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Capítulo 8:
Alessia.

—Espacio personal. —Es lo primero que se me ocurre decir, alzando mi mano para usarlo como separación entre ambos.

Idiota que soy, ni que quisiera estar cerca de mí.

—Woods, pero que tontona te pones. —Se mofa él, mis ojos viajan a la botella, que se la estampo en la cabeza por bobo. —No te entiendo, dices que no te caigo mal, pero te empeñas en dejarme mal ante todo aquél con quién intercambias opiniones sobre mí. Eso es muy feo, señorita Woods.

Enarco una ceja. Ni siquiera he sido yo quién le ha sacado a flote. ¿Me traicionó el famoso amigo de Danna? Porque a este hombre le he buscado, por si las dudas, y tras de mí, no estaba. ¿En qué momento hablaron entonces? No, me está vigilando, y lo hace bien porque yo no le vi. ¿Y si tras la imagen de empresario normal esconde sus negocios turbios y soy su presa? Niego con la cabeza, el ruido me está volviendo loca y solo pienso en tonterías.

¡Babosa!

—Yo solo soy sincera, no es culpa mía que las personas tengan un concepto ya formado de usted, señor. —Doy un trago de agua y enrosco la tapadera. —Si me disculpa, he de ir con mis acompañantes de esta noche. Con permiso, y que disfrute usted de la fiesta.

La música sube de volumen, ¡Mis jodidos oídos! Odio este lugar, y nunca debí haber venido. Él me mira, pero no dice nada, hace un mohín medio extraño y se gira hacia la barra para pedir no sé qué cosa. Me encojo de hombros restándole importancia, y me sumerjo entre la multitud con la esperanza de encontrarme por lo menos a Danna, cada segundo aquí, me convenzo un poco más de que debería salir huyendo. Tras unos minutos dando vueltas, rozándome con gente muy sudada y con mis pies adoloridos, busco la mesa para sentarme a esperar que quieran aparecer. Nos hemos colocado en una zona alta, por lo que puedo observar la pista con claridad. Encuentro a Terry, Ferny, Edmund y otra chica de lo más divertidos bailando, ¡Genial! Y yo aquí de bruta esperando.

— ¡Alessia! —pese a la música, escucho mi nombre a la perfección.

Giro la cabeza para echar una mirada al lugar donde supongo viene el grito. Danna, su hermano, y... La rubia de la oficina viene en mi dirección. Vaya, para hacer mejor mi noche.

—Mira a quién me encontré —señala a su hermano, y con la peor de las intenciones, añade: —Estaba demasiado solo por allá, así que decidí invitarle a nuestra mesa.

—Has tomado una buena decisión, Danna. —Murmuro con sarcasmo.

—Los dejó, iré por los chicos para avisarles que mi hermanito está aquí para acompañarnos. Ahora sí que se van de espaldas, ¡Es increíble!

Ojalá tuviese un poco de su energía, se va a pasos apresurados, perdiéndose entre el mar de gente, dejándome sola —de nuevo— con este par. Suelto el aire con exageración, entre más pasa el tiempo, mayores ganas de largarme de este lugar me dan.

—Woods, que coincidencia encontrarnos aquí. —Dice él. Ridículo, como si no nos hubiésemos visto antes. —Ya que compartiremos mesa, permítame presentarle a Tonna Mitchell, linda, ella es Alexandria, mi secretaria y también amiga de Danna.

Uno, dos, tres. No le doy con la botella en la cabeza, por respeto a la botella, y porque posiblemente me deje sin trabajo.

—Se me hacía algo conocida. —Creo que es una de las mujeres con quien hace negocios o algo más, pero que ha llegado a la empresa. —Es un gusto verte de nuevo.

—Lo mismo digo, señorita Mitchell.

No, en realidad no. Si se largaran, no tendría ningún tipo de objeción.

Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora