Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)

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Capítulo 2:
Alessia.

—No me lo puedo creer, ¿Te dijo que le gustas? —Con esta pregunta consigo que la piel blanca recién rasurada de las mejillas de mi hermano cojan un rosa agradable.

—Sí, y eso me tomó por sorpresa. Soy sincero cuando digo que si no hubiese estado sentado justo en ese momento, mi culo habría acabado en el suelo de la sorpresa. Y es que Camila nunca había insinuado algo así en los años que llevo conociéndola, siempre hemos mantenido cierta distancia, nos relacionamos en el ámbito profesional, nada más. —Habla de espaldas a mí, mientras lava los trastos sucios del desayuno. Esa chica no me agrada para nada, aunque sí puedo utilizarlo para incomodar a Andrew, es un chico que vive enamorado de Jessica desde la secundaria, sí, ha salido con la misma chica desde hace casi catorce años y ninguno piensa en el matrimonio. Ni siquiera viven juntos, y esas son de las cosas que me confunden acerca del amor, yo debería estar malcriando sobrinos.

— ¿Le has contado a Jess sobre esto? ¿Qué opina con respecto a lo sucedido?

—Ella es mi chica perfecta y lo sabes. —Y aquí vamos con el tipo enamorado pero sin compromisos demasiados acelerados. —Se lo he contado y se ha puesto a reír como una chiquilla, hasta me contagió con su risa, ya sabes que no es muy discreta. Y luego agregó que ya lo sabía, me habló de un sexto sentido en las mujeres que les permite percibir cosas como esas, de ahí a más, no comentó nada.

—Camila es muy rara, no me agrada. Así que, aunque mi cuñadita no sea una celosa compulsiva, creo que en algún momento va a molestarle tu cercanía con la otra. Y es que una cosa es suponer, y otra muy diferente saber que es una realidad. No te digo que le dejes de hablar o que la apartes para siempre, es sólo que pintes tus límites y se los establezcas con claridad. Sabes de sobra lo mucho que aprecio a Jess, y no me gustaría que por malos entendidos la cosa no acabe bien entre ustedes.

—Ya lo sé, ella se molestó conmigo cuando le dije que entre nosotros no podría existir nada que no sea la amistad que hemos llevado desde años atrás, ni ahora ni nunca. Porque ella sabe de sobra lo mucho que amo a mi novia. —Se seca las manos en la toalla de la cocina. Esa carita de cabrito en sacrificio no se la quita nadie. —Quisiera hacerte una pregunta, bueno, hablar contigo sobre algo que he venido pensando desde semanas atrás.

—Si es un tema muy largo e interesante, tendría que ser por la noche. —Le señalo mi reloj MK, que él mismo me obsequió por mi cumpleaños número 18, ¿O es el de mi graduación de la universidad? —Se nos hace tarde y tú tienes que llevarme al trabajo, pese me encanta disfrutar de tus chismes, al menos yo no tengo la opción de quedarme todo el tiempo que debas utilizar.

—En realidad, serían dos cosas. Pero una es rápida y muy necesaria. — ¡Ay Dios! el destello de pillo que hay en sus ojos, Ohm. —Sacaste tu licencia hace unos meses, y creí que este es el momento ideal para darte esto... —del bolsillo de su pantalón saca un juego de llaves con un colgador de un clavel pequeño.

— ¡Oh, por los chicharrones, Andrew! —Llevo mi mano al pecho. Si es lo que creo, ¡Hoy conduciré!

—Sé que en tus últimos cumpleaños no te he dado nada, y es que lo he invertido todo a mi restaurante. Estuve dejando algo de dinero para comprarte un auto, sabía que en algún momento ya no podría llevarte a todos lados, y el día ha llegado. —extiende su brazo en mi dirección, siento el escozor de las lágrimas llegar a mi garganta, ¿Cuándo creció tanto mi hermano? —Desde ya te advierto que nada de alocarse cuando manejes, por favor, hazlo con cuidado y no faltes a las normas, ¿Está claro?

—No debiste molestarte. —Me lanzo sobre él, he roto en llanto. —Si la vida me diese a elegir un hermano nuevo, yo si te escojo otra vez. Gracias, eres el mejor de todo el universo. Mil gracias, Andrew.