REESE.¿Dónde narices se habrá metido Eros? ¡Se supone que debía de estar aquí hace diez minutos! ¡Voy a llegar tarde a mi clase de ballet!
Mis amigas ya se han marchado hace rato, cuando acabó el instituto. Y mi padre confiaba en que Eros iba a llevarme, si se llega a enterar de esto, no me caben dudas de que lo despedirá. Bueno... al fin y al cabo, no es tan mala idea...
El deportivo blanco de papá frena en seco en frente de mí y a penas veo a Eros con unas gafas de sol negras y mirando hacia el frente mi corazón se acelera. Subo al coche.
-¿Se puede saber dónde estabas? -pregunto severa.
-Asuntos pendientes. -contesta Eros arrancando el coche.
-Oh, muchas gracias por la explicación. -digo irónicamente.- ahora llegare tarde por tu culpa. -me parece ver un ademán de sonrisa en su cara, pero luego lo oculta.- ¿Sabes donde es?
-Tu padre me lo dijo.
Ambos nos quedamos en silencio. Subo la radio, están poniendo la nueva canción de Selena Gómez y no me puedo resistir a cantarla. Pillo a Eros mirándome de reojo.
-¿Te gusta lo que ves? -digo volviendo a cantar, esta vez más alto. Eros suelta una carcajada. Y dios, vaya risa más sexy. Consigue hacerme sentir un cosquilleo en el pecho que jamás había sentido.
-Si sigues cantando así puede que tengamos la suerte de que llueva.
Subo más la radio y canto a pleno pulmón el estribillo.
Eros aparca y bajo del coche caminando hasta la acera. Al ver que no viene conmigo, me acerco y le doy dos golpecitos al cristal. Este se baja automáticamente, dejándome ver a un Eros mirándome con cara de "¿qué narices quieres ahora?"
Sonrío cínicamente.
-A papá no le gustaría que asistiera yo sola a la clase. ¡Podría pasarme algo malo por el camino! ¿Y no querrás que se entere, verdad?
Y e aquí mi venganza por la música alta. ¿Que mejor que obligarlo a asistir a mi clase de ballet?
Desliza las gafas de sol por su perfecta y afilada nariz mientras me mira incrédulo y se las quita para dejarlas en la guantera. Apretando la mandíbula e intentando controlarse baja del coche. Le doy la espalda y sonrío.
Entramos a la clase y absolutamente todas las chicas y Samuel, el único chico de clase, giran sus cabezas como la niña del exorcista para mirarlo. Se oyen susurros.
De repente, siento la necesidad de ponerme delante de él con los brazos abiertos y gritar ¡Es mío perras! Pero sacudo la cabeza. ¿En qué narices estoy pensando? Tan solo es un imbécil con una cara bonita el cual tengo que soportar.
Ya están todas en clase, así que camino hasta el vestuario y una vez entro, abro mi taquilla para sacar mi uniforme de ballet. Me quito la camiseta cuando de repente la puerta se abre de golpe.
Ahogo un grito.
Es Eros.
Y estoy en sujetador.
-¿Que demonios haces? ¡No puedes entrar aquí! -digo intentando taparme con mis manos y mirando a ambos lados, asegurándome de que no nos vea nadie.
-A tu papá no le gustaría que te dejara sola, ¿no? -dice antes de dirigir su mirada a mis pechos.
¡Maldito imbécil!
ESTÁS LEYENDO
Mala influencia®
Teen FictionYA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que encontrarnos. Lo intentaría, pero no podría odiarte, porque un día, sin avisar, me salvaste. Y esas son de las cosas que nunca se olvidan. Y es...