Capítulo 24.

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EROS.

Dejo el móvil sobre la mesa y me estiro hacia detrás en la silla soltando un suspiro. A Reese se le cierran los ojos y ni si quiera puede mantenerse erguida. Qué pringada.

Una bolita de papel me golpea en el cuello y me agacho a cogerla.

"Hace tiempo que no hablamos, ¿te gustaría venir este fin de semana a mi casa de los Hamptons? Estaremos solos.
-Ariadna."

Ruedo los ojos. Esta chica y sus putas notitas me tienen hasta los huevos. Primero, ¿Es que no sabe hablar? Y segundo, ¿acaso no nos ha visto a mí y a Reese besarnos contra las taquillas del pasillo esta mañana? Solo tiene que atar cabos y cualquier cerebro por minúsculo que sea se daría cuenta de la situación.

Hago un pequeño ruido llamando la atención de Reese, ya que el profesor está dando clase, y ella pestañea varias veces antes de analizar lo que está pasando. Deslizo la nota por encima de la mesa ya que la clase está organizada en pupitres de dos y ella frunce el ceño y entorna los ojos hacia a mí después de leerla, con una mueca de enfado.

Levanto las manos en el aire en señal de paz y escribo debajo bajo la atenta mirada de Reese.

"No si lo sabes, pero Reese y yo estamos saliendo."

Reese se ríe sin hacer mucho ruido. Vuelvo a hacer una bola con el papel y la lanzo hacia su dirección. Al verlo, Ariadna me sonríe. Como se nota que aún no ha leído lo que pone dentro.

-Pero no estamos saliendo. -me susurra Reese.

-Claro que si. -le contesto yo con el ceño fruncido. Ella rueda los ojos.

La bolita de papel me vuelve a golpear. La abro y le hago un gesto a Reese para que no se asome aún, pues no quiero que Ariadna se entere de que Reese ha leído lo que pone.

"¿Y que más da?"

Esto es increíble. Esta chica no solo es una acosadora y un intento fallido de asesina en serie, si no que ahora también es estúpida y tiene lo mismo de dignidad que yo de amabilidad con las personas. Nada. Tiene suerte de estar buena. El timbre suena y Reese aprovecha para mirar el papel.

-Se acabó. -dice levantándose bruscamente de la silla. Cuando veo sus intenciones hago lo mismo y la agarro de la cintura intentando detenerla.

-¿Que narices haces? -le pregunto mientras ella intenta soltarse de mi agarre.

-Estoy harta de que intente hacerme la vida imposible. Esa zorra no sabe con quien se está metiendo.

No puedo evitar soltar una carcajada al oírla hablando así. Debo admitir que me pone un poco, pero eso ya es otro tema a parte.

Su mirada asesina esta vez se posa en mi.

-¿Es que no me ves capaz?

-Claro que si. ¿Como iba a meterme con una chica que ni si quiera mira a ambos lados antes de cruzar la calle? -contesto irónicamente.- Eres toda una criminal.

-Eres idiota. -responde soltándose de mi agarre y volviendo a su mesa para recoger los libros.

-Vamos, Russell, era coña. Es solo que este no es el mejor momento. ¿No crees que ya tenemos demasiadas complicaciones como para meterte en una pelea? - ella no me contesta. Se cuelga la mochila al hombro y sale de clase sin mirarme.- En cuanto la pillemos te dejaré que le metas una paliza. Le puedes cortar el pelo si quieres, seguro que le duele más.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora