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Capítulo 11:

Transcurren tres días hasta que el médico firma mi autorización de alta, «Hoy podrán regresar a casa» Adoraba el hecho de estar consentida todo el día, las bromas del doctor Ward, lo linda que ha sido la enfermera Wilson conmigo, he descubierto que si tiene un buen día, su humor es increíble. Pese a que mi hermano parecía estar  en la misión personal de hacerle batallar todo el tiempo, yo me he portado bien. Una hora completa, tarda Andrew en realizar todo el proceso para que pueda marcharme, los pago y otras cosas que no entendí bien, estoy más interesada en el hecho de que ya me voy.

Analizo los pasillos con la mirada, este sitio es tan pulcro y limpio que me asusta.

—Andrew, ¿Qué hospital es este? —pregunto sin apartar la vista de cada detalle.

Northwetern Memorial. —Responde con simpleza. Con razón todo es hermoso, y los médicos tan entregados.

— ¿Por qué aquí? —insisto sin salir de mi asombro. — ¿Vendiste un riñón para cancelar la factura, Andrew?

—No, te puedo asegurar que tengo ambos riñones funcionando en mi cuerpo. —Nos adentramos en el ascensor para ir a la primera planta. Casi diez días... es un montón.

—Habiendo tantos hospitales en Chicago, ¿Hemos tenido que venir justamente a este?

—Alessia, deja de darle tantas vueltas al asunto. Estábamos en una emergencia no iba a ponerme a pensar y analizar todos los hospitales de la ciudad, debía garantizar que te atendiesen con urgencia. Ya deja el asunto por la paz. —Comenta viéndome con mala cara. —Estás bien, y ya nos vamos, que es lo único importante.

—No me puedes pedir que me quede bien pancha, los números me dan vuelta en la cabeza y empiezo a marearme. —Murmuro sosteniéndome de la pared.

Me sostiene cogiéndome con ambos brazos.

—Mira lo que provocas, pero el bruto he sido yo en hacerte caso y no utilizar la silla de ruedas como recomendó la enfermera.

—Ya estoy bien, Andrew. Es lo importante. —Contrarresto devolviéndole la bola, con sus mismas palabras. Las puertas del ascensor se abren, pero él no se despega de mí. —Puedo caminar, hombre.

—Prefiero prevenir, que lamentar el golpe que puedes llevarte si vuelve a darte un mareo. No te quejes y camina, porque lo siguiente será llevarte en mis brazos hasta el auto.

Ruedo los ojos, y mejor me callo, no pienso pasar la pena de ir como niña cargada en medio hospital, ¡No!

En la entrada del hospital, me quedo esperando afuera, mientras él va por el auto al estacionamiento, y por supuesto, me deja encargada con el guardia de seguridad, bufo molesta, ¡Por favor! Que siete años no tengo, no es como si fuese a hacer algo monumentalmente estúpido cuando recién voy saliendo del hospital.

—Alessia Woods —escucho decir mi nombre, dirijo mi mirada al dueño de la voz.

—Doctor Ward. Sigo aquí, no se ha librado tan fácil de mí, incluso cuando estoy por marcharme, me cruzo en su camino.

—Si todos mis pacientes fuesen como tú, yo sería muy feliz de encontrármelos, pero me sale uno que otro con quienes prefiero hacerme invisible. —Se acerca hasta donde estoy. — ¿Qué haces sola?

—Mi hermano ha ido por el auto, me toca esperarle, como si necesitase pasar más tiempo aquí. Usted, ¿Tiene mucho tiempo trabajando en el hospital?

—Muchos más años que tu edad, señorita. —Dice divertido. —Fue un placer haber sido tu médico, sigue todas mis orientaciones, no dejes la medicina, y cuida mucho tu codo. Señorita Woods, nos veremos en dos semanas para tu próxima revisión. —Tiende su mano hacia mí, y yo la tomo.

Ámame a tu manera (1° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora