Capítulo 30.

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EROS.

-Mierda. -pronuncio en voz alta.

Reese abre los ojos con sorpresa y se muerde el labio con nerviosismo, sin saber qué hacer.

No podemos salir por la ventana porque nos verían. Además está muy alto y no hay ni una simple tubería por donde bajar.

Ma agacho a la altura de la cama, pero al levantar las sabanas, descubro que no hay hueco debajo de esta donde podamos escondernos. Aparte de odiar a Justin, ahora también odio su casa y su jodida cama.

Reese mientras abre el armario, pero para nuestra sorpresa, está demasiado lleno de ropa y no cabemos los dos. Lo que yo decía.

-¡Venga ya! ¿Enserio nos estás haciendo esto universo? -se queja Reese mirando hacia arriba.- ¿No te bastaba con hacer que alguien intente matarnos? ¡Claro, hagamos que Reese sufra!

-¡Russell! -exclamo no muy alto.- Hay que salir de aquí. Ya.

Ella me mira con cara de "¿no me digas?" antes de que ambos salgamos de la habitación a paso rápido. Nos dirigimos hasta las escaleras casi tropezándonos entre nosotros, estamos a punto de bajar cuando oímos unos pasos que se dirigen hacia arriba. Esto no puede salir peor.

-¡Date la vuelta! ¡Corre! -susurra Reese empujándome.

-¿Acaso quieres que me caiga? -me quejo subiendo los escalones que hace tres segundos hemos bajado.- ¿A donde vamos?

-¡Al baño, ves al baño! -ambos seguimos susurrando en medio del pasillo, y los pasos cada vez están más cerca.

-No se donde está el puto baño.

-¡Aquí! -exclama abriendo una puerta y agarrándome de la camiseta para empujarme dentro, a la vez que Justin McGray y Ariadna Taylor aparecen por el pasillo.

Reese cierra la puerta con la máxima discreción y yo tiro mi cabeza hacia atrás, cerrando los ojos e inspirando. Eso ha estado cerca.

-Eso ha estado cerca. -dice Reese apoyándose en esta, y claramente pensando lo mismo que yo. La miro y sonrío sin querer, aunque ella no se da cuenta.

Unas voces se oyen desde el otro lado de la pared. Reese y yo nos miramos. Ambos hemos tenido la misma idea. Nos pegamos a esta para escuchar con atención.

-Estas tan buena cuando te pones en plan malvada... -es la voz del puto Justin. Solo de pensar que ese imbécil ha estado con Reese me dan ganas de estamparle la cara contra el bordillo de la acera.

La bruja de Ariadna se ríe.

-Pues espera a oír lo que tengo pensado.

Reese y yo nos pegamos más a la puerta si puede ser posible. Pero ya no se escucha nada.

Reese se espera unos segundos antes de abrir la puerta con cuidado y se asoma. Ya no hay nadie en el pasillo. Las voces esta vez se escuchan desde la habitación.

-Vamos. -la animo a que se acerque una vez salgo al pasillo.

Esta traga saliva. Seguramente este muerta de miedo de que nos pillen, pensando que le diría su padre por invadir una casa ajena.

Me asomo por el hueco que ha quedado entre la puerta de la habitación de Justin y el umbral y veo a Ariadna pasar las manos por encima de los hombros de McGray. Acostumbrado a verlo con el uniforme del equipo de fútbol ahora los noto demasiado pequeños. Reese también se asoma, justo a mi lado.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora