CAPITULO 20 | Estás Hermosa

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Miro hacia la puerta del tribunal y todavía está cerrada con el caso dentro. Verificó el reloj dos de la tarde. A mi lado se encuentra Gustavo, Joaquín y mi padre. Estos dos largos meses y medio. Ha sido de altas y bajas, desde saber que quien está detrás de todo este problema no es nada ni más que Sandy la ex secretaria de Sebastián. La pregunta que todos nos hacemos es ¿Quién es su cómplice? Estamos seguros que hay alguien que la está ayudando, no lo puede hacer sola. Increíble como las personas pueden hacer daño sin importar las consecuencias. Cuando nos dimos cuenta, nadie lo podía creer los alcances y la base que construyo para estafar la empresa y perjudicar a Sebastián. Gracias a la inteligencia combinada de todos y la ayuda de Dios, porque sin él esto no se habría descubierto. Todo esto se ha convertido en una pesadilla. Lo único que quiero es que termine. Suspiro.

En todo este tiempo he tenido que ir en dos ocasiones a supervisar la construcción en Punta Cana. Gracias a Dios la construcción va avanzada según el esquema que se había desarrollado desde el principio. Tengo que reconocer que me costó irme porque no podía estar pendiente al caso de Sebastián, hoy es el último juicio donde van a dictar sentencia después de demostrar las pruebas necesarias que lo liberaran, pero todavía queda cabos sueltos, ya que no se pudo descubrir quién es el cómplice. Tengo miedo de que lo acusen de complicidad. Eso es lo único que nos frustra y nos detiene de estar seguros de que lo declaren inocente.

El problema se vuelve más grande, ya que Sandy no aparece, la hemos buscado en su apartamento, casa de los padres, algunas amistades, pero ni rastro de ella es como si la tierra se la hubiera tragado. Lo bueno es que encontramos donde tiene localizado parte del dinero, no lo podemos tocar hasta que el departamento jurídico no lo confisque y no los devuelva. Sebastián al enterrarse de quien fue la responsable, se sintió culpable de haberla contratado en la empresa por lo que su dinero ahorrado para montar un gimnasio se lo entrego a mi padre, mas todo el ahorro que tenia del porciento que recibía de los ingresos de la empresa. Tengo que admitir que es un hombre que ahora y no mal gasta el dinero. En total le dio un millón de dólares, más los cincuenta mil dólares de fianza. Mi padre al principio se rehusó a aceptarlo, pero en la situación que se encuentra la empresa por el desfalco de siete millones, no podía decirle que no.

También tengo que preparar mi maleta en estos días, ya que en el lunes que viene tengo que ir Punta Cana a revisar que haya llegado el material mármol para que lo instalen en el piso en cuanto termine el último piso. Mañana hay reunión en la empresa de mi padre para saber si el puesto de Sebastián lo va a seguir ocupando él o lo van a destituir. Tanto pensar me está dando dolor de cabeza. Los miro a los tres, mi padre mira el teléfono, mientras Gustavo no deja de mover su pierna izquierda y Joaquín se levanta y se abotona la chaqueta.

-Voy a ver qué está pasando- nos informa.

Se aleja de nosotros hasta la sala asignada, lo veo hablar con el oficial en la puerta. El oficial le señala algo y camina hacia donde le indica.

-Se está tardando mucho ese caso- no lo digo bien, cuando salen por la puerta. Unos van llorando y otros con una sonrisa. Que se a deliberado en esa sala para que haya un contraste significativo. Joaquín esquiva varias personas y viene con un mejor semblante.

-Podemos pasar a la sala, a Sebastián está firmando los papeles de la libertad bajo fianza. Como no la ha roto, si encaso lo enjuician por cómplice son menos años, pero estoy confiado que lo van a exonerar de todos los delitos- explica.

-Espero que lo encuentren no culpable- expresa mi padre. Nos levantamos todos y caminamos en dirección a la sala. Nos encontramos a Sebastián cuando estamos por entrar. Todos dejan que, entre primero, luego Sebastián, los demás. Nos acomodamos y Joaquín aparta un poco a Sebastián para hablarle. Esté se dedica a asentir con su cabeza. Sebastián y él se sientan en el área del acusado. Los guardias comenzaron a entrar, el historiador (secretaria), fiscales entre miembros del departamento de justicia se acomodaban para dar paso al juicio.

Rendirte JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora