Nota 📝 importante:
No voy a abandonar la historia, pero no voy a actualizar la historia con la misma frecuencia, ya que mi país está pasando por una situación difícil, donde nos encontramos sin luz, sin agua. Les pido un poco de paciencia con la historia.
¡Ahora disfruten el capítulo!«§»
Me volteo para ver como quede con mi traje negro con líneas rojas. Decidí pasarme el secador de pelo y dejarlo suelto. Selecciono los zapatos de taco fino de color rojo. Los abrocho y la puerta se abre, entra mi padre con su frente arrugada. Hace un gesto desagradable al verme arregla.
-Abajo esta Sebastián, supongo que ya lo sabes- comenta.
-Sí, me invito a cenar. No pongas esa cara, el me cuida papá- aclaro.
-Si tú lo dices- dice.
-Quita esa cara, solo es a cenar- explico.
-A penas se fue esta mañana y ya está aquí de nuevo. Increíble. Por lo menos debió esperar par de días para aparecer en la casa- expresa.
-En esta casa tiene a su tía, su primo y a mí, papá, así que acostúmbrate- replico.
-¿Tengo otra opción? -pregunta.
-No, se me hace tarde. No me esperes despierto- respondo.
Le doy un beso en su mejilla y lo dejo solo en mi habitación. Camino directo hacia las escaleras, las bajo lo más rápido que me lo permite mi calzado. Al llegar al último escalón Sebastián tiene en sus brazos a Mauro, mientras le hace gestos graciosos con su cara.
-Buenas noches- digo para que sepan que estoy aquí.
-Estas hermosa Camila- vocifera Miranda.
-Totalmente de acuerdo tía- apoya Sebastián.
Sebastián le entrega a Miranda al pequeño Mauro. Se acerca para terminar de bajar el último escalón. Al estar fuera de los escalones me agarra por la cintura y deposita un tierno beso en mis labios sin arruinar mi lápiz labial. Me agarro la mana para entrelazar sus dedos con los míos.
-No me gusta que vayan sin seguridad, vayan con cuidado- expresa Miranda.
-Estaré pendiente tía- formula.
Le da un beso al pequeño y otro a su tía. Lo imito con la diferencia que Miranda me guiña el ojo. Sonrió. Al salir me encuentro que tiene la guagua de los escoltas. Su carro esta estacionado en la acera. El me abre la puerta para que suba al asiento del copiloto. Rodea toda prisa el para subirse a su asiento.
-Pensé que íbamos en tu convertible- comento. El enciende la guagua y arranca sin darme una respuesta a mi comentario. Suspiro. Están difícil hasta para buscar conversación.
-No quiero que vengan tus escoltas, así que para saber qué vas segura preferí tomar tu guagua prestada para estar más tranquilo- expone.
-Entiendo. ¿Te preocupas por mí? -indago.
-Claro que sí, siempre me preocupare por ti Camila. Siempre te he dicho que eres una mujer diferente. No voy a dejar que la loca de Sandy te haga daño por mi culpa. No me lo perdonaría nunca- responde.
Mi sonrisa se amplía más de la cuenta por su respuesta, que definitiva la sentí muy sincera. Me acerco y le doy un beso en la mejilla. Cuando se lo propone es todo un tierno. La guagua se detiene frente a un restaurante muy elegante, pero fachada de bohemia. El mozo ayuda a bajarme, mientras otro ayuda a Sebastián para llevarse la guagua.
-Muy bonito Sebastián- susurro.
Sebastián agarra mi mano para entrelazar nuestros dedos. Tengo que confesar que me estoy acostumbrando a este acto. Entramos al restaurante y nos llevaron a una mesa apartada. Nos acomodamos y nos entregaron el menú.
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Rendirte Jamás
Ficção Adolescente¡Detente! Segundo libro de la historia de !Prohibido!, la continuación de "¡Jugar con Fuego!", no comiences a leer esta historia si no has leído la anterior. Te habrás perdido detalles sumamente importante para poder entender "Rendirte Jamás". Est...