que lo compré —dice divertido, ni siquiera esconde su sonrisa. Me siento tonta. —Este sitio fue mi regalo número dieciocho, a la abuela le pareció una excelente idea. 

— ¿Qué me dices? —doy un paso atrás. 

—Lo que has escuchado. —Asombroso. Miro el reloj que va puesto en mi muñeca, este fue mi regalo a esa edad y para mí es lo más maravilloso que me podrían haber obsequiado, pero, ¿Una casa? Es toda una locura. —No te abrumes tanto. Acompáñame a la cocina, ¿Quieres algo de beber?

Conociendo su entorno, debo ser la única persona de las que conviven con él, que se asombra de algo así —espero que no— La señora Davies es extremista. Dejo que me guíe hasta la cocina, es mucho más discreta de lo que imaginé, contiene todo lo necesario para ser feliz en ella, al menos Andrew lo sería. Pese a no ser pomposa, esta parte de la casa consigue atraer mi atención, observo cada rincón de ella. 

— ¿Es un poco de zumo? No creo que quieras vino —dice con sorna. Enarco una ceja y le escudriño con la mirada, ¡Sabe algo!

—Te lo ha contado Jess, ¿Verdad? 

—No, ahí te equivocas, cariño. —Mueve su copa delante de mi, no es mucha la distancia que hay entre ambos, apoya la mano en la encimera. —Me lo ha dicho Andrew, y no sabes las lágrimas que derramé... por la risa.

Su risa me da ganas de reír, sin embargo, mantengo un gesto de seriedad en la cara. 

— ¿Ahora son los mejores amigos en el mundo? —pregunto con toda la intensión de mofarme. 

— ¿Qué te puedo decir? No puedo evitar que las personas terminen queriéndome. —Afirma con chulería el muy creído. —Pero eso lo sabes tú, ¿Verdad?

—No, no tengo idea de qué hablas. —Me hago la loca. De darle la razón, nada. —Ya que hemos tocado el asunto de mi hermano, me gustaría saber cómo le has hecho para contactarte con él. 

Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora