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Capítulo 1:
Alessia.

Siempre haces lo mismo, Alessia.

Si fuese un poco menos complicada, sería perfecto, pero eso es imposible, tanto como evitar que haga calor en los días exageradamente soleados del verano. Esta mañana, al despertar, he tratado de salir de la cama como una persona normal, pero mis pies tenían otros planes, me he enredado en la sábana y acabé en el suelo. Por supuesto, con un golpe terrible y doloroso en la rodilla. Un día de estos me parto una pierna, sé lo patosa que puedo llegar a ser. En el baño, el agua ha salido terriblemente caliente, cuando en suposición le había puesto en la temperatura adecuada. Y para empeorarlo todo, parte de mi maquillaje acabó en el suelo, le he tirado sin querer, ahora hay una mancha enorme esparcida por el piso, una combinación perfecta de base y polvo compacto.

Me amarro y suelto mi cabello una vez más, estoy muy nerviosa, no me había sentido así desde que realicé el examen de admisión en la universidad, unos años atrás. Miro una y otra vez la vestimenta que elegí para hoy, me convenzo de que es la mejor, es el primer día y quiero causar la mejor impresión.

Hoy voy a patear traseros.

Practico mi mejor sonrisa de buena impresión. La primera sale torcida, la segunda demasiado falsa y la tercera me hace ver como si tuviese estreñimiento. Me doy por vencida, dejaré que las cosas vayan sobre su marcha y salgan como deban.

- ¡Alessia! -grita mi hermano desde el pasillo. -Date prisa o terminarás por irte andando a tu nuevo empleo. No te puedo esperar más, los surtidores llegan hoy y sabes que no me gusta hacer esperar a las personas.

- ¡Ya voy! Tú no comprendes lo que es ser mujer, ¡Demonios!

-Misión imposible. -Vuelve a gritar. - ¡Date prisa!

-Idiota. -Mascullo por lo bajo.

Que sea lo que sea, y que ocurra lo que deba ocurrir. Dejo ir mi móvil en el bolso, y estoy lista.

La cocina huele delicioso, mi hermano es el mejor chef de la ciudad, no necesita de reconocimientos para saberlo. Ha preparado café acompañado de cremora, jugo de uvas y panqueques de fresa, ¡Amo a mi hermano! Desaparezco en minutos todo lo que me ha servido, me indica que deje los trastos sucios, aprovecha que él está lavando los suyos para hacerlo con los míos. Me dirijo al cuarto de baño para cepillar mis dientes, enjuago los residuos de pasta que ha quedado y guardo el cepillo en su portador; lo guardo en mi bolso, va a acompañarme, nunca se sabe cuándo podría ser útil. Sobre todo trabajar en un lugar reconocido como Bateman Designs, en su página web, todos los que aparecen están muy presentables, algunas exageradas, pero bueno. Es un gran día, nada va a cambiar mi mentalidad.

***

-Si llegas a salir temprano, me avisas para venir por ti. Estaré esperando tu llamada. -Claro, en un trabajo con horario fijo y tiene la idea de que puedo salir temprano en mi primer día, fallos técnicos de ser su propio jefe.

-Sí, ya deja de preocuparte por todo. -Me despido de mi hermano con un beso en la mejilla. -Quita esa cara, todo va a estar bien. Tampoco es como si estuviese entrando a la boca del lobo.

Al menos eso espero.

- ¿Segura? -hace un gesto vago hacia el imponente edificio que se interpone a nosotros y nos hace ver como hormigas. -Da lo mejor de ti, pero nunca permitas que te humillen. Trabajarás para ellos, serás de ayuda y mereces respeto por parte de todos los que allí dentro están.

-Abandona las novelas, Andrew. Ya hemos llegado a mi estación. Ten un bonito día, mantén muchas panzas llenas y corazones contentos. -Abro la puerta del auto para salir. Me inclino en la ventana: -Voy a estar bien, sé defenderme ante todo y de todos que es lo importante.

Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora