CAPITULO 05 | No te vas a arrepentir

396 77 40
                                    


No sé que ponerme si un pantalón con blusa o un conjunto de pantalón corto y de tirantes. No, mejor uso la bata de ositos con corazones. Ceno con él, me regreso a mi habitación y listo. No debería ni de bajar para que aprenda y deje de molestarme. El muy sínico intento besarme. Gracias a María no lo pudo hacer, pero en definitiva hubiera caído como una tonta a sus brazos. Porque tiene que ser una debilidad para mí. Yo no puedo ni debo seguir de este modo. Tengo que ser fuerte, pero cómo. La puerta se abre sin avisar y doy un brinco por el susto. Al mirar a la puerta para encontrarme la mirada de María.

-Qué bueno que subiste, quería explicarte lo que viste- expreso.

-No me tienes que explicar nada, eres una mujer hecha y derecha. Eres dueña de tus actos- me excusa.

-Pero yo quiero- levanta una mano y acaricia mi mejilla derecha.

-Estas enamoradas de él, pero tienes miedo que te lastime. Lo mejor es tener un recuerdo de un amor doloroso a quedarte con la duda de lo que pudo ser. ¿No sabes que ponerte? -indaga.

-Te entiendo. No sé si quiero bajar- respondo.

-Tú quieres, pero yo no me pondría nada de eso. Me pondría un traje veraniego corto. Venia avisarte que él está esperándote- finalmente me entero a lo que venía.

-Ah...- logro decir.

-No lo hagas esperar, bueno si, pero un poquito- me dice con una sonrisa en sus labios.

Me guiña con su ojo derecho. Suspiro. No permite que le diga nada y sale de la habitación. Me voy al closet y busco un traje corto cómodo. Es planco con estampado de flores azules y de tirante. Me miro al espejo. Me gusta algo sencillo sin ningún escote que provocar, ni llamo la atención. Me suelto el pelo y no intento penármelo para que quede natural. Me pongo unas sandalias color blancas y salgo de la habitación. Solo será una cena con María, Jacinto y Sebastián. No voy a estar a solas con él. Cierro la puerta. Mis manos comienzan a sudar sin ningún motivo y las piernas comienzan a flaquearme de los nervios. Todo va estar bien. No tengo porque temer. Al llegar al comedor la mesa no está puesta, pero sale María con una botella de vino.

-¿Dónde vamos a cenar? -pregunto un tanto nerviosa.

-Van a cenar en la terraza, él lo pidió- responde.

-No cabemos todos- aclara.

-Solo estarán ustedes dos. A propósito, está muy guapo -me guiña con una sonrisa pícara- anda para que veas la terraza- añade.

Le hago un gesto con la cabeza aceptando sus palabras. La miro por última vez y me dirijo a la Terraza donde me espera Sebastián. Tragó saliva en seco, mientras el nudo de mi garganta se apodera y no me deja respirar con normalidad.

Al llegar está una mesa para dos, con cubiertos y vajilla finas, dos copas de vino y la luz de la terraza está tenue para dejar que la luna sea la protagonista de la noche. Suspiro. Me fijo en él, tiene un pantalón color crema, una camisa de lino de color blanca. Ahora entiendo por qué me sugirió un vestido para que vaya acorde con Sebastián. Me paso la mano por la cien. Necesito tener la cabeza fría.

-Estas hermosa- son sus primeras palabras para luego dejar ver su sonrisa que hace que mi corazón salte.

-Pensé que íbamos a cenar adentro con María y Jacinto- comento.

-Me imagine que ese era tu plan, pero quiero estar a solas contigo y luego conversar- explica.

-Esto es absurdo- susurro.

-Ven que se va a enfriar la cena- retira la silla para que tome asiento.

Al ver que no me muevo da unos pasos hacia mí y me agarra la mano para obligarme a sentarme. Suspiro. No me queda remedio, no quiero formar un escándalo.

Rendirte JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora