CAPITULO 27 | Te amo

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Al llegar a mi casa con el vestido que deseaba y justo que me convine con un accesorio en particular. Cuelgo el vestido en el almario. Dejo las otras compras en el suelo y me voy directo al baño. La tarde fue un poco agotador, después del centro comercial tuve que ir a informar sobre los avances del proyecto de Punta Cana en la constructora. Mi estómago me saca de mis pensamientos con un crujido.

-Sí... ya sé que hace hambre. En cuanto me bañe bajamos por algo de comer- pienso.

Al salir de asearme, me coloco el camisón. Me hago una cola de caballa para recogerme el pelo y no me moleste. Introduzco mis pies en las zapatillas y salgo de la habitación. Me encuentro en el pasillo a Miranda y al pequeño Mauro. Se lo quito.

-Eres hermoso. Vas hacer un todo rompe corazones- comento.

-Ni lo digas. Suficiente tuve con Sebastián para que este me salga igual o peor. Por eso voy hacer mano dura con él. No voy a dejar que lo tongoneen como estás haciendo tu ahora- expone.

-Todavía es bebé, además soy su hermana favorita ¿Verdad? -balbucea- ve dijo que si- añado.

-Eres tremenda Camila- entramos en el comedor y ya nos esperan Sebastián y mi padre en la mesa.

-Buenas noches- dice mi padre.

-¿Cómo estuvo el desastre de mi oficina? -pregunto. Me llevo la mano a la frente. Ahora Miranda me riñe.

-Camila, que tengo dicho- expresa.

-Perdón- excuso. Entra Carmela, se acerca a mí y me quita al pequeño.

-Oye, no me lo quites- replico. Me guiña el ojo derecho. Arrugo la frente.

-Como tranquila, después de lo devuelvo- informa.

Se retira sin dejar que replique por quitarme al pequeño de mis brazos. Me sirvo un poco de camarones guisados con ensalada y una copa de vino.

-Buen provecho- pronuncio.

Me dispongo a llevarme el tenedor a la boca para probar la cena. La mano de Sebastián se posa en mi rodilla. Trago saliva. Siento mi rostro arder. Supongo que estoy sonrojada. Termino de llevarme la comida a la boca para degustarla. Ignoro que acaricia mi muslo. Sigo comiendo ignorando a todos en la mesa. Lo único que quiero es terminar. Saca su mano, lo miro de reojo y se concentra en su plato. Este hombre me va a matar del susto un día de estos.

Al terminar el plato fuerte me sirvo un poco de arroz dulce como postre y un poco más de vino. Sebastián se echa un poco del postre en su plato. Se arruga toda su cara al probarlo. No puedo evitar reírme. todos se ríen por los gestos. Se bebe la copa de vino de un solo trago.

-Es rico, como va hacer que no te gustara- comento. Se levanta sin disculparse y sale del área del comedor.

-Sebastián no cambia- replica mi padre. Carmela entra con el pequeño entre sus brazos y se lo entrega a Miranda. Se le pega a la mejilla como si le estuviera dando un beso, mientras balbucea.

-Creo que te va a dar un baño, pero de saliva- digo.

-No me molesta, es baba santa- replica.

-Papi, podemos hablar en el despacho- pido.

-Claro que si preciosa -accede-. Amor, ya mismo subo ayudarte con el pequeño- agrega.

-Pórtese mal, pequeño- digo.

-Camila, él no te va hacer caso- contradice.

Sonrío, me levanto seguida de mi padre. Escucho un beso tronado. Yo quisiera un amor como el de ellos. Que nunca muera a pesar de la rutina, los problemas, las enfermedades e incluso los momentos felices. Nada lo afecta, al contrario, lo incrementa. Ellos son como el aire que necesitamos para vivir. Ellos se necesitan para poder vivir son su aire, no llevar un ventilador para seguir viviendo. Desde que convivo con ellos los veo cómo se miran, como se tratan e idealizan. Yo quiero un amor así, no un amor efímero.

Rendirte JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora