CAPITULO 13 | Vamos a la corrección

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Disfruten el capítulo, no olviden comentar, compartir y votar en la historia. En toda historia hay un proceso. 😅 Al final del capítulo les dejo una sorpresa.

🌟✍️📧

Me coloco el camisón después de darme un baño de espuma. Me recomendó Carmela que lo hiciera para quitarme el estrés después de un largo día, lleno de problemas. Camino hasta mi cama para deshacerla, acomodo los cojines decorativos en la butaca al lado de la mesita de noche. Me percato de la hay una taza en la mesa. Sonrió. Al ver que Carmela me preparo chocolate caliente con canela. Lo agarro y bebo un poco. La puerta se abre de golpe, en ese instante me sobresalto volteándome para ver quién es.

-Mi intención no fue asustarte- comenta Carmela.

-No te preocupes, estoy nerviosa y preocupada, es normal mi reacción- la calmo.

Me siento en la cama con la taza en la mano. Sé que llego aquí por algo. Ella no sube al menos para regañar, comentar o interrogar. Veo cómo se sienta a mi lado y suspira.

-¿Cómo te sientes? -pregunta.

A eso entro a mi habitación. Es una pregunta bastante estúpida y tonta.

-¿Cómo crees Carmela? Todo lo estoy llevando en mi espalda. Estoy preocupada por mi padre, Miranda y Sebastián, mas súmale que tengo que estar pendiente a mi empresa. No sé, si mi corazón aguante todo esto. Quisiera salir corriendo, dejarlo todo atrás, empezar una nueva vida lejos de todos. Por lo menos durante que pasa toda esta situación. ¡Eso sería cobarde de mi parte! -admito.

-Te comprendo. Sabes que me tienes a mí para que te desahogues, si quieres un consejo o simplemente platicar-

Me abraza, sin darme cuenta siento mis mejillas húmedas. En qué momento empecé a llorar. Me limpio con una mano ambas mejillas.

-Ya terminé- le entrego la taza vacía. Se levanta del lado mío y me sonríe.

-Es muy difícil la situación, pero has pasado por situaciones peores. Eres fuerte. Intenta descansar. Mañana te preparo tu desayuno favorito- informa.

Sale de la habitación dejándome al borde del llanto. No sé si podre con todo esto. Creo que es mucho para mí. Lo mejor es repartir y delegar todo. Tengo que pensar con lucidez. Me arropo entre las sabanas para dejar de pensar, tengo que dormir mañana es un día complicado.

La luz del amanecer me molesta. Como no se me ocurrió cerrar las cortinas anoche. Pongo la almohada encima de mi cabeza para evitar que la luz se refleje en mis parpados. Mierda. Siento como me asfixio. Gruño. Echo a un lado la almohada y busco el teléfono para darme cuenta que son las siete de la mañana. Me duele la espalda. Siento que no he dormido o descansado lo suficiente. Intento masajear el área de mis hombros para aliviar la molestia.

-Lo mejor es levantarme, revisar algo de los documentos que trajimos de la oficina de Sebastián- me levanto de la cama.

Me voy directo al baño para hacer el ritual mañanero. (Hacer mis necesidades, lavarme la boca y por supuesto bañarme).

Al salir del baño bajo las escaleras con mi agenda en la mano y mi cartera. Hoy es uno de esos días que uno quiere salir corriendo. Ya Sebastián debe de estar en la corrección.

«Desde ayer en la tarde- me recuerda mi conciencia».

Por favor tu no empieces, que no estoy para ti hoy, ni estos días, así que desaparece. Al llegar al último escalón dirijo mis pasos a la cocina. Mi estómago ruje. Las tripas grandes ya se están comiendo a las pequeñas. Al llegar cerca de la cocina, el olor a café recién hecho me hace sonreír.

Rendirte JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora