Capítulo 34.

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EROS.

Observarla bailar es como ver a un pájaro salir de una jaula en la que ha vivido siempre. No se me ocurriría una comparación tan acertada como esa para describirlo. Solo mirándola siento casi lo mismo que sentí cuando salí del reformatorio. Libertad.

Se mueve con agilidad por toda la sala, al ritmo de la música y concentrada. Las demás chicas la observan con fascinación, algunas con envidia, y otras, sin embargo, me miran a mi. A la profesora le brillan los ojos.

Como no le den ese estúpido papel para la obra comenzaré a pensar que todos los jodidos profesores de ballet tienen un jodido problema.

-Lo has hecho fantástico. -le aplaude la profesora. Las demás chicas y el chico también aplauden.- Está bien, escuchadme. -dice dando dos palmadas para que todos dejen de hablar. Reese recupera la respiración.- Para todos aquellos que vayáis a hacer la audición quiero recordaros que practiquéis los doble tours, ya que si saltáis alto y conseguís hacer más vueltas impresionaréis al jurado. Si vais a bailar con pareja recordad también lo importante que es la comunicación para realizar bien la coreografía. -luego mira a todos y sonríe.- Bueno, y aquí acaba la clase. Espero que os salga bien, os deseo suerte.

Todos se despiden y Reese me mira rápidamente antes de entrar en el vestuario, acompañada por las demás. Otras sin embargo deciden irse directamente, pasando por mi lado y saludándome. Yo les ofrezco una sonrisa amable y un par de gestos con la cabeza, sin ir más allá.

-La señorita Russell es una de las mejores alumnas que tengo. -dice la profesora elevando la voz para que pueda oírla, mientras recoge algunos lazos.- Tiene talento, pero no destaca solo por eso. Reese refleja su personalidad a la hora de bailar, lo que hace que te quedes prendado de ella desde el primer segundo. ¿No es así? -dice pasando por mi lado para dejar los materiales al lado de la barra.

-¿Que quieres decir? -digo sin mover mi postura.

-Que hoy no estaba especialmente radiante. Tenía un aura de tristeza fácil de detectar. -me explica llegando hasta a mi con la respiración algo agitada.- Os veo siempre al entrar, riendo. Y no me malinterpretes, porque no sé que ha pasado y no me incumbe meterme en las relaciones personales de mis alumnos, pero si puedes hacer cualquier cosa para que no esté así en la audición, te lo agradecería. Ambos sabemos como se merece ganar ese papel, y si los jueces detectan lo mismo que yo, notarán que algo va mal.

Sus palabras hacen que me sienta un inculto, pero las entiendo. Asiento con la cabeza, haciendo que se se quede satisfecha.

Al cabo de un rato Reese abandona el vestuario, saliendo con un top blanco que deja al aire su ombligo y unos shorts. Camina hacia a mi moviendo las caderas, con la espalda erguida. Dios. Trago saliva intentando dirigir la mirada hacia otro lugar, pero joder, es prácticamente imposible teniéndola a ella al lado.

-Deja de mirarme así. -se queja mientras nos dirigimos a la salida. En su voz hay un toque de diversión.

-¿Cómo? -pregunto aprovechando la situación para volver a repasarla de arriba a abajo.

-Así. Como si no pudieras controlarte. -dice algo nerviosa. Le abro la puerta de la academia para que salga, pero antes de que pueda hacerlo pongo mi brazo por delante, haciendo que Russell quede a centímetros de mi.

-Es que no puedo hacerlo. -contesto mirándola a los ojos, pero instantáneamente esos se dirigen a los labios. Noto como se le entrecorta la respiración, y eso me vuelve loco. Estamos tan jodidamente cerca...

Después de unos segundos en los que no puedo pensar en otra cosa que no sea en besarla, Reese reacciona y me mira a los ojos, poniendo una sonrisa arrogante, casi infantil, como la que yo solía darle a ella.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora