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Capítulo 33:
Chase.



Alessia en ocasiones es como una niña pequeña a la que hay que guiar para que haga bien las cosas, a veces se convierte en un desastre andante. Por la noche, mientras trabajaba en unos documentos de la empresa, escuché que me llamaba, recordando que se había sentido mal antes, salí de mi escritorio para ir con ella. Y en cuanto me dijo que no se sentía bien, tomé la decisión de llevarle al hospital. Una semana sin alimentarse como se debe, dos días de dolor y pasándola mal con su estómago, esperar era una verdadera locura. Al estar ahí, consigo que nos atiendan, como la vez en que tuvo aquél accidente, donde descubrí mis sentimientos por ella, o más bien, terminé por aceptarlos. La tarjeta que Ward me dio, siempre me funciona.

Gastroenteritis, escucho decir. Sin tener una mediana idea de que es eso. Mi mente trabaja con rapidez imaginando que el algo espantos, a como lo es su nombre. Pero pronto descubro que es una infección, conseguida por ella misma, al no vigilar su alimentación de la forma correcta.

Me quedo con ella en la habitación, pues bajo ninguna circunstancia pienso dejarla sola. Cuido de ella desde el sillón, no concibo dormir tranquilo, por alguna razón me taladra la idea de que puede ocurrirle algo si le descuido siquiera unos minutos. Me acerco a su lado, tomando su mano, insisto en que es lo más hermoso que ha llegado a mi vida. Deposito un beso en su frente, dormida imita a un ser celestial.

Por la mañana, recibo a la aurora observando los primeros destellos del sol por la ventana. Me siento un poco aliviado, por fortuna, Alessia ha pasado una buena noche. Una de las enfermeras entraba cada cierto tiempo para revisar que todo marchara bien, incluso insistía en que yo podía descansar, la medicación le mantendría dormida por un par de horas. No le hice caso, me he quedado despierto todo el tiempo.

Muy cerca de las siete, la enfermera regresa. Después de anotar en la tabla sus observaciones, se retira.

Tengo que ir a casa para cambiarme de ropa, y desviarme en el camino para hacer una visita. Llamo a mi padre, a esta hora ya se encuentra despierto, pues es un amante de la salida del sol, según él, no hay mejor forma de dar gracias por un despertar más, que recibir el rocío con una buena taza de café.

— ¿Chase? —pregunta sorprendido, estas no son mis horas de llamarles.

—Buenos días, papá. Disculpa que te llame tan temprano, pero necesito que me brindes una mano.

—Claro, hijo. Dime en qué necesitas de mi ayuda.

—Alessia ha enfermado, y estamos en el hospital. Necesito hacer unas cosas, ¿Podrías venir unas horas para estar con ella? Eres la única persona en quien confío para que lo haga.

—Por supuesto, tomaré una ducha y voy con ustedes. Pero, ¿Ella está bien?

—En lo que cabe, sí. Tiene una infección, pero con medicación se irá reponiendo. —Suspiro aliviado. —Papá, gracias por lo que haces.

—Chase, eres mi hijo, y por lo tanto, voy a estar cuando me requieras. —Alcanzo a escuchar la voz de mi madre. —Tu madre quiere hablar contigo, te la paso y voy a alistarme.

No puedo negarme, es mi madre. Puedo que ella no esté de acuerdo con mis decisiones, y de un tiempo acá he mantenido la distancia con ella, pero no por ello deja de ser la mujer que me dio la vida.

—Chase, cariño mío. ¿Cómo es eso de que has vuelto de viaje y no has venido a verme? —Reclama. De cierta forma tiene razón. —Ni siquiera me has llamado, de no ser porque tu padre vive en esta casa, no sabría nada de ti. Es por culpa de esa muchachita, ¿Verdad?

Me paso por la cara. Puede que Alessia sea la culpable, pero indirectamente, yo tomé la decisión de ir en busca de ella a la empresa cuando llegué a casa y no estaba, siendo consciente de la semana que se ha gastado en el trabajo.

Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora