CAPITULO 43 | Quisiste matar a mi padre

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Mi corazón comienza acelerarse desenfrenadamente. Al reconocer la voz. No puede ser. Tiene que ser una broma de mal gusto. Trago saliva al ver su rostro de psicópata. Una sonrisa perversa.

-Bienvenida a su palacio- extiende sus manos, mientras da una vuelta hasta quedar frente de mi nuevamente.

Mi respiración comienza a entrecortarse, ahora sé que esto no va a terminar bien. ¿Qué pretende está loca? Porque lo es. Siento mi corazón en la garganta. No puedo llorar. El hombre que ha estado a cargo de mi aparece con una silla.

-Se le ha tratado como una princesa- explica.

-Quítale la comida- pide.

El hombre le hace caso y me quita la comida que tengo en frente con la botella de agua. Sandy se acomoda en la silla mirando hacia mí. Le hace seña para que se vaya. No está loca es capaz de matarme sin ni siquiera poder defender por estar amarada. Suspiro. ¿Por qué? ¿Por qué? Que pecado estoy pagando con esta mujer.

-Sabes, te lo advertí en par de ocasiones, pero no hay va la nena de papi a llevarme la contraria. Vas de necia a interponerte en mi camino. Muy mal que no me hicieras caso, ahora mira las consecuencias de tus actos- expone.

-Estás loca- grito.

Se levanta de la silla con sus ojos encendidos, se puede ver su ira y locura. No me va a detener a que le diga sus verdades. Si me va a matar, no le voy a dar el gusto de verme derrotada. Levanto mi barbilla enfrentándola. Su mano impacta la mía haciendo que gire.

-Me puedes dar todo lo que quieras, pero no cambia tu condición- replico.

-No estás en condiciones de retarme- al finalizar tensa su barbilla.

Se levanta y vuelve a sentarse. Me mira, pero no dice nada. Que estará pensando, que tramará. Cierro los ojos para buscar la fuerza y la paciencia que voy a necesitar con esta loca. Se paso la mano por la barbilla.

-¿Qué podemos jugar hoy? -me pregunta o se pregunta.

No digo nada. No voy a entrar en su juego. Aunque tengo que admitir que mi corazón no deja de palpitar fuerte. Ese sentimiento de impotencia llega a mi pecho que no se aparta. Su sonrisa es perversa. Me impacta con su mano la mejilla volteando mi cara. Siento rabia impotencia de estar atada. La miro con ganas de matarla.

-Contesta- grita frente a mi cara.

-No voy a jugar- le grito.

-Me imagine la respuesta- dice.

Se aleja para seguir caminando hacia uno de los pasillos. Trago saliva. Para donde se fue. ¿Que fue hacer? ¿Qué tendrá en miente? Dios ayúdame a soportar lo que tenga preparado. Escucho ruido, pero no pasos. ¿Qué estarán haciendo? ¿Dónde me tendrán? ¿Estará pidiendo rescate?

La observo entrar de nuevo con una cámara de grabar video con el soporte para trípode. Trago saliva. Me va a sacar video. Veo al hombre con un maletín. ¿Qué será? Lo deja en la silla. Se acerca a mí, me da un miedo que lo único que quiero es salir corriendo.

-No me toques- digo, mientras intento moverme, aunque sé qué es inútil.

Mi respiración corazón bombea más fuerte. Tengo mucho miedo de lo que vayan hacerme. ¿Por qué a las personas buenas le pasan cosas malas? ¿Qué alguien me explique?

-Estate quieta muñequita- exige.

Me agarra como un trapo me arrastra por las manos. Estoy limpiando el piso. Estas personas están locas. Tengo nauseas. Me agarra como costal de papa y me deja encima de la mesa. Al despegarse un poco comienzo a patearlo. Se cae al suelo, pero así mismo se levanta.

Rendirte JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora