Capítulo 54.

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REESE

La pistola está apuntando hacia mí.

Y cuando Peyton acaba la frase, ya sé lo que va a suceder.

Voy a morir.

No esperaba morir así, la verdad. Nunca me había parado a pensar en cual sería el momento de mi muerte, pero desde luego no había imaginado que sería cuando aún me quedaba tanto por vivir.

Cuando por fin mi padre se había enterado de mi relación con Eros y cuando por fin ambos teníamos un ápice de esperanza de salir juntos adelante. Cuando por fin sabía lo que era la felicidad, querer a alguien hasta tal punto de cometer cualquier locura por él, y saber lo que es sentirse querida y protegida, tanto por Eros como por mi padre, al cual por fin comprendo a la perfección y del cual me siento orgullosa de tener. Morir justo cuando sabía quién era el anónimo.

Trago saliva. Mis ojos desesperados buscan una salida, pero a penas me da tiempo a reaccionar.

Así que simplemente cierro los ojos con fuerza, esperando milésimas de segundo que se convierten en toda una eternidad a que la bala atraviese mi piel.

El sonido de el gatillo siendo apretado resuena como un golpe en seco en mis oídos, pero no siento ningún impacto.

Y cuando vuelvo a abrir los ojos, desearía no haberlo hecho.

Mi padre está en el suelo, tirado. Y el mundo se detiene.

Una mancha roja que comienza a expanderse por su camisa blanca surge del centro de su estómago. Y poco después hay sangre en mis manos, por mi pelo, en el suelo...

-Papá, ¿qué has hecho? -le pregunto cogiendo su cabeza entre mis manos. Después miro la herida que se encuentra justo en medio de su estómago e intento presionarla de nuevo, pero sale demasiada sangre.

No sé donde está Eros, ni por qué Peyton aún no me ha disparado a mi también, solo me dispongo a intentar que él no muera. Que no muera por mi culpa, por intentar protegerme.

Se oye otro disparo.

Levanto la vista y rezo para que no sea Eros quien esta en el suelo tirado.

Y suelto el aire retenido al ver que es Peyton la que grita de dolor sujetando su pierna, mientras Eros camina hacia nosotros con la pistola en la mano, para después agacharse y comenzar a presionar la herida abierta.

-Eros, no quiero que se muera. -murmuro entrecortada por mis sollozos.

-No le pasará nada, la policía llegará enseguida, acabo de llamar a la ambulancia también. Peyton tenía mi móvil en su bolsillo, debe de habérmelo quitado al abrazarme.

-Eros, yo... lo siento. -murmura mi padre con un hilo de voz.- Lo siento... mucho.

-No te disculpes, Bruce. -murmura Eros mirándole a los ojos.- Has sido como un padre para mi, el mejor que podría tener, así que no ha pasado nada. Todo está bien, Bruce, todo saldrá bien. -le tranquiliza sin dejar de presionar.

Yo no dejo de llorar, la mirada de mi padre se posa sobre la mía. Y solo puedo pensar en que esta no puede ser la última vez que nos miremos a los ojos. No puede.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora